Capítulo 4

1826 Words
Pasaron los 15 minutos de descanso y volvimos a la cancha para terminar el partido. Era obvio que los chicos del otro equipo se habían puesto las pilas y ahora tanto la defensiva como la ofensiva estaban duras; mejor que la de nosotros ahora. Fue tanto que yo tuve que irme de defensa para sacar el balón de allí de una puta vez. Gracias a Dios y a nuestra bien mejorada defensa no nos metieron goles, y el partido quedó 3-0, con goles míos por supuesto. Con el corazón palpitando a mil, todos nos ubicamos en fila para ver qué decisión tomaban los jurados. El primero en levantarse fue Ronin Van Persie, con la planilla en su mano y muy serio. Luego se levantaron Clooney y Jake. Listos para el veredicto de los 10 seleccionados para la eliminatoria final. -Queremos decirles que todos han jugado increíble – comenzó Clooney –. Tienen un rendimiento increíble, pero hay algunos que se destacaron más que otros evidentemente. -Nombraremos a los 10 seleccionados – dijo Clooney mirando a Jake. -Hagger – empezó, y un rubio de mi equipo pasó al frente – Jackson, M'Donald, Bloom, Hyland, Hardwird, Gómez, Bradley, Gibbs, Hammill – mi corazón estaba que se explotaba – Wood. Los jueces le estrecharon la mano a los demás que no quedaron seleccionados. Los muchachos, entre ellos mi amigo Andrew, se dedicaron a sentarse en las graderías para ver el resto de la competencia. Lo demás fueron puros retos físicos. Nos colocaron a hacer carreras para ver quién era el más rápido, y también varios ejercicios de resistencia; en todos me fue muy bien. Ya terminadas las pruebas los jurados hablaron a solas un momento para tomar la decisión final.   Mi corazón palpitaba a mil. Vi como el coach, Jan Gaal, se acercaba y hablaba también con los jurados, y no sé si fue alucinación mía, pero me vio directamente a los ojos mientras hablaba con Clooney. -Ya hemos escogido al nuevo jugador de nuestro equipo – dijo Clooney mirándonos a cada uno a los ojos –. Por su resistencia, buen juego y agilidad. -Y el nuevo jugador del Manchester United es...- decía Jake mientras mi corazón estaba que se explotaba – Ethan Wood. Me dieron unas ganas inmensas de gritar como loca pero recordé que estoy fingiendo ser hombre así que me contuve. Los demás chicos me miraron con una notable cara de envidia y se dedicaron a recoger sus cosas y a despedirse de Jan Gaal y de los jurados. Yo del shock no podía ni moverme, sólo le agradecía a Dios por haber cumplido mi sueño. -Bienvenido – me dijo Clooney mientras nos estrechábamos las manos –. Eres espectacular, justamente lo que necesitamos. -Más ahora que nuestro equipo está en decadencia – dijo Persie y Jake le dio un fuerte codazo - ¡Auch! ¡Saben que es la verdad! -Les prometo que daré lo mejor de mí – dije seriamente y no evité ver los ojos zafiros de Jake - ¿Cuándo empiezan las prácticas para el próximo partido contra el Real Madrid? -Mañana mismo – dijo Clooney con un tono claro de preocupación –. No serán un rival fácil así que tendremos que entrenar lo más que podamos. -Nos vemos mañana – me dijeron los tres, y casi me derrito cuando Jake me sonrió. Hablé un rato con Jan Gaal. Me quedaría en una casa en donde viven los demás jugadores (los suplentes, que no les pagan lo mismo que le pagan a los titulares y por ende no pueden comprar una casa) y que tendría que asistir al consultorio del fisioterapeuta del equipo a primera hora para que me hiciera el examen físico. ¡Mierda! Era obvio que se daría cuenta de que soy mujer al hacerme el susodicho examen.   La idea de tener que vivir con puros hombres me aterraba, pero no había opción. Mis padres no me darían dinero para comprar una casa o un apartamento. Regresé al hotel junto a Andrew y arreglé mis cosas, dejando la maleta lista para irme mañana a primera hora. Me metí al baño para quitarme el sudor y las energías pesadas de mi cuerpo, pensando en cómo rayos haría mañana en el examen físico. No había más opción que confiar en el fisioterapeuta y rogarle que no le diga a nadie que soy mujer. Salí del baño envuelta en mi toalla y vi a Andrew acostado en su cama mirando al techo, claramente con una actitud depresiva. -Andrew – susurré y me senté en el borde de la cama –. Sé que era tu sueño. -No importa – dijo y se sentó, mirándome con una leve sonrisa –. Estoy feliz por ti. -Tengo miedo de que me descubran. -No lo harán – me dijo dándome un abrazo sin importarle que estuviera mojada –, y si lo hacen será después de que hayas ganado balones de oro y se sentirán muy orgullosos de haber tenido a una mujer como su campeona. -Gracias – dije recostando mi cabeza en su hombro – eres un buen amigo. Ya era hora. Me alisté con la sudadera del equipo y Andrew me ayudó a llevar mi equipaje al taxi. Nos despedimos con un fuerte abrazo y partí al consultorio fisioterapéutico del equipo. Al llegar tuve que esperar un rato; mientras lo hacía, tomé un café bien cargado. Los nervios estaban a punto de comerme viva. La secretaria me dijo que ya podía pasar, y yo solo rezaba a medida que iba entrando al consultorio del Dr. Wilson.   