Estoy asustada. Los oficiales hace veinte minutos que se han ido, y me han dejado aquí encerrada. El señor Brown dijo que vendría por mí, pero aún no aparece. No quiero volver a Arabia. Me rehúso a volver en busca del favor del hombre que me echó a la calle sin importarle mi bienestar. No quiero que vean que he fallado. No quiero que se ría de mí, y diga que ha causa de mi pecado y desobediencia este mal me ha pasado. Haré lo que sea, con tal de no regresar. La puerta de esta fría habitación es abierta, levanto mi rostro, y es ahí donde lo veo. Viene detrás del mismo oficial que me trajo hasta acá con la amenaza de deportarme si no tenía a alguien que se hiciese cargo de mí. Es alto, tanto así que debo de levantar levemente mi cabeza para poder mirarlo. Sus ojos azules, tan azules