Y aquí estoy yo, los años han pasado y yo sigo sin cambiar mi destino, ¿no fue eso lo que dije que haría? ¿qué ha pasado? ¡Solo cosas malas!
Hace nueve meses cumplí mis diecinueve años, el problema es que ya estaba cansada, se supone que luego de los quince años mi loba tenía que despertar, pero…no era así, no pasaba nada, lo que era una gran desgracia en mi miserable vida. ¡Todos los de mi edad ya tenían a su loba o a su lobo! ¡Yo era el único bicho raro que aún no lo conseguí!
Cada día esperaba a que algo pasara, pero no ocurría nada, me sumía en la tristeza, la humillación y cargaba con el pequeño parche rosa que cubría mi ojo, del cuál no veía nada, solo una sombra muy roja que a veces lograba aterrarme. Pero este parche me lo había dado Tina, hace ya tanto tiempo, decía que de ese modo no me iban a temer o rechazar y yo creí que en algún momento iba a funcionar, pues sé y reconocía que era muy extraño ver mi ojo, incluso para mí, la mejor forma era cubrirlo, siempre lo hacía, ya estaba acostumbrada. Pero el rechazo seguía como si nada, ¿tanto les costaba aceptar que de todos modos yo era parte de ellos?
Yo estaba aquí, día tras día, siempre aquí.
¡Eran mi manada! ¡Tenían que ser mi familia! Pero no me reconocían como a una de ellos, y quizás por eso mi loba no despertaba, porque aquí nadie me quería.
Muchas veces pensé en huir, pero hoy lo intentaría, ¿por qué tendría que pasar algo? No me creían parte de ellos y yo solo era la burla de todos, no tenía nadie, nadie me quería y todos me rechazaban, era como…el hazmerreír, la cosa rara que había conservado el alfa para ahuyentar a los demás, para que recordaran lo que les pasaba a los que lo desobedecían, aunque mucho no tenía yo que ver con eso, no lo desobedecí, solo corrí con la mala suerte de ser la hija de la Luna loca o el Alfa derrocado, como llamaban a mis padres.
La gemela maldita que sobrevivió a la maldición de mi familia, entre otras tantas cosas que decían, sin cortarse ni un pelo. ¿Qué más podían inventar?
El Alfa me mantuvo con vida.
Era como ese premio que él exhibía ante todos, pero eso lo comprendí hace poco, cuando comencé a ver de otro modo mi realidad, mi existencia.
La hija rara del antiguo alfa, era como me solían llamar. Nadie nunca decía mi nombre, tanto así que yo tenía que repetirlo en las noches para que no se me olvidara el nombre que me dio mi madre, entonces me llegaba una pregunta a la cabeza, ¿por qué nos nombró si pretendía matarnos? Jamás lo entendería, pero no había nadie a quien pudiera preguntárselo.
Esa parte de la historia que me contaron tantas veces no encajaba. Sé que mi madre enloqueció, pero ¿por qué agredirnos de ese modo? No tenía ningún sentido para mí, algo faltaba en esa historia.
Algo no encajaba en todo lo que decían.
Habían días en los que la humillación era muy grande y podía lograr comprender al menos un poco de cómo mi madre se sentía o la razón por la que ella decidió quitarse la vida, más yo estaba sola, pero ella nos tendría a nosotros, no iba a estar sola, no, no iba a estar sola, como lo estaba yo ahora.
Luego de mi horario en la cocina, fui llevada hasta la casa del alfa, allí tenía que realizar algunas labores, que si bien eran un poco incómodas, ya no me molestaba, no me importaba.
Eran algo degradantes, pero ¿qué no lo era en mi vida?
Esto solo era algo más.
Busqué la ropa de nuestro Alfa y se la coloqué sobre la cama, acerqué sus zapatos, las medias, la corbata, miré que su camisa estuviera muy bien planchada, sin la más mínima arruga y luego me dirigí hacia la puerta, para no estar cuando él saliera del baño, donde aún escuchaba el agua caer, por lo que tenía tiempo de quedar fuera antes de que él saliera.
¿Por qué iría tan bien vestido hoy?
—Liana.—mi nombre salió de sus labios casi como un rugido, paralizando mi cuerpo, esto no sería bueno. Era la primera vez que él se dirigía hacia mí y decía mi nombre. ¿Por qué?
En mucho tiempo nadie había dicho mi nombre.
¿Qué podía hacer?
El sonido del agua se detuvo, escuché mi respiración asustada y esos fuertes latidos que me recordaban que aún estaba viva.
Quería darle una respuesta, pero literalmente no me podía mover, me era imposible moverme.
