Me levanté a las 5 a.m.…lo sé, muy temprano. Me ejercité un rato en mi habitación con abdominales, sentadillas, y un poco de pilates. Me di una relajante ducha y me vestí con la sudadera del equipo. Por la soledad de la casa supuse que los otros chicos no se habían levantado, y cómo costumbre mía, decidí hacer el desayuno para todos (era lo que yo comúnmente hacía en mi casa los fines de semana).
Revisé la nevera y vi que sólo había bebidas energizantes y una manzana, nada apto para un desayuno de seres humanos normales; así que cogí mi billetera y caminé un buen rato para ir a la tienda más cercana. Compré algunos huevos, mucho tocino, un tarro de café, algunas frutas y yogures.
Al llegar todavía nadie se había despertado, así que tenía más que el tiempo suficiente para hacer un buen desayuno para 5 personas. Cuándo ya estaba casi listo, pude oír las regaderas de las otras habitaciones, así que me apuré a servir el café y todo lo demás. Ya la mesa estaba lista.
El primero en bajar fue Andrés, que evidentemente se quedó sorprendido.
-¿Eso es para nosotros o todo te lo comerás tú? – preguntó acercándose al comedor y mirando con ansías los platos.
-Pues no creo que todo esto me quepa.
-¡WOW! – Escuché exclamar a Wilson - ¡Ni siquiera teníamos comida en la nevera! ¿Qué pasó?
-Fui a la tienda de abajo y compré algunas cosas – dije mientras todos nos sentábamos - ¿Qué desayunan entonces normalmente?
-Energizantes – respondieron todos al tiempo mientras tomaban sus tenedores y atacaban el plato.
-Se nota – dije al recordar que la nevera estaba llena de dichas bebidas llenas de cafeína y sabores artificiales.
-¡Esto está delicioso Ethan! – Me dijo Powell mientras terminaba rápidamente con su plato - ¡Gracias, novato!
-No hay de qué – dije con una sonrisa de gato rizón en mi cara.
Terminamos de desayunar y partimos al estadio en el auto de Powell. Prendimos la radio en una estación deportiva y el locutor no dejaba de hablar del enfrentamiento que tendríamos con el Real Madrid; decía que nos faltaba mucho ataque y que los galácticos de seguro nos ganarían.
-¡Pamplinas! – Dijo Powell cambiando la emisora - ¡Somos mejores que esos niños picaditos!
-Charles Ronaldo da miedo – dije inocentemente, y sólo me gané una mirada inquisidora de todos.
Llegamos al estadio y empezamos otro día de duro entrenamiento. Una vez más me correspondió entrenar con los suplentes, mientras que de a ratos podía ver a los titulares, y entre ellos a mí amado Jake. Luego me concentré en hacerle un poderoso túnel a Andrés cuando de pronto sentí un fuerte golpe en mi cara. Un balón me había golpeado y ahora me encontraba tirada en el césped, teniéndome la nariz y la boca con la mano para evitar que saliera un chorro de sangre. Por los comentarios de mis compañeros, supe que el balón había sido pateado por Jake.
-¡Abran paso! – Escuché gritar a Clooney y vi que se arrodilló en frente mío - ¡Maldito Jake! ¡Siempre sucede cuando hay un novato! – dijo mientras me examinaba la cara.
-¿Está bien? – escuché hablar a Jake, pero yo estaba tan adolorida que no tenía cabeza para mirarlo. Ni el genio para hacerlo.
El coach Jan Gaal llegó para poner todo en orden y trajo a unos enfermeros que me condujeron caminando (no acepté ir en camilla) al interior de los vestidores para que me trataran.
Gracias a Dios no se me había roto la nariz ni se me había partido un diente, así que sólo me limpiaron y pusieron una venda en la parte de mi labio que más había sido afectada. Los enfermeros se fueron y yo saqué mi pequeño espejo para verme la cara ¡Mierda! Me quedaría un gran morado en el ojo. Sentí que alguien venía y lo guardé rápidamente.
-¡Ethan! – era Jake. Se veía muy agitado – ¿Estás bien? ¡No sabes cuánto lo siento!
-No pasa nada – dije tranquilamente y con una sonrisa –. Le puede suceder a cualquiera.
-No, enserio, lo siento – dijo y se sentó en la banca que estaba en frente mío ¡Por Dios! ¡Estaba tan cerca de mí! Podía ver sus ojos zafiro –, y quiero recompensártelo.
-¿Cómo?
-Le rogaré al coach que te deje jugar los últimos 10 minutos del partido con el Real – lo dijo tan seriamente que casi me lo creí.
-Jan Gaal no se arriesgaría así.
-¡Eres un buen jugador! ¿O acaso es que dudas de tus habilidades?
-No…
-Entonces… - dijo con una hermosa sonrisa en sus labios mientras se paraba –, jugarás en los últimos 10 minutos.
Para un técnico siempre sería riesgoso poner a jugar a un novato que sólo lleva una semana de entrenamiento, y más si es contra un equipo titán como el Real Madrid. Ellos sinceramente me daban miedo; pero si Jake quería pagar el balonazo que me dio de esa manera, bien pueda.