Vi a un señor canosito de aproximadamente 60 años escribiendo cosas en su computadora. Me miró con esos ojos tiernos que me hicieron recordar a mi fallecido abuelo y me sonrió, indicándome con un ademán que me sentara en frente suyo. -Así que tú eres Ethan Wood, el nuevo diablo rojo. -Así es – dije tímidamente. -¿Cuántos años tienes? -18...los cumplí hace un mes. -Bien – dijo mientras escribía en su computadora –. Empezaremos entonces con el examen físico, ve al baño y quítate la ropa, puedes dejarte la ropa interior obviamente. Mi corazón empezó a palpitar fuertemente. No sabía cómo rayos el viejo reaccionaría cuando se diera cuenta de que era mujer. Todo mi sueño se iría para la basura y probablemente me arrestarían por usurpar una identidad. -Tengo algo que decirle – dije con un gran nudo en mi garganta –, y por favor le ruego que me ayude a guardar el secreto. -¿De qué trata, hijo? – preguntó de forma paternal y con preocupación. -Soy mujer – dije cambiando mi tono de voz varonil a mi tono de voz normal. El viejo se quedó mirándome fijamente a los ojos, tal vez para ver si no estaba mintiendo. Luego se recostó en su silla y se masajeaba la barbilla con sus dedos. -¿Y por qué estás aquí? -Sé que es una locura doc, pero el fútbol es mi pasión, mi sueño es ser una gran futbolista así tenga que fingir ser hombre para lograrlo – dije con lágrimas corriendo por mis mejillas - ¡Le ruego que me ayude y no le diga a nadie! ¡Se lo imploro!   -Pero tendré que hacerte aun así el examen físico para ver que tal estás – dijo y me sonrió –. No te preocupes niña. Tu secreto está a salvo conmigo. -¡Gracias! – dije mientras me levantaba al baño –. Y mi verdadero nombre es Melanie. Después del examen me dirigí al estadio, lista para empezar con el primer día como jugador del Manchester United. Llegué a los vestuarios y la encargada de uniformes me dio el que sería mi uniforme de entrenamiento mientras que hacían mi uniforme oficial con el número 22 y el apellido ''Wood''. No queriendo que me vieran por obvias razones, me cambié en el baño y salí a la cancha muy emocionada. Vi a Jake, Persie, Clooney y los demás titulares calentando en un lado de la cancha, mientras que a mí me tocó con los suplentes. -¿Cuál es tu nombre, novato? – me preguntó uno de los muchachos. -Ethan Wood – le respondí mientras hacía mis sentadillas. -No es por bajarte los ánimos chico...- empezó a hablar otro, que parecía ser el más mayor –, pero al igual que nosotros, te va a tocar estar en las bancas por muuuuucho tiempo. -Eso lo tengo muy claro – dije relajadamente –, y eso no me baja los ánimos. Cuando terminamos de calentar, Jan Gaal nos dio una pequeña charla sobre los puntos débiles de la casa blanca, diciéndonos algo que ya sabíamos claramente: Marcelo era un pésimo defensa, y que no podíamos perder de vista a los jugadores principales. Pero sentí que esa charla sólo fue para los titulares, ya que obviamente ellos serían los que se enfrentarían los 90 minutos al equipo merengue. Fue un buen entrenamiento. Me hice muy amiga de Andrés Pereira, que también era parte del equipo de los suplentes, y era uno de los chicos con quienes compartiría casa.   Entramos a los vestuarios y me sentí en el paraíso para ser sincera; ver a hombres apuestos en interiores nunca será un escenario incómodo. Entré al baño y me cambié ahí, ni loca me cambiaría en frente de todos. Salí y vi a los titulares (Jake, Persie, Clooney, entre otros) en la tina de agua helada. -Lo sé, algún día estaremos ahí – me dijo de repente Andrés mientras se secaba su n***o cabello (cabe decir que este chico es muy apuesto) y miraba a los jugadores como si fueran dioses –. Esa tina sólo es para los titulares. Salimos rumbo a la que sería mi nueva casa. Aparte de Andrés, también vivían allí Powell, Cleverley, Amos y Wilson. Sería una pesadilla tener que ocultar mi secreto de que soy mujer conviviendo con 5 hombres. Los chicos me ayudaron con el equipaje y me guiaron a la que sería mi habitación. Era pequeña pero confortable, y la ventana daba vista a gran parte de la ciudad de Manchester (cabe mencionar que la casa estaba ubicada en la cima de una montaña alejada de los suburbios de la ciudad, y que estábamos en la finca privada de uno de los directivos del equipo). Andrés me dio un rápido recorrido por la casa de 2 pisos, y me dio unas breves indicaciones de cómo y a qué horas se utilizaba la lavadora y el secador de ropa. Me encerré en mi nueva habitación y al sacar mi iPhone pude ver 30 llamadas perdidas de mis padres, era una buena señal que me hubieran llamado al fin. -¿Cariño estás bien? – oí preguntar a mi madre al otro lado de la línea. Apenas le timbré no tardó en contestar. -Estoy bien mamá. -Andrew nos dijo que te aceptaron – dijo y pude notar como se cortaba su voz para empezar a lloriquear –. Aunque aún nos cueste asimilar lo que está pasando, tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti. -Gracias mamá – dije sintiendo como una lágrima resbalaba por mi mejilla –, espero verlos pronto. Seguimos hablando un buen rato. Le dije que el fisioterapeuta del equipo era el único que sabía mi secreto y que podíamos confiar en él, y le di la dirección de mi nueva casa para que me enviara mis pertenencias; todas menos la ropa de mujer.
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