Al llegar a la mesa, me doy cuenta de que ya todos se han ido, y ahí está el. Al verme, se coloca de pie y ajusta el saco de su traje sin dejar de mirarme. —Espero no haberte hecho esperar demasiado —me disculpo con él —Quiero mostrarte algo —extiende su mano hacia a mí. No dudo en tomarla, porque si algo tengo yo, es que soy muy curiosa. Hasta ahora, mi curiosidad me ha llevado por buen camino. Lo que experimenté en la tina, fue fenomenal, y la curiosidad fue la que me impulsó a hacer tal acto de placer totalmente desconocido para mí. —Muéstrame. Ambos salimos del restaurante tomados de la mano. Ya nuestro auto está afuera esperando por ambos, así que no nos toma mucho tiempo entrar en el. Durante todo el camino, Albert se ha mantenido en silencio, pero sin dejar de soltar mi mano