Pasaron unos días duros de entrenamiento, y al fin; llegó el esperado sábado. Nuestro juego con el Real Madrid.
Este juego era muy importante para nosotros, no sólo por el hecho de jugar con el titán de España, sino porque necesitábamos por lo menos 3 puntos para llegar a los octavos de la Champions.
El equipo merengue era el visitante, así que los empleados estaban organizando los vestidores lo mejor posible para que Charles Ronaldo y sus amigos estuviesen cómodos. Nosotros sólo nos sentamos en un espacio de los vestidores a escuchar la charla técnica de Jan Gaal por millonésima vez. Él parecía estar más nervioso que nosotros por el partido.
Ya una vez terminada la charla, nos dirigimos a los vestidores y encontré ya mi uniforme listo, con la dorsal 22 y encima el apellido ''WOOD''. Casi me dieron ganas de llorar al ya sentirme oficialmente parte del equipo.
-¡Los merengues ya llegaron! – gritó nerviosamente Andrés mientras entraba a los vestidores.
-¡Mira como tiemblo! – dijo Clooney sarcásticamente y todos soltaron la risa. A Andrés no le hizo mucha gracia.
-Pues a mí sí me da miedo.
-¡Tranquilo! – Dije tomando la camisa de entrenamiento para irme a cambiar al baño –. Ni siquiera jugaremos.
-Tienes razón.
El asistente de Jan Gaal nos dio la indicación de que ya podíamos salir a calentar. Primero salieron los titulares y detrás nosotros.
La cantidad de gente que había en el estadio era impresionante. Miles de hinchas de los diablos rojos y miles de madridistas estaban amontonados y coreando los nombres de sus futbolistas favoritos: Charles Ronaldo, Cooney, James, Van Persie,...eran algunos de los nombres que millones de personas gritaban a todo pulmón ¿Algún día toda esa muchedumbre llegaría a gritar mi nombre?
Solo tuvimos 15 minutos para calentar, luego entramos de nuevo a los vestidores a cambiarnos (yo me cambié en el baño). Minutos después nos ubicamos todos en fila para salir oficialmente a jugar. Los merengues se veían relajados; Ronaldo y James reían sin parar, Kike le preguntaba cosas a Chikarito, y unos chicos que también eran suplentes me miraban y según mi parecer estaban hablando de mí.
Salimos. Los titulares se ubicaron en la cancha para cantar el himno de la Champions, mientras que los suplentes nos ubicamos en las bancas, nerviosos de lo que podría llegar a suceder.
El partido empezó. Durante los primeros 10 minutos fuimos nosotros los dueños del balón, pero la casa blanca se puso las pilas y se adueñó de este, y tras unos pases perfectos por parte de Klaus y James y una patada poderosa de Ronaldo, el balón entró en la red, marcando así gol. Pude ver la cara de insatisfacción de Jake y los demás muchachos.
Pasaron otros 15 minutos en los que nuestros defensas (y los demás jugadores, incluso los que son delanteros) trataban a toda costa de evitar que el balón pasara de la zona, pero Clooney cometió una falta grave y fue merecedora de un cobro de tiro libre a favor del Real.
El que lo iba a cobrar era Ronaldo. Mi corazón empezó a latir a mil. Mi equipo formó una barrera desesperada para evitar que el balón pasara. Pero de nada sirvió. Ninguna cabeza del United fue capaz de tocar el balón, y el Real Madrid marcó su segundo gol.
Pude ver a Persie y a Jake pasándose las manos por su cabeza en signo de estrés y desesperación. Había que admitir que últimamente el equipo estaba muy mal. De 6 partidos de la Champions solo habían ganado 2 y empatado 1...necesitábamos ganar este o al menos obtener 3 puntos para no quedar fuera.
Finalizó el primer tiempo, y nos dirigimos a los camerinos. Los chicos obviamente entraron estresados y no querían que se les reprochara nada, pero Jan Gaal entró de un genio de mierda a los vestidores. Empezó prácticamente a regañar a Raymundo y todo el mundo y a decir por millonésima vez que detuviéramos a los delanteros (sobre todo a Ronaldo) como fuera, así nos sacaran tarjeta amarilla.
