21 de junio de 1885 Desconocido Aflojó el paso cuando sintió que se había alejado lo suficiente de los callejones que llevaban a la gran mansión que asomaba al otro lado del pavimento. Sabía que tenían dinero, y guardias, pero jamás habría esperado tantos como aquellos. No iba a ser una misión sencilla. Con cuidado, cruzó a lo largo de un pequeño tabique que le llevaba hacia el inicio del muro. Ahora sólo necesitaba cruzarlo con cuidado de que los perros no lo detectaran (lo más difícil de todo) y luego el resto sería pan comido. Se inclinó sobre la pierna derecha y echó un último vistazo antes de saltar con fuerza sobre el tabique para agarrarse a una de las ramas que se encontraban sobre la dura piedra del muro. Un olor, como a ceniza, se instalaba a su alrededor. Eso no era bue