Seguía siendo ridículo que pensara en un futuro con mi pareja, el Alfa me iba a tomar y eso bastaba para que si algún día encontrara mi pareja esta me rechazara, eso sin mencionar que no le guste mi parche o mi ojo ciego y extraño, sumándole a eso la historia de mi familia y el lugar tan bajo del que ahora yo venía.
¿De verdad podía creer que alguien me elegiría aún si resulto ser su pareja? Era ridículo.
Quiero escapar, d***o escapar, no quiero ser su esclava para satisfacer sus deseos, porque en eso es en lo que me convertirá, no en su amante, sino su esclava y ¿quién sabe? A lo mejor se le pase por la cabeza compartirme con alguien más, ser la zorra de la manada, sin poder hacer nada, eso no podía permitirlo.
¡Me marchaba!
¡Huiría de aquí!
¡No me convertiría en eso que él quería! ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás!
Reuní todas mis fuerzas, mi coraje, acumulé todo ese miedo y lo transformé en decisión, salí de la maldita ducha desnuda, corrí hacia el armario del Alfa y cogí una camiseta negra, junto con unos pantalones que se me caían, pero aquí no había nada más, no había nada que me sirviera o fuera de mi talla, tenía que tomar lo que fuera, lo único que quería era salir, ¡huir de este m*****o lugar!
Me asomé a la ventana, estaba muy alto como para tirarme desde el tercer nivel, pero si…pero si no lo hacía, el Alfa iba a venir muy pronto, no podía tomar la entrada principal para escapar porque no sabía dónde el estaba o si podría verme al salir, pero si me arrojaba desde aquí caería herida y entonces sí estaría a merced del Alfa porque no podría escapar. Se daría cuenta que yo intentaba escapar y ese era mi fin.
Las cosas parecían nunca estar a mi favor, ¿por qué?
Alguien tocó a la puerta, mi cuerpo se paralizó y lo único que me llegó a la mente fue meterme debajo de la cama, pero al hacerlo provoqué mucho ruido, logrando deslizarme hasta allí.
Escuché la puerta abrirse y sentí el olor del Beta de la manada.
Era Sammy.
Quizás no era tan despiadado como el Alfa, pero estaba cerca de serlo y no se me antojaba ver hasta dónde podía llegar a ser de malo.
—Puedo olerte, zorra rara. ¡Sal de ahí!—me ordenó, a lo que yo procedí a salir de debajo de la cama pues me había d*********o con mucha facilidad, a pesar de que no me moví ni un solo centímetro y hasta contuve la respiración. Observó mi ropa, sabiendo que no era mía, sino del Alfa, no solo por el aspecto, sino porque todo su olor estaba en ella, ahora en mí.—Ah, ahora sí que eres la puta rara. ¿Adivina qué? Eso significa que puedes ser la puta de todos, ¿no? Nunca he estado con la hija de un Alfa, podría ser el comienzo de algo, ¿no?—llevó su mano a mi cuello, apretando de manera muy fuerte allí, llevándose mi aliento.—Vamos a ver qué guardas debajo. Aunque ese m*****o parche me desanima un poco.—retiró la camiseta negra y fue el segundo hombre que en menos de una hora me arrojaba algo en mi cara para no verla, mientras quería hacer uso de mi cuerpo.
Aquí yo era una esclava de todos modos, mi ser se sometía a lo que sea que me ordenara, pero no podía aceptar que se usara de este modo mi cuerpo, ¿cómo defenderme? ¿Cómo…evitar que esto pase si parezco estar destinada a esto?
¡¿Qué puedo hacer?!
—S-Sammy, por favor. No le hagas esto a mi cuerpo.
—¡Ya te usó el Alfa, eres de todos! Si no es tu pareja destinada, eres de todos, ¿se te olvida? ¿Y quién peleará por ti? ¿A quién le importará lo que pase contigo? Te tienen asco, eres la rara, eres…el adefesio que nos dejó la unión de dos personas que no debieron concebir, quizás llevas en tu sangre la locura que acompañó a tu familia y todos sabemos que esa noche también debiste morir, junto con tu hermana, para que no quedara rastro de ustedes en esta manada, Liana. Pero estás viva, ¿para qué? Quizás tienes un buen motivo, ser la puta de la manada. Siempre y cuando lleves algo sobre tu cara. Tu cuerpo se ve muy diferente si la mantengo cubierta.
