La ira que Mauridcio tenía en ese momento era notable, las fosas de su nariz se abrieron como las fauces de un tigre embravecido, no le agradaba para nada el que su cuñada estuviese metiendo las narices donde nadie la había llamado.
- Dime, ¿con qué derecho fuiste hasta mi bar para sacarla de allí? Le reclamó sin importarle el tono que usó, y la mirada de reproche de su hermano.
- Creo que estás olvidando que soy la Regina, no tengo por qué pedirte permiso para estar donde me plazca. Ella se puso de pie y tiró la servilleta a la mesa.
- En eso te equivocas, Roxana. Miro sorprendida a su marido, nunca ale hablaba en ese tono tan grosero y menos delante de la gente – Aunque ese bar es la propiedad de la Famiglia, su administrador es Mauridcio, y sabes que su relación no es precisamente la más cordial para muestra de ello mira la situación que has creado ¿Qué ganaste yendo hasta ese lugar y llevándote a una mujer?
Ahora que vio que tenía el apoyo de su hermano, supo que sus pasos siguientes debían ser cuidadosos, dado que lo que quería no era algo que se soliera conceder a nadie, quería admitía para la chica, que le permitieran ir hasta el Palazzo estando allí la convencería de volver y todo quedaría olvidado, solo que para ello debía tener el permiso de su hermano, ya que una vez se entraba a ese lugar solo había dos formas de salir, victoriosa siendo una Generale o echa cenizas en una vasija y lanzada a algún lugar para que sus restos no fueran un problema para la mafia.
- La quiero de vuelta, y la quiero ahora.
- Para no cumplir con las promesas que le hiciste a esa pobre chica. La miró sorprendido, ella no debía tener idea de nada a menos que, no, no era posible. Jocelyn no era tan tonta como para compartir con su cuñada lo que quería, para de esa forma obtenerlo sin pensar en las consecuencias del precio que debía pagar. ¿O sí?
- ¿De qué está hablando Roxana? Pregunto Carlo.
- Solo son tonterías de tu esposa, excusas que está sacando para luego justificar sus acciones en mi contra, no pretendas jugarme sucio. La señalo con un dedo – No olvides que mi reputación no es un rumor.
- NO me amenaces, no creas que porque ahora el Capo está enojado conmigo podrás decirme lo que se te antoje y además osar amenazarme, no soy una niña pequeña a la que puedas amedrentar ni tampoco los estúpidos que se encuentran en las calles que tiemblan con solo mencionar tu nombre, no me confundas con ellos porque no los soy. La mujer se puso delante de él – Y respondiendo a tu pregunta esposo, su querido hermano le dijo a esa chica que le daría lo que ella pudiese con tal de que le ayudara a encontrar la ubicación de nuestra hija, lo único que según él no podía darle era la libertad de irse de su lado, pero sobre todo pronóstico ella no pidió irse, pidió algo que de verdad debe amar mucho como para ahora estar dispuesta a dar su propia vida.
- No es algo que ella ame, además estoy seguro de que la engatusaste con cosas que nunca estarás dispuesta a dar, sabes las reglas de ingresar a ese lugar, no podrá salir a viva a menos que pase todas las pruebas, y ella no conoce este mundo, no está acostumbra a ver la sangre y a quitar vidas, la llevaste a morir a ese lugar y yo no lo voy a permitir, exijo de inmediato que se le brinde la oportunidad de declinar sin que su vida sea cobrada por ello.
- No, Mauridcio, no pretendas venir con excusas baratas, pretendiendo ser un chico bueno cuando tu propio hermano sabe que no lo eres. Dime, ¿Acaso el amor que sientes por Carlo no es suficiente como para dar tu vida por él?
