Salimos del almacén Adidas con aproximadamente 13 bolsas, todas con ropa deportiva para mí, guayos, ropa interior (de hombre, claro) y lo acomodamos en el baúl del auto de Andrew, junto a las otras bolsas de otros almacenes en donde compramos ropa más informal.
-Creo que ya me gasté la mesada de todo un año – dije viendo mi billetera y notando que solo me quedaban 2 libras - ¿No falta nada más?
-Creo que no – dijo cerrando el baúl y dirigiéndose a la puerta del conductor –. Vamos, tenemos que dormir bien si queremos rendir.
Me subí al auto y partimos directo a la casa de Andrew. Yo dormiría en su casa y en la mañana partiríamos juntos al aeropuerto, listo para cumplir nuestro más grande sueño. Los padres de Andrew ya sabían todo el asunto, y me apoyaban...ojalá mis padres fueran así.
Andrew descargó todas las bolsas en la habitación de huéspedes cerca de donde estaban mis maletas y me observó detenidamente.
-¿Qué? – le pregunté al ver que no dejaba de mirarme.
-Nada...solo...- titubeó –, pareces hombre.
-Pues eso es justo lo que quiero ahora – me lancé a la cama y saqué mi celular para ver si tenía alguna llamada perdida de mis padres...nada –. Cuanto se nota que me quieren.
-Melanie – dijo en un tono comprensivo y se sentó a mi lado –. Solo deja que asimilen más lo que está sucediendo. No debe ser fácil para ellos ver que su niña se está convirtiendo en un niño.
Le di un codazo estando aún acostada, pero con la suficiente fuerza para que le doliera. Él sólo soltó la risa y se recostó a mi lado, mirando al techo y con los pensamientos a flote.
-Ya verás lo bien que nos irá – dijo con una gran sonrisa en su cara - ¿Quién quita que nos escojan a los dos?
-Sólo escogerán a un jugador.
-¡No estás ayudando en nada, Wood!
Desperté cuándo un rayo de luz solar golpeó contra mis ojos cegadoramente. Abrí lentamente los ojos y sentí un peso en mi abdomen. Levanté la sabana y vi la cabellera rubia de Andrew. Creo que ahora recuerdo...nos habíamos quedado dormidos después de hablar sobre técnicas de juego que usaríamos para la competencia.
-¡Dios! ¡Andrew! – exclamé al ver el reloj. Faltaban 20 minutos para que nuestro vuelo saliera - ¡Se nos ha cogido la noche!
Pateé a Andrew y lo mandé al suelo sin querer y me metí rápido a la ducha. Me bañé en un 2x3 y con la toalla a medio poner salí a buscar en mi maleta la ropa que usaría.
-Uff...te has estado ejercitando – oí decir al idiota desde la cama.
-¡ALISTATE YA! – grité.
Él se metió rápidamente al baño y yo me dediqué a arreglarme como debía ser. Cogí unos boxers de los que me había comprado en Adidas y le puse un par de pañuelos para que simularan ser un paquete y me los puse. Oculté mis pechos (ahora sí agradezco que no sean grandes) con una venda elástica; me puse jeans negros, camisa blanca y chaqueta negra de cuero. Y para calzado, unos tenis Adidas blancos con rayas negras. Cuando Andrew salió del baño y se alistó, me peinó de tal forma que parecía Brad Pitt cuando joven.
Salimos apuradamente con las maletas y cogimos un taxi hacia el aeropuerto. ¡Mierda! el vuelo sale en 5 minutos. Llegamos y corrimos hasta donde te revisan que no lleves drogas y todas esas cosas y al fin abordamos. La azafata nos miró feo. El vuelo se había retrasado 10 minutos por culpa de nosotros.
Después de lo que para mí fue una eternidad, aterrizamos en el aeropuerto de la ciudad de Manchester. Cuando nos íbamos a bajar del avión le iba a tomar la mano a Andrew, pero recordé que ahora soy hombre y no lo hice. Fuimos por nuestro equipaje y salimos a coger un taxi. Mientras esperábamos puede ver a un grupo de porristas que al parecer también acababan de llegar y noté como me miraban de forma lasciva ¡ugh!
Cogimos el taxi y nos dirigimos al hotel que el Manchester nos había asignado. Era cinco estrellas y muy bonito, mejor que en los hoteles de cuarta en donde me acostumbraba a quedar cuando iba de viaje con mis padres a las islas de España.
Nos dirigimos a la recepción y vimos a varios muchachos de nuestra edad. Al parecer todos los aspirantes a ser jugadores del United se quedarían en el mismo hotel. La recepcionista nos dio las llaves de la habitación y subimos en el ascensor. Apenas entramos descargamos las maletas cerca de la puerta y nos tumbamos en nuestras respectivas camas.
-Hay una cancha cerca – dijo Andrew mirando al techo – debemos entrenar.
-Quiero desayunar algo antes.
