Me levanto de la cama con el cansancio haciéndose presente en mi cuerpo. Veo a través de mi balcón que aún no amanece. No sé cuánto tiempo tengo dando vueltas en la cama sin poder dormir debido a los dolores. Ya se habían tardado en aparecer. Paso mis manos por mi rostro, me estiro y bostezo. Decido caminar un rato para destensar mi cuerpo, y ver si el dolor se va por un par de horas. Por lo menos para poder dormir. Tomo del diván un suéter grueso de lana que le pertenece a él. Estaba en la cabaña, y luego de nuestro mágico he intenso momento, él mimo me vistió para poder soportar el frío. Desde esa tarde lo tengo, y lo uso para dormir. Huele a él. Me coloco mis pantuflas afelpadas, y voy al baño a lavar un poco mi cara y mis dientes. Unos minutos de pues, salgo de mi habitación con