Los besos entre ambos se intensificaban a medida que el calor que sentían se incrementaba. En algún punto de todo aquello, perdieron la noción del tiempo, dejándose llevar por las ganas que se tenían. Estaban completamente solos en la habitación tras una puerta cerrada y, por una vez, nada parecía ser capaz de detenerlos. Elliot paseó las manos por su cintura, acercándola todo lo que podía a su cuerpo. Como siempre, el vestido no le servía para nada. Solo era una barrera más para llegar a esa suave piel que permanecía oculta por varias capas. Frustrado. Metió las manos bajo la falda sin abandonar su boca con la esperanza de poder catar un poco de aquella piel. Un jadeo proveniente de la chica hizo que su corazón se acelerada aún más mientras degustaba por completo su sabor. Lo había n