Apenas entramos, sentí las miradas de todos los chicos, incluso de los que estaban con sus novias. La música retumbaba como en una discoteca. Chicos y chicas se restregaban en la pista de baile como queriendo tener sexo ahí mismo, y el olor a alcohol no podía faltar. Andrew y yo escuchamos el llamado de Sabana desde un rincón, y allí estaba ella, sentada con todas las chicas del equipo, y cada una con sus respectivos novios. -¡Cariño! — me saludó Sabana. -¡MELANIE! — gritaron todas las chicas al tiempo, lanzándose todas a abrazarme. Nos sentamos a hablar un rato, y tuve que responder a muchas preguntas sobre mi mudanza. Las chicas sin duda habían quedado dolidas por haberme ido de la U, de la ciudad, y sobretodo, del equipo. El interrogatorio terminó cuando una buena tanda de música bai