Los que jugaron se ducharon rápidamente y se cambiaron, hablaron un rato para cuadrar mejor la táctica del juego y se volvieron a formar, listos para empezar el segundo tiempo.
-Vamos a perder – dijo Powell mientras nos ubicábamos detrás de los titulares.
-¡Tú y tu negatividad! – le dijo Andrés dándole un calbazo - ¡Sólo espera a que nos saquen a jugar!
-¡JA! A veces pienso que estás en las drogas, Andrés – le respondió Powell cruelmente.
Empezó el segundo tiempo. Nosotros sólo mirábamos desde las bancas cómo nuestro equipo hacía lo posible para detener los posibles goles. Pero nuestros corazones parecieron dejar de latir cuando Toni Klaus marcó el tercer gol.
Vimos cómo varios de nuestros hinchas se paraban para abandonar el estadio, y cómo los madridistas los alentaban a hacerlo y parecían burlarse. Después del gol del alemán ya nuestro equipo había perdido las esperanzas, pude ver un decaimiento en Jake, Persie, Clooney y todos...lo cual no era bueno.
Cerca del minuto 12, Marcelo le hizo una grave falta a Persie justo en su delicada rodilla dejándolo tirado en el piso. Los del equipo médico entraron con la camilla a la cancha y tras examinarlo rápidamente y confirmar que el colombiano no podía seguir, lo sacaron en camilla de la cancha.
Jan Gaal nos miró a nosotros los suplentes con cara de inseguridad. Tenía que escoger a uno para reemplazar a Persie, y el único suplente con posición de goleador como Persie era yo; yo solo había entrenado una semana con el equipo, no tenía experiencia, y este era un partido importante. Jan Gaal no se arriesgaría. Pero vi como Jake se acercaba rápidamente al couch y le decía algo en el oído, y tras intercambiar miradas inseguras, Jan Gaal me hizo señas para que entrara al campo de juego.
El partido siguió. Yo tenía que calentar un poco primero ya que no podía entrar fría a jugar. Después de lo que creí horas me dieron la autorización para entrar en la cancha.
Sentí unos nervios de mierda. Jugar un clásico en un campeonato de la Champions no era lo mismo que jugar con un equipo universitario en las eliminatorias para competencias nacionales. Persie me indicó en donde me tenía que ubicar y le obedecí.
El balón no tardó en llegar a mis pies, gracias a un pase de Clooney. Vi un campito libre entre Bale y Marcelo, y casi que cerrando los ojos y rezándole a Dios, le di una fuerte patada al balón. ¡Gol!
Los hinchas del United que aún seguían en el estadio gritaron y empezaron a corear mi apellido. Los primeros en abrazarme fueron Jake y Clooney, y los otros no tardaron en venir a felicitarme. Cuando ya seguimos con el juego, pude ver que varios hinchas que se habían salido volvieron al escuchar que un novato suplente había hecho un gol.
No pasaron ni 10 minutos cuándo, tras un grave de error de un centrocampista de los nuestros que nos hizo perder el balón y prácticamente regalársela a Bale; no sé cómo rayos tuve las fuerzas de encararlo y quitarle el balón a semejante hombre tan alto y fuerte, y dar otra fuerte patada pasándosela a Persie, y este hizo que entrara en el arco. Marcando así nuestro segundo gol, devolviéndole las esperanzas a nuestra hinchada.
Persie celebró, pero luego se volteó para darme el crédito y abrazarme. Los merengues sólo me miraban de forma extraña, como si estuvieran preguntándose ''¿Quién rayos será ese chico?''.
Poco después gracias a un pase de Blind, Jake hizo gol, marcando así nuestro tercer gol y empatando, pero un empate no nos conformaría. Calculaba que faltaban ya 5 minutos para que se acabara el partido. Clooney me pasó el balón desde media cancha y corrí con él dispuesta a hacer el cuarto gol, pero sentí una fuerte patada en mi muslo que me hizo caer de bruces. En el área de gol. Penalti.
Los merengues protestaron, pero era obvia la falta. Kike Casillas se fue preparando para intentar tapar el penal, y los demás se ubicaron en línea.
