Elliot no contestó. Se encontraba concentrado en el pecho de la chica, que subía y bajaba con fuerza. Se le formó un nudo en la garganta, sin embargo, eso no le impidió mirarla a los ojos. -¿Acaso no piensas decir nada? -espetó. Cerró la mano en un puño y permaneció con la boca cerrada. ¿Qué podía decirle? Él mismo había encontrado pruebas que le incriminaban en la casa de Gabriel cuando se adentraron para investigar y aún sin ellas, tarde o temprano lo sabría. En vez de eso, se acercó a ella y apoyó la mano en su cintura. Sus ojos verdes brillaban con una furia evidente, pero sabía que su tacto había provocado algo en ella o al menos eso quería pensar él. -¿Cuánto tiempo planeas quedarte callado? -exigió nuevamente. Él suspiró y apoyó su frente en la de las chica. -Tengo la impresió