CAPÍTULO 7 | UNA DIFERENTE

1392 Words
- ¿Eres consciente que su hermano ignoro por completo tu orden y no permaneció en la mansión durante la noche? La noche anterior la Regina y Mauridcio habían tenido una discusión que casi se sale de control, sobre todo porque ambos olvidaron que se encontraban delante del Capo, quien en ese momento prefirió guardar silencio para evitar que todo explora aun más. Carlo siempre había sabido que la relación entre su esposa y hermano no era la mejor, sobre todo porque ella era una mujer que le gustaba respetar las normas y asegurarse de que los demás lo hicieran, justo por ello eran sus discrepancias con el Demonio Lombardi, él había sido criado para liderar el mundo al lado de su hermano, para ser su igual y moverse a su antojo respetando solo los códigos de la Famiglia, que en realidad a lo único que lo obligaban era a mantener la seguridad de los suyos de allí en más él podía hacer lo que mejor le pareciera y nadie tenia el derecho, ni siquiera su hermano, de intervenir en sus acciones. - Se que salió, Mauridcio no es un niño al que deba estar cuidado todo el tiempo, es lo suficiente adulto como para tomar sus propias decisiones y no cometer errores que pongan en riesgo la Famiglia. - Pero tu… Solo una mirada basto para que Roxana guardara silencio. - Estoy harto de tener que repetirte las cosas con respecto a mi hermano tantas veces, eres mi esposa tienes el derecho de reprochar las cosas que no te gusten, pero eso no significa que puedas tratarlo como si fuese tu inferior. Suspiro y se acercó a ella – Te amo, me has dado lo más importante de mi mundo que son mis hijas, pero no puedes olvidar quien es él, por sus venas corre la sangre Angelucci, Mauridcio no tiene ni tendrá limites, es un alma libre que puede hacer cuanto se le antoje mientras respete los códigos y aunque pueda sorprenderte nunca lo ha hecho. Tomo a su esposa por los hombros y la abrazo, no le agradaba hablarle de la forma en la que lo hizo, Roxana con él es muy sensible, El Capo es la única persona que puede hacerla sentir verdaderamente mal, él único ser que en realidad puede lastimarla y dañarla al punto de no tener arreglo. Roxana no es una mala mujer, de hecho, es una excelente esposa y madre, y el mismo Mauridcio lo admitía, era la mejor haciendo su trabajo, sobre todo ese de alejar a las mujeres que intentaban meterse a la cama de su marido, las mujerzuelas desaparecieron de la vida de Carlo desde que ella llego, las mujeres de los bares le temían, conocían de lo que es capaz la Regina, por lo que solo aquellas que eran muy ambiciosas intentaban algo con el hombre más prohibido del mundo. - Deberías enfocarte en otras cosas, por lo menos, ya nuestra hija necesita a una Generale, alguien que se entrene solo para estar con ella cuando llegue el momento, sabes que eso es muy importante y no hay nadie mejor para escoger a quien cuidara la espalda de la futura Regina que tú, tiene buen ojo para escoger a las personas. Roxana asintió – Y olvídate de lo de Mauridcio y su boda, él escogerá a una compañera cuando lo desee y no te pongas a pensar que no va a escoger a una mujerzuela para él poder seguir haciendo de las suyas, lo más probable es que se case con alguien que lo deje seguir siendo un promiscuo. Ella rodo los ojos, claro que lo esperaba su cuñado era un hombre del alma y el pe*e libres, no esperaba que se casara con una mujer con castidad ni mucho menos con una que estuviera 100% dispuesta a ser exclusiva, sabían de ante mano que la madre de sus sobrinos seria una descarriada como él, una que claro tendría prohibido tener amantes, que no estaría a disponibilidad de otros siempre y cuando él no lo permitiera, así debían ser las cosas, por lo mismo la Regina no tenia guardias hombres, él uno además de su esposo y cuñado que podía estar cerca de ella era Gabrielle, el hombre de confianza de su marido y quien estaba con ella cuando la seguridad se ponía peligrosa para ellos, como lo era en esas ultimas semanas, las cosas no estaban saliendo bien para ellos y justamente por eso el nivel de estrés al que estaban sometidos los dos hombres y pilares de la Famiglia era mucho, estaban buscando la forma en la que eso no afectara a la mujeres, pero Roxana no era tonta, no se entrometía, pero sabia que el que ahora Gabrielle estuviera con ella casi que todo el día todos los días era sinónimo de que algo no estaba bien en las calles de la Toscana. Los Angelucci no tienen muchos enemigos, todos los que han intentado alzarse en su contra han sido destruidos y encontrados muertos de formas horripilantes como una muestra de lo que le sucedía a las familias que intentaban escalar al poder que ellos poseen, sus antepasados se habían esforzado mucho por conseguir la silla del poder y de ellos era la responsabilidad de no perderla por ello el casarse y tener hijos era una de las responsabilidades más grandes, la continuación de su línea de sangre era una de las primeras cosas que estaba en los códigos, reglas de moral, responsabilidad y protección hacia los suyos que los marraban de por vida una vez que nacían con el apellido Angelucci Di Lombardi, nacer entre ellos era una fortuna y al mismo tiempo una pesadilla, hombre o mujer no estabas absuelto de recibir enormes castigos si te atrevías hacer algo que lastimara de alguna forma a los tuyos. Del otro lado de la ciudad, Mauridcio se encargaba de recibir la mercancía que había llegado recientemente a Italia, su humor había estado pésimo todo el día, ni sus propios guardias se habían atrevido a decirle nada en todo lo que iba corrido del día sabían que lo que menos le agradaba era que le hablaran sobre nada, solo si era para darle buenas noticias y lastimosamente no tenían de esas para darle en ese preciso momento. - Listo señor, todo ha sido desembarcado y montado en los camiones de carga. Filiphe era el único que se atrevía a estar delante de él cuando se encontraba de ese humor, sobre todo porque usualmente él sabía todo lo que le sucedía y comprendía mejor la situación. - Muy bien, todo a las bodegas correspondientes, en la madrugada saldrán a llevar lo que necesite ser llevado por tierra a los otros puntos de recepción, asegúrense de que no se tengan problemas, no quiero agentes ni tampoco quiero retrasos. Filiphe solo asintió y le abrió la puerta del auto para que entrara y de esa forma partir de inmediato a su casa, no había dejado de pensar en todo él día en los ojos de esa chica, la que solo la noche anterior por poco y hace suya. - Filiphe. - Señor. - En cuanto te cerciores de que todo estará correcto, lleva a la chica a casa. El hombre nuevamente asintió, vio como su señor subía el vidrio de la ventanilla del carro e indicaba que arrancaran. Todos estaban sorprendidos, pocas mujeres habían sido llevadas a la casa de Mauridcio, de hecho no le agradaba que conocieran donde residía por lo que las dos que habían sido llevadas allí tenían los ojos vendados durante todo el camino, lo que si tenían claro era que había decidido que esa mujer seria solo de uno noche dado que ninguna otra que hubiese entrado a la mansión del Demonio Lombardi había sido vista nuevamente con él, eran mujeres unas horas y luego él mismo ordenaba que las desaparecieran, no las volvía a mirar, pero esta vez era distinto, y FIliphe se había dado cuenta de ello, la mujer es diferente, especial, se estaba convirtiendo en algo más que un simple deseo de se*o y de alguna forma le preocupaba, el amor si bien es una fortaleza también es una debilidad y con lo posesivo que es Mauridcio enamorarse también seria sinónimo de matar a todo el que tocara lo que él considerara suyo.
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