Subimos hasta el buffet del hotel y casi se me cae la mandíbula al ver la variedad de comida que había: cereales, frutas, huevos ¡de todo!
Andrew y yo casi acabamos con todo el buffet, y al reposar un rato sentados en las mesas, regresamos a la habitación para alistarnos e ir a entrenar. Cuando ya estaba lista, con la camisa blanca del United, pantaloneta y guayos me miré al espejo. Sí que parecía un hombre...un hombre muy apuesto, claro.
Con nuestras maletas repletas de toallas para el sudor y botellas de agua salimos rumbo a la cancha que había cerca del hotel. Al llegar vimos que habían varios muchachos de los que vimos en el hotel entrenando.
Primero calentamos un rato y estiramos para no ser víctimas de una lesión, y luego nos metimos al juego con los muchachos que también aspiraban a ser jugadores del United. Eran muy buenos todos. Eso me asustaba. Hice 5 goles impresionantes en menos de media hora y todos los chicos se quedaron sorprendidos, me preguntaban de donde era, y yo...con voz forzada de hombre, les respondía que de Londres.
Llegó la hora del almuerzo y todos nos dirigimos al hotel. Me duché rápidamente y me puse la camisa azul de United con unos jeans y converse, y cuando Andrew ya estuvo listo, subimos a almorzar.
Podía ver el entusiasmo de los aproximadamente 18 muchachos que el United había seleccionado para la competencia. Todos iban a por el puesto, y todos estaban seguros de que los escogerían.
Amaneció. Sentí cómo Andrew me halaba de los pies para que me levantara. Vi el reloj y aún teníamos tiempo. Me duché con calma, pidiéndole a Dios para que me diera la oportunidad de pertenecer a mi equipo favorito, y de conocer a mi ídolo, Jake Harrison.
Cuándo ya estuvimos listos, desayunamos rápidamente y un bus del equipo llegó por todos nosotros. A medida que el bus avanzaba, mi corazón cada vez latía más rápido. También pude ver el nerviosismo en la cara de Andrew.
Llegamos al glorioso Old Trafford. Y casi me atraganto con mi propia saliva al ver al genio más genio de todos: Louis Jan Gaal, el couch.
-¡Bienvenidos, jóvenes futbolistas! – Dijo con su característica voz autoritaria – es un gusto tener a jóvenes talentos como ustedes hoy aquí y espero que disfruten de esta experiencia. Las cosas se harán de la siguiente manera: se dividirán en 2 equipos. Uno se pondrá la camisa blanca y el otro la azul. Haremos un partido común y corriente, y tendremos como jurados a Clooney, Van Persie y Jake Harrison (mi corazón dio un salto en ese momento) y serán ellos los que se encargarán de elegir a los 10 finalistas. Luego a ellos los pondremos a hacer unas pruebas físicas y así se decidirá quién será el nuevo jugador del Manchester United.
El coach nos guió hasta los vestidores y ahí todos empezaron a organizarse en los equipos. Andrew y yo nos hicimos con los mismos chicos con los que habíamos jugado el día anterior, y nos pusimos la camisa azul.
Salimos a calentar y casi muero cuando vi a mi amado Jake Harrison dirigirse a una mesa junto a Clooney y Persie, que había sido ubicada cerca para que los tres jurados pudieran ver de cerca a los futbolistas aspirantes.
Y la competencia empezó. Los chicos del otro equipo jugaban bien, pero nadie podía contra mi evidente velocidad. Me adueñé del balón cuando pude y pateé desde media cancha. ¡GOL! Vi como los tres jurados anotaban algo en sus planillas y hablaban entre sí, mirándome.
Hice otro gol gracias a un pase de Andrew. Los demás chicos solo miraban asombrados, también los jurados, y entre ellos Jake. Pude llegar a hacer contacto visual con él. Hice otro gol en menos de nada; los defensores eran buenos, pero soy muy rápida.
Finalizó el primer tiempo y entramos a los vestieres. Obviamente no podía cambiarme en frente de todos, así que cogí la pantaloneta y la camisa y me metí en uno de los baños a cambiarme. Cuando salí, vi a Andrew hablando con... ¡JAKE!
-Ahí está – dijo Andrew señalándome.
Vi como Jake se me acercaba lentamente, con una leve sonrisa en sus hermosos labios y cómo me observaba con esos ojos azules zafiro.
-Así que tú eres el autor de los 3 goles – me dijo y yo sólo asentí –. Juegas bien, solo quería venir a felicitarte. Es obvio que ya estás dentro de los 10 finalistas.
-Gra-gracias – tartamudeé engruesando mi voz –. Quiero decirte que eres el mejor futbolista del mundo – dije sin poder evitar sonar emocionada.
-No se lo digas a Messi porque se enojará – dijo en una traviesa sonrisa y puso una mano en mi hombro –. Sigue dando lo mejor de ti, Wood.