Otra vez, otras manos me dejaban desnuda.
—¡Por favor, no me hagas nada! ¡Por favor!
Pero él olfateó el aire y sus manos me soltaron, corrió hacia la puerta y salió, yo me aproximé a la ventana y vi un grupo de hombres que llegaban, no sabía quienes eran, pero podrían ser lobos de una manada vecina. Me quedé observándolos y uno de ellos miró justo en mi dirección, como si supiera que yo estaba aquí o que lo observaba.
Retrocedí de inmediato, llena de miedo.
Tomé de nuevo ropa y corrí por la puerta, yendo hacia la entrada trasera.
Escaparía de aquí.
Mis piernas se movían tanto como podían, sentía que mis pulmones explotarían y las lágrimas caían con el viento, mis pisadas eran torpes, tropezaba con todo, pero me alejaba de allí, no me dio tiempo a esquivar un árbol y este me golpeó la cabeza, todo me dio vueltas por unos segundos, sentí la sangre bajar de mi nariz. Pero me obligué a seguir avanzando, detenerme solo era arriesgarme a que me atraparan, a que me regresaran allí y todo sería peor.
Quizás había alguna reunión, recuerdo que el Alfa se iba a preparar para algo, eso que iba a cancelar, pero esos hombres ya estaban allí. Y aunque no sabía nada con relación a la manada, más que mis labores diarios, puede que ellos sean de una manada vecina.
Cansada, exhausta, decidí detenerme, dejando todo atrás, llevaba mucho rato corriendo, horas alejándome y ya no sabía ni dónde estaba o hacia dónde iba porque yo nunca había salido de allí, no conocía alguna otra cosa, más que eso. Yo no sabía de nada.
Mi vida se resumía a tan poco, que llegaba a pensar que esto no era vida, que yo no vivía, que era demasiado miserable para llamarle vida. ¿Lo era? ¿Era esto una vida?
No, era muy miserable para ser vida.
Me recosté a un árbol, cerré mis ojos y descansé.
Para cuando los volví a abrir todo estaba a oscuras, era de noche, demasiado oscuro para que yo pudiera ver algo, miré hacia el cielo, más los árboles cubrían todo, eso o no era que no habían estrellas esta noche.
—¿Podría ser peor?—me pregunté. Limpié la sangre seca en mi nariz, el aire era frío y esta ropa no ayudaba mucho, ¿hacia dónde tenía que dirigirme? Esta huída había sido poco planeada y no estaba resultando. Aunque lo imaginé peor, con fuertes y veloces lobos dándome caza hasta encontrarme y llevarme de regreso, agradecía que no había sido así.
Apunté hacia un rumbo y me dirigí hacia allí, tenía hambre, hace horas que no comía, pero eso no era algo extraño, el hambre no me asustaba, a eso no le tenía miedo, mi cuerpo resistía muy bien al hambre y a los maltratos.
Avancé, avancé y avancé hasta que sentí que mis piernas me ardían.
Ya tenía que detenerme de nuevo o no podría seguir.
El hambre y el cansancio se mezclaban haciéndome escuchar pisadas.
Mi cuerpo se detuvo y…tuve una extraña reacción, como si temblara ante alguien, pero no había nadie, nadie que yo pudiera ver.
Di un paso hacia adelante, solo un m*****o paso avancé y entonces vi aquel lobo frente a mí cuando hace un solo segundo no había nada, no estaba nadie allí.
¡¿De dónde salió?!
Caí de c**o ante su enorme tamaño, sentí mi cuerpo sudar de inmediato y la boca se me secó, tanto que me dio miedo de desmayarme, escuché su gruñido y poco a poco se fue yendo mi miedo, el lobo se cernió sobre mí y lamió toda mi cara, luego cambió de forma y a pocos centímetros de mí apareció un hombre rubio con una larga cabellera que cubría toda su cara.
Yo…no podía ver nada más.
Me tomó entre sus brazos y me cargó.
Allí cerré mis ojos y me dormí, porque estaba tan cómoda que no podía hacer otra cosa. Nunca me sentí tan cálida, jamás estuve sobre algo tan cómodo en toda mi vida.
Me sentía muy bien.
Y a salvo.