-¡Wood! ¿Qué estás esperando? – me gritó Jake ¿Acaso quería que cobrara el penal? ¡Un suplente nunca cobraba un penal!
Pero le hice caso, no me perdería esta gran oportunidad. Me ubiqué en la zona de pateo y respiré hondo, mirando el balón.
Escuché el p**o del árbitro retumbar en mis oídos y miré al lado derecho del arco, e hice la maniobra de la pierna como si fuese a lanzar el balón por el lado derecho. Kike se las creyó y se lanzó a la derecha, pero lo que hice fue un engaño y terminé pateando el balón hacía la izquierda, haciendo que entrara limpiamente en él y marcando el gol.
La hinchada se levantó y gritó eufóricamente, y mis compañeros, entre ellos Jake, me abrazaron y me felicitaron por haber marcado el cuarto gol del equipo, y el segundo para mí.
Los minutos restantes lo que hicimos fue matar tiempo haciendo pases bobos, hasta que se escuchó el p**o del árbitro, anunciando que el partido ya había terminado. Estaba dispuesta a salir cuándo la hinchada empezó a corear mi apellido. Sentí una sensación inexplicable; tan solo llevaba una semana en el equipo y ya miles estaban coreando mi nombre. Jake me abrazó y me miró tal y cómo mi padre me miraba cuando ganaba un partido.
-¡Eres increíble Wood! – Me dijo y saludó a las cámaras que nos estaban enfocando –. Si no hubiera sido por ti, no hubiésemos ganado.
-Estoy segura de que otros hubieran hecho gol.
-¡No seas modesto, Ethan! – dijo dándome un leve empujón e ingresamos a los vestuarios.
Todos me felicitaron, incluso Persie, que al parecer ya estaba bien y lo de su rodilla no fue grave gracias a Dios. Jan Gaal hizo lo mismo, y se apuró a anotar algo en su cuaderno.
Me metí a la ducha del baño y me tomé mi tiempo para quitar el sudor de mi cuerpo, sentir la fría agua en cada centímetro de mi piel, cuando de repente vi sangre en el piso combinada con el agua. Me había llegado el periodo.
Entré en pánico, no tenía compresas ni nada por el estilo, y ya que el baño no estaba solo (varios entraban para hacer sus necesidades o simplemente verse al espejo para ver si están presentables para hablar con la prensa) salir a coger papel higiénico no era una opción.
-¿Ethan? – escuché la voz de Andrés preguntando por mí.
-¡Aquí estoy! – grité.
-¡Sal rápido! ¡Clooney y los otros están preguntando por ti!
Tenía unas inmensas ganas de pedirle el favor a Andrés de que me pasara un rollo de papel, pero estaba 100% segura de que él preguntaría por qué y no sabría que decirle. Tendría que esperar a que el baño se desocupara.
-Iré en un instante – dije tratando de guardar la calma.
Cuando al fin percibí que no había nadie en el baño, me envolví en mi toalla y corrí a uno de los cubículos y saqué una cantidad considerable del rollo de papel; volví a entrar a la ducha y puse el rollito en mis bragas en una breve imitación de toalla higiénica.
Salí del baño con mis cosas y vi que ya varios se habían ido, solo quedaban los titulares, que estaban en el jacuzzi riéndose y hablando de sus vidas.
-¡Ethan! – Exclamó alegremente Clooney - ¿Por qué te bañas por allá y no en las duchas?
-Mi religión no me permite exhibir mi cuerpo a otras personas – dije tímidamente.
-¡Jake es cristiano y míralo acá! – dijo Persie y todos soltaron la risa. El capitán de la selección inglesa sólo se sonrojó un poco.
-Queremos celebrar nuestra victoria de hoy, en la discoteca central, y ya que tú fuiste el que prácticamente nos aseguró la victoria, estás cordialmente invitado – dijo Clooney.
-Pero espera... ¿Tienes 18 verdad? – preguntó Jake, dudando de mi edad...había que admitir que yo lucía como un niño de 15 años.
-Sí – dije sin perder de vista las abdominales de Persie – iré con mucho gusto.