NARRA JOCELYN
¿Cómo se atreve a tratarme como si fuese un objeto?, en definitiva Mauridcio Lombardi está completamente loco, no entiendo como es posible que en algún momento pensé que alguien como él puede brindar algo más allá de se*o, proponerme ser una de sus pu*as luego de que se olvidó de la promesa que me hizo y me mando a este lugar de mierda. Escuché cómo por fuera mi puerta era cerrada con seguro, cumplió su amenaza.
Luego de salir como una completa furia de su oficina me grito como loco que se encargara que si no soy suya no sea de nadie, me dejo claro con esa voz ronca que no dejará que nadie a diferencia de él ponga sus manos sobre mi piel, seguramente quien cerro la puerta con llave fue su fiel perro guardián, Filiphe no hace más que hablar de seguridad y de lo mucho que valora el lugar en el que está, pese a que no es más que un lamé suelas que no ve más allá de las narices de sus jefes.
La ira que siento es tanta que comencé a tirar todo lo que se me cruzaba, tire todo lo que encontré al piso, grite como una desquiciada hasta que sentí como la puerta era abierta, por un momento pensé que era Mauridcio, pero entonces vi como el líder de la seguridad entraba y me tomaba por los hombros tratando de calmarme.
- Ya, deja de tirar por la borda todo lo que has logrado en estos dos meses, cálmate, Jocelyn.
- ¿Qué me calmé? Acaso no sabes lo que ha hecho, no te hagas el desentendido cuando claramente todo lo que él hace es coordinado por ti. Él da sus órdenes y tú las cumples sin rechistar, no me deja ser libre para nada y ahora desea obligarme a ser suya.
- Si quisiera obligarte, ya lo hubiese hecho. El señor no es alguien que pida permiso cuando desea algo, deberías cooperar, para alguien como él, que está acostumbrado a tenerlo todo por la fuerza, el portarse de otra forma es complicado. Créeme, le importas.
- ¿Le importó? Se te olvida que me dijiste, que le recordarías la promesa que me hizo, que me ayudaría a buscarla y a traerla conmigo, que estaría a salvo, ¿Lo olvidas? Pero claro, te has vuelto igual que él, ya decía yo que era muy raro que luego de tantos años a su lado no se te pegara algo.
- Jocy…
- Vete, no quiero verte. Él solo se quedó parado delante de mí – LARGO.
Todo el show había sido visto a través de las cámaras de seguridad que no sabía que estaban en mi habitación, unas que están directamente conectadas a la oficina principal del centro de mando, solo el Demonio tiene acceso a ellos, todo este lugar está minado de cientos de ojos que no dejan que nada pase por alto, es la única forma de tenerlo todo vigilado para un completo control y dominio.
Su actuar tan cercano con Filiphe me dio la prueba que buscaba para las palabras que me había dicho Agatha, mi propio guardia cayó ante los voraces ojos que ahora tiene esa mujer, una traición como esa solo puede pagarse de una forma, aunque claro, él no ha hecho nada de lo que lo pueda culpar, solo puedo reprocharle el haberse involucrado más de la cuenta con una mujer que está claramente prohibida, una que no puede ni siquiera imaginar con tener.
Vi como mi hombre de confianza salió de la estancia para seguir con su rictus firme sus labores, si en realidad siente algo por ella lo sabe ocultar muy bien, conoce su lugar y eso me gusta, me gusta mucho, lo que no me agrada es la actitud que ella ha tomado conmigo, no tengo claro de que forma Agatha le ha lavado el cerebro en mi contra o si simplemente me ha tomado odio debido a que la traje a este lugar, de cualquiera de las dos formas terminara siendo sometida a mi antojo y si no lo hace a voluntad la obligaré a firmar, no hay otra opción diferente para ella que estar conmigo.
Esa noche pasaría a la historia del Averno, la primera en la que una mujer rechazaba a Mauridcio y la misma en la que el escándalo hizo tantos estragos entre las paredes que lo sucedido llego hasta la mansión principal, misma en la que la Regina se reina gustosa de las pequeñas tragedias que le pasaban a su cuñado, además, claro, que ahora sabia donde estaba esa mujer que estaba buscando desde hacía varios meses, le haría una jugada maestra a Mauridcio, una que lo haría aprender a tratar de una mejor forma a las mujeres.
Al día siguiente, una vez a la Regina le confirmaron que su cuñado ya no estaba en el bar, llego hasta el sitio y solicito que todas las mujeres le fueran presentadas, estaba buscando a alguien en específico y al no estar la guardia privada del señor Jocelyn fue sacada de su habitación por Agatha y puesta junto a las demás delante de la señora, quien al ver el rostro de esa mujer comprendido porque el Príncipe está tan enamorado, es una verdadera belleza una sin igual, una que ella le arrebataría.
Se posó delante de ella y le dibujó una sonrisa, una que le fue devuelta y de alguna forma extraña sintió cariño por la chica. Sintió que su gesto fue completamente sincero y que no es solo una cara bonita.
- ¿Cómo te llamas?
- Jocelyn, Regina.
- ¿Sabes quién soy?
- Bueno, a todas se nos instruye sobre los miem*ros de la Famiglia para evitar inconvenientes y, por supuesto, que sabemos que usted es la esposa del capo y madre de ellos, herederos de la sangre Angelucci.
- Buen trabajo, Agatha, todas fuera, deseo hablar con ella. Jocelyn palideció, ¿Había hecho algo malo? Sabe que esa mujer puede ser un ángel o el mismo diablo si lo desea, no es bueno estar en la mira de la Regina – Sé que tú has estado involucrada en el rescate de mi hija en Lucca, y quiero agradecértelo.
- Oh, no, mi señora, no es necesario, el señor Mauridcio me indicó qué..
- No importa lo que él te haya indicado, hoy yo quiero agradecerte de la mejor forma en la que puedo y eso es siendo alguien libre.
- No me malinterprete, mi señora, pero sé que una vez que se entra en este mundo la única forma de salir en muerto, no soy tan ilusa como para creer nuevamente en palabras de libertad. En sus ojos se vio la decepción.
- Ya veo que te han hecho promesas, falsas, pero yo no haré eso. Soy la Regina, para mí no hay imposibles, pero sí has dicho bien, al entrar al mundo del Capo no hay forma de salir de él, pero sí hay una manera de ser libre dentro de nuestras paredes. La chica la miro extrañada, ¿Ser libre dentro de ese mundo? – Ser una de nosotras es la única forma de tener un poco de poder, uno que te permitirá llegar hasta los pies del Capo o de la siguiente Regina, la cual será mi hija y ella está buscando una General, una Sabbie Mobili, sus ojos y oídos, para que me entiendas lo que Filiphe es para Mauridcio o mejor aún los que Gabrielle es para Carlos, esa es tu única forma de salir del Averno viva y sin la correa de mi cuñado.
- Pero él me buscará.
- Por supuesto, pero una vez hayas hecho tus botos en el Palazzo Grigio no podrá tocarte. Serás una novicia que aprenderá a lugar para ganarse un lugar al lado de la Regina, entonces, estarás por completo fuera de su alcance, ¿Aceptas?
Su sonrisa le respondió. Su pequeño cuñado tendría un mal día cuando se enterara de que su pequeño juguete había sido blindado y puesto a una altura a la que no puede llegar, Jocelyn ahora tenía un deje de libertad, uno al que se aferraría con todas sus fuerzas.