- Eso no tiene nada que ver, Roxana…
- Claro que tiene mucho que ver, porque esa chica lo único que te pidió fue que encontraras a su hermana y la llevaras con ella, que le prometieras que la ibas a cuidar y a mantener a salvo y lejos de las garras de cualquiera que intentara lastimarla. Carlo abrió los ojos al comprender la ira de su esposa - ¿Cómo pudiste ser tan egoísta?, no la buscaste porque sabías que con el tiempo esa niña sería la razón por la que ella te dejara, este mundo de mi*erda en el que vivimos es justo de lo que ella quiere salvar a su hermanita, pero vivir aquí para tener tranquilidad, sin poder y sin dinero no es una opción. Miro a su esposo con lágrimas en los ojos - Ti rispetto, e forse avrei dovuto chiederti prima se quello che ho fatto era giusto, ma anche se ammetto che all'inizio volevo solo rendere la vita infelice a Mauridcio, poi quando ho saputo cosa voleva non ho potuto rifiutarmi di aiutarla ed in questo mondo non mi è permesso dare qualcosa senza compenso, che dimostrerebbe la debolezza della Famiglia, così le ho chiesto di prepararsi per diventare Generale di Montserrat, una vita per un'altra vita, mi sembrava giusto (Te respeto, y tal vez debería haberte preguntado primero si lo que hice estaba bien, pero aunque admito que al principio solo quería hacerle la vida imposible a Mauridcio, luego cuando supe lo que ella quería no pude negarme. Para ayudarla y en este mundo no me está permitido dar algo sin compensación, lo que demostraría la debilidad de la Familia, entonces le pedí que se preparara para ser General de Montserrat. Una vida para otra vida me parecía bien).
La Regina se dio la vuelta y estaba lista para irse, se sentía un poco mal por esa chica, solo quería ayudarla de corazón, al escuchar su historia su corazón se arrugó y por un momento se puso en sus zapatos, si algo como lo que ella vivió le hubiese tocado a ella quizá no lo habría soportado, pero no Jocelyn, se mantenía fuerte solo con la viva convicción que debía cumplirle a su hermana y eso más que valiente era admirable. No importaba si superaba las pruebas o fallecía en el intento, prometió buscar, encontrar y proteger bajo su ala a su hermana, a Jocelyn ya no le importaba su vida, al menos sabía que dando todo de sí tenía la posibilidad de que ambas fueses un poco libres y vivieran mejor, pero de no poder, al menos tenía la vivas certeza de que Kate estaría a salvo. Por un momento más se detuvo y volteó.
- Eres el Capo y respetaré tus decisiones, si decides atender la solicitud del Principe lo entenderé, pero espero que sepas que pase lo que pase le cumpliré a esa chica, así que, si la sacas de allí igual la ayudaré con Kate, la pondré a salvo y te juro que la voy a proteger como a una de nuestras hijas, porque yo sí tengo palabra.
Eso último fue un golpe certero, uno duro y contundente al Ego de su cuñado quien ya se sentía un poco mal por haber sido descubierto, nunca se había sentido mal o indispuesto por romper una promesa, las únicas que sería incapaz de cumplir con aquellas que lo atan a su Famiglia, peor mientras romper estas no causen ningún daño a los suyos no le interesa, no le importa a quien dañe o lastime con tal de él ser feliz, solo que ahora escuchar el reproche de su cuñada lo hizo sentir mal, un nudo se había posado en su garganta y tuvo que admitir que ella había sido mucho más piadosa ay consciente de lo que él había sido y estaba más que seguro que de no haber sido por los códigos que la obligaban a pedir algo a cambio de un favor, hubiese hecho aquello que Jocelyn le pidió sin pedir nada a cambio.
- Iremos hasta el Palazzo Grigio, hablaré con ella y le ofreceré lo que has pedido, peor será su decisión solo suya, si ella decide quedarse para que Roxana la ayude tú no podrás hacer nada para que su estancia sea mala, no interferías y respetarás la opción que ella tome, de lo contrario tus problemas ya no serán con mi esposa, serán conmigo ¿Entendiste? Él solo puso asentir.
Lo que se vendría no sería fácil, sobre todo porque la mujer a la que le iban a proponer dejarlo todo, incluso a su hermana por irse de nuevo a su lado, ya no estaba dispuesta a seguir complaciendo a nadie que no fuese ella misma.