Es increíble cómo se instala en nuestra mente y corazón, la sensación de que el tiempo se ha detenido o pasado con lentitud, cuando hay alguien a nuestro lado llorando. Estoy segura, de que él no tiene ni una hora de rodillas llorando con dolor y amargura, pero se siente como si fuesen horas de agonía. ¿Por qué? Aunque ya no llora como al principio, sus quejidos y sollozos aún persisten. Ahora en parte comprendo su actitud fría, y su desafecto a las personas. Solo un poco, porque algo dentro de mí, me dice que hay algo más que lo atormenta. Nada más espero saber que es. Dejo de tocar su hombro y me atrevo a tocar su cara. Con mi mano, sujeto su mentón y con delicadeza lo hago girar para que me vea a los ojos. Acerco mi otra mano, y con mi pulgar limpio las lágrimas que aún ruedan por