Almorzamos ahí mismo en el estadio y tras una hora de reposo, seguimos entrenando. Esta vez tuve la oportunidad de entrenar con los titanes (los titulares: Jake, Persie, Clooney, etc…) ya que querían mejorar la táctica de los suplentes. Andrés recibió uno que otro regaño de Clooney, Powell no paraba de hacerle preguntas a Persie sobre cómo hacer los goles de cabeza al cobrarse tiros libres y/o tiros de esquina; yo sólo estaba hipnotizada viendo como Jake nos mostraba sus técnicas de pases.
Al terminar al fin con el tedioso entrenamiento, nos dirigimos a los vestidores. Otra vez volví a tener la exquisita imagen de todos los guapos hombres en interiores dirigiéndose a las duchas… ¡Mierda! ¡Yo estaba sudando como un caballo y hablarían mal de mí si no me bañaba! El día anterior no lo había hecho ya que había entrenado sólo hasta medio día.
-¿Vienes, Wood? – me preguntó Andrés mientras caminaba a las duchas.
-Bueno…yo…- trataba de encontrar una excusa. Andrés sólo me miraba con cara de interrogante -, mi religión no me permite mostrar mi cuerpo a otras personas – no tuve nada más que inventarme.
-¿Eres mormón o algo así? – preguntó casi burlándose.
-¡SI!
-En los baños hay una ducha individual con puerta…ahí se bañaba Powell hasta que lo hicimos cambiar de religión.
-Gracias – dije tímidamente y cogí mis cosas y me dirigí a la susodicha ducha.
Me bañé y cambié rápidamente y salí. Di mi lasciva mirada a la tina de los titulares (no me culpen, hay que admitir que todos están muy buenos) y busqué a Andrés, que estaba ya listo para irse.
-¿Y los muchachos? – pregunté, refiriéndome a Powell, Cleverley, Amos y Wilson.
-Han salido ya. Creo que se fueron a comer con sus novias – dijo mirando la pantalla de su IPhone.
-Ok – dije y me senté a su lado, también para ojear mi celular. 10 llamadas pérdidas de mis padres.
-¿Qué tal si vamos a comer a McDonald’s? – preguntó Andrés con un brillo infantil en sus ojos.
-Creí que teníamos que seguir una dieta estricta.
-¡El coacch no lo sabrá! ¡Vamos!
Un amigo suplente de Andrés nos acercó al McDonald’s más cercano y entramos. Había poca gente, y aun así, no éramos lo suficientemente famosos para que alguien nos reconociera.
Andrés pidió un par de hamburguesas con Coca-Cola, mientras que yo sólo una con una limonada. Comíamos gustosamente cuando vi a alguien que no esperaba encontrarme en la ciudad de Manchester: Meredith Fletcher. Sentí cómo un pedazo de carne se atoraba en mi garganta.
-¡Toma gaseosa! – dijo Andrés alcanzándome su lata.
-¡No harás que rompa mi dieta! – dije cuando logré que el pedazo pasara.
Vi cómo Meredith se sentaba junto al que yo suponía que era su novio y miraban la carta. Andrés se dio cuenta de mi observación y me hizo una mirada cómplice.
-¿Te ha gustado esa chica?
-¿¡Que!? ¡No! - me defendí dejando de mirarla y tomando más limonada.
-¿Entonces?
-¡No es de tu incumbencia!
-¿Ves? ¡Te ha gustado! ¡Y lo peor es que ya tiene novio!
-¡Te daré un puñetazo si no te callas!
No sé qué rayos hacía la perra de Meredith Fletcher aquí en Manchester, pero no me convenía para nada.
Llegamos a la casa y me encerré en mi habitación. Me puse un pantalón de pijama y una camisa sencilla y llamé a mi madre; hablamos un buen rato y luego me pasó a papá, le conté sobre las nuevas técnicas que había aprendido y que de pronto jugaría en los últimos minutos del partido contra el Real, se emocionó muchísimo, y me juró que vería el partido por televisión.
Me tiré a la cama con las ganas de dormir cuándo el sonidito de pajarito de mi cel me avisó que me había llegado un mensaje en el w******p. Era mi amigo Andrew diciéndome que vendría el sábado para ver el partido.
Duramos chateando un buen rato, hasta que el sueño me consumió y caí en los brazos de Morfeo.
Soñé que estaba a punto de cobrar un penal. El arquero del Real Madrid, Kike Casillas, me miraba listo para tapar. Por las caras de mis compañeros y de los hinchas supe que ese gol era muy importante, tal vez era para un empate o para ganar no lo sé…solo sabía que tenía que hacer gol.
Escuché el p**o del árbitro retumbar en mis oídos y miré al lado derecho del arco, e hice la maniobra de la pierna como si fuese a lanzar el balón por el lado derecho. Kike se las creyó y se lanzó a la derecha, pero lo que hice fue un engaño y terminé pateando el balón hacía la izquierda, haciendo que entrara limpiamente en él y marcando el gol.
La hinchada se levantó y gritó eufóricamente, y mis compañeros, entre ellos Jake, me abrazaron y me felicitaron por haber marcado mi… ¿Segundo gol?