Capítulo 1
Desperté cuando el ruidoso despertador timbró casi estallando mis tímpanos. Le di un fuerte golpe y callándose, cayó al suelo y creo que se dañó.
Me desperecé y me metí al baño. Tenía un importante juego hoy; mi equipo jugaría contra las HellCats de la universidad de Oxford, y si les ganábamos a ellas, era nuestro boleto para las competencias nacionales.
Después de darme un rápido baño, depilarme las piernas, aplicarme el relajante muscular, vestirme y recoger mi rubio y largo cabello en una coleta, bajé a desayunar. Mi madre ya tenía listo mi desayuno favorito: huevos revueltos con tocino y jugo de naranja.
-¿Alcanzarás a llegar a casa antes de las 4? – preguntó mi padre mientras leía el periódico y tomaba su acostumbrada taza de café.
-Eso creo… ¿por? – esa pregunta solo podía significar una cosa…
-Jugará el Manchester United hoy – dijo y rápidamente dejó tu periódico y su tasa sobre el comedor para taparse los oídos.
-¡AHHHH! – Grité sonoramente y mi madre también se tapó los oídos - ¡DIOS! ¡SE ME HABÍA OLVIDADO! – Volví a gritar felizmente casi dando saltitos estando aún sentada - ¡Dime que jugará Jake Harrison!
-Ya no está lesionado – dijo mi padre volviendo a su periódico y a su café – está más que listo para enfrentar al Barcelona.
-¡Ya se me hizo tarde! – dije mirando mi reloj de Hello Kitty y dándome cuenta de que quedaban 15 minutos para que empezara el partido - ¡deséenme suerte!
-¡Recuerda nuestro lema! – oí gritar a mi padre.
-¡Puedes hacer pases perfectos y jugar lindo, o hacer pases horribles y jugar feo, jugar justamente o tramposamente, pero gana el que haga los goles! – le respondí lanzándoles un beso a él y a mi madre.
Corrí lo más rápido que mis pies me permitieron hacia la universidad, mire mi reloj ¡5 putos minutos! Entré y descargué mis cosas rápidamente en el vestier, me puse el uniforme, los guayos y todo lo necesario para el juego, y salí a la cancha…ya estaban los dos equipos formados para cantar los himnos.
-¡Llegas tarde Wood! – Me gritó el entrenador - ¡A las bancas!
Me puse el saco del equipo y me resigné a sentarme en las bancas, viendo como la fastidiosa de Meredith Fletcher ocupaba mi lugar de delantera ¡zorra! ¡No es capaz siquiera de hacer buenos pases! ¡Menos un gol!
El partido empezó. Las HellCats de Oxford son unas chicas fuertes sin duda, pero mi equipo, las WestGirls son muchos más rápidas, y la número 12, mi mejor amiga Sabana Brown no tardó en hacer un gol a los 20 minutos del primer tiempo y así dejar temblando a las Hellcats.
-¡Vuelvan a sus posiciones! ¿¡O acaso no quieren hacer ni un solo gol!? – les gritó el entrenador de Hellcats a las chicas al ver que todas estaban amontonadas en nuestra zona de la cancha intentando defender ¡Grave error!
Otro gol de Sabana levantó un eufórico grito en toda la universidad, ya estábamos muy cerca de ser clasificadas en las nacionales de fútbol universitario femenino, solo teníamos que evitar que las Hellcats lograran hacer más de un gol.
Finalizó el primer tiempo y los dos equipos entraron a los vestieres para cambiarse y descansar un poco. Busqué a Sabana y le di un fuerte abrazo.
-¡Al fin pusiste en práctica la técnica que te enseñé! – le dije mientras le daba otro fuerte abrazo.
-¿Por qué llegaste tarde? – me preguntó haciendo de cuenta que estaba enojada.
-Se me hizo el tarde de nuevo – dije y le sonreí, estaba tan orgullosa de ella ya que era la primera vez que hacía más de un gol en un partido – pero estoy segura de que el couch me pondrá en el segundo tiempo.
El entrenador nos dio una rápida charla técnica antes de que empezara el segundo tiempo y nombró a las que saldrían a jugar. Nombró a casi todas las que jugaron en el primero, y me sorprendí cuando terminó de nombrar a las 11… ¿Dónde rayos estaría yo?
-Profe – lo llamé mientras me le acerqué y le puse mi típica cara de perrito pidiendo comida - ¿No me pondrá a jugar?
-Es tu premio por llegar tarde – me dijo y me hizo una mirada de ¡NO HABLES! Y volvió a la cancha. Yo solo le seguí el paso a las bancas con una mirada melancólica.