—¡Liana!—gritó con más fuerza, mi cuerpo cayó al suelo y todo de mi tembló, no estaba desobedeciendo, simplemente antes no fui capaz de moverme, pero me dolía todo, pues él tomó eso como si yo lo desobedeciera y ahora me castigaba mediante el enlace que tenía toda la manada con el alfa, aún si yo no despertaba a mi lobo, de todos modos era parte de la manada así ellos no me vieran de ese modo, yo estaba unido a todos ellos, el enlace con el alfa lo dejaba claro, retirando alguna duda.—¿Quieres….venir aquí? ¿Cuántas veces tengo que decir tu nombre para que corras a ver lo que necesito?—él hizo que el dolor se fuera de mi cuerpo y solo así pude moverme de nuevo. Corrí hacia el baño, topándose mi vista con el cuerpo d*****o del Alfa. Desvié mi vista, pero él me solicitaba allí, cerca de él.—¿Cuántos años tienes ya, Liana?—me preguntó. Su voz ronca y fuerte entraba por todo mi cuerpo.
—Diecinueve años, señor.—le respondí, buscando algún otro lugar donde mirar que no fuera el cuerpo d*****o del Alfa.
—Y aún…no ocurre tu primera transformación, ¿no es así? Algunos creeremos que eso nunca pasará, quizás tiene que ver con tu ojo, puede que eso sea, no veo otra explicación, es el primer caso en nuestra manada. Hace años que ya debería de estar contigo tu loba, pero parece que ella también te rechaza, como todos. Eres rara, eso nos queda claro. El problema es que cada vez te ven como algo más raro, horrible, asqueroso. No lo pueden evitar.—así era como él quería que todos me vieran, nunca hacía nada para que fuera de otro modo, ese era su deseo.—Pero yo veo algo más.—Le tendí una toalla antes de que él me la pidiera.—Quiero ver cuánto has crecido, Liana. Una niña ya no eres. Tus pechos…sobresalen de esa camisa fea, vieja y apestosa, siempre veo como se aprietan los botones, incluso puedo pasar por alto a ese horrible parche que esconde ese ojo tuyo tan escalofriante de ver incluso para mí. Desnúdate. Quiero ser el primer en ver tu cuerpo. ¿Has estado con alguien?
¿Desnudarme? No quería hacer eso, pero mi cuerpo tenía miedo de sufrir de nuevo ese horrible dolor, así que…solo obedecí.
La obediencia al Alfa era lo más importante.
—N-No, no he estado con alguien, no he estado con nadie, señor.
—Perfecto.—él nunca tomó la toalla para cubrirse, la arrojó en mi cara, sentí sus grandes manos romper mi ropa, aquel pantalón desgastado se liberó de mis piernas, mis manos me cubrieron mis descoloridas bragas y las piernas me temblaron. Él no tenía a su pareja destinada, pero si me tomaba…nadie más podría hacerlo y puede que su olor se impregnara tanto a mi cuerpo que mi futura pareja me despreciaría siempre, odiaría mi olor y me aborrecería toda su vida, no quería eso para mí, porque en el fondo de mi corazón tenía la esperanza de poder encontrar a mi pareja, que este fuera la primera persona en amarme y si acaso algún día mi loba despertara poder correr a su lado y aullarle juntos a la luna llena.
Pero si el Alfa me tomaba, todo eso se vería arruinado, estaría marcada con esa deshonra, mi cuerpo sería profanado por alguien que no era mi pareja y eso era un acto muy vil hacia una loba, a pesar de que mi loba aún no surgía.
—Por…favor, no hagamos esto, se lo suplico.
—¿Quieres decirme qué hacer?—enarcó sus cejas y yo clavé mi mirada en el suelo.
—No, jamás haría algo así, pero si toca mi cuerpo…
—Te convertiré en mi amante, Liana, una amante oculta, por supuesto, de igual modo si tu pareja ve la persona que le ha tocado, te rechazará de todos modos, sin ni siquiera llegar a tocarte, ¿no has pensado en eso? Es peor ser una rechazada, que una amante, Liana. Te…conservaré.—Retiró la toalla de mi cara y rasgó mis bragas. Empujó mi cuerpo hacia la ducha.—Prepárate, vendré en media hora. Cancelaré mis asuntos y vendré a atenderte, Liana. Serás mi amante, ya lo decidí.
¿Su…amante?
¡No! ¡No podía convertirme en su amante! ¡Ya era muy malo ser la despreciada por mi manada! Ahora, si esto pasaba, arruinaba toda posibilidad con mi futura pareja porque el alfa me marcaría como suya y…eso…no…era bueno.