–¡No irás con ella! ¡No irás con ella! ¡Es que no te lo permito, Rafael Lorenzo! Eres mi esposo, ¿ya se te olvida? Ahora que veía cómo se ponía, debí haber hecho lo que estaba en mi mente y no irme con sentimentalismos, debí decirle que ocurrió una emergencia en la empresa y que tenía que regresar. Pero fui un idiota, creyendo que Lina entendería. No deseaba mentirle, pero ella ponía las cosas complicadas, ¿por qué? Desde que escuchó el nombre de Mariel se volvió loca, como si se tratara de una barbaridad querer ir al funeral de Claudia. –Lina… suelta mi mano. –No–Lloraba. Llevaba minutos llorando, casi no me dejó prepararme, arrojando mis cosas fuera de control, maldiciendo y pisoteando todo a su paso