El segundo tiempo empezó con un claro cambio en el ataque de las HellCats, adueñándose del balón la mayor parte del tiempo y haciendo unos pases peligrosos. Una de las jugadoras, alta y pelinegra, iba a hacer gol cuando la zorra de Meredith le metió la pierna en un intento de quitarle el balón, lanzándola lejos y así haciendo una falta merecedora de un penalti.
Nuestra arquera estaba evidentemente asustada. La capitana de las HellCats sería la encargada de cobrar el penal. Con una patada poderosa el balón rozó las manos de nuestra arquera y el primer gol de las HellCats le dio esperanza a la hinchada. 15 minutos después llegó otro gol por parte de una jugadora rubia de apellido ‘‘Kent’’ ¡Que chistoso! Me recuerda a Clark Kent.
-¡Wood! – Oí gritar al entrenador – empieza a calentar, cambiaré a Meredith por ti.
Me quité el saco y empecé a calentar ansiosamente. Di unas cuantas vueltas por toda la cancha mientras veía el fuerte juego y la desesperación de mis compañeras.
El árbitro me dio la indicación de que ya podía podía entrar, y vi como Meredith, con cara de pocos amigos, se acercaba y salía de la cancha sin siquiera mirarme. Yo entré y me ubiqué en mi posición.
-No son buenas en el juego aéreo – le dije a Sabana rápidamente – tenemos que lograr un tiro libre o un tiro de esquina a favor de nosotras, o hacer lanzadas altas.
-¿Cómo lo haremos?
-Al estilo Neymar – dije en una traviesa sonrisa – tirarnos.
Y efectivamente, 10 minutos después, Sabana sintió como cerca del área una chica del equipo contrario le tocaba el tobillo y se tiró al suelo, haciendo caras de dolor. El árbitro pitó y sacándole tarjeta amarilla a la chica (ya que tras de eso había cometido una falta anteriormente) anunció el cobro de tiro libre.
-¡Aquí vamos! – exclamé y me ubiqué para ser yo la que cobrara el tiro.
Vi como las HellCats hacían desesperadas una barrera, y las chicas de mi equipo tratando de retenerlas por si querían dar un cabezazo para sacar el balón de ahí. El árbitro pitó y tras tomar aire, me impulsé y con mi pierna izquierda le di una fuerte patada al balón. Las HellCats intentaron detenerlo con un cabezazo, pero como ya dije…no son buenas para el juego aéreo. La arquera se fue para el lado que no era, y el balón entró perfectamente tocando fuertemente la red.
La hinchada de la U volvió a gritar y a darnos ánimos para hacer un gol más. Y justo 5 minutos antes de que acabara el partido, hice un gol desde media cancha y sin necesidad de hacer trampa de nuevo.
El empate no nos serviría, y quedaban 4 minutos más. Sabana le quitó el balón a una de las HellCats y me lo pasó, y yo, desesperadamente, ignoré a las 5 chicas que se me venían encima con el propósito de quitarme el balón. Cerré los ojos y pateé. No quería si quiera ver.
Oí un fuerte grito de la hinchada. Abrí los ojos y vi como la arquera de las HellCats casi que lloraba. Todas las de mi equipo se acercaron para abrazarme, y segundos después, el árbitro pitó anunciando el final del partido. ¡Las WestGirls estábamos oficialmente clasificadas para las nacionales!
-¡Esto debe celebrarse! – Decía Sabana mientras nos cambiábamos en los vestieres - ¡Fiesta en mi casa esta noche! ¡Y con muchos chicos incluidos!
-No podré ir – dije recordando el partido del Manchester United –. Hay un partido del Manchester a las 4.
-Lo ves y luego pasas para mi casa, no hay problema – dijo Sabana recogiendo sus cosas –. Hay un chico que te quiere conocer ¿no me digas que los dejarás con las ganas?
Regresé a mi casa. Mis padres no volverían hasta las 7 por sus trabajos así que tenía que verme el partido sola. Encendí el TV en el canal ESPN y vi al amor de mi vida calentando: Jake Harrison.
Él, junto a Clooney y el papasito de Van Persie estaban preparando sus músculos para el que sería un duro partido contra tal vez el mejor equipo de España: el Barcelona. Y luego las cámaras enfocaron al coach, Jan Gaal.
-¿Es cierto que harán un especie de concurso para elegir al nuevo jugador del United? – le preguntó una periodista al técnico de mi equipo favorito.
-Queremos darle la oportunidad a un joven novato con talento que no ha tenido la oportunidad de pertenecer a equipos importantes, de formar parte del nuestro – dijo el coach con orgullo –. Las inscripciones están en la página oficial del equipo.
¡OH POR DIOS! ¡Esta es mi oportunidad! Pero…cierto que soy mujer. ¡No importa! ¡Haré hasta lo imposible para no desaprovechar una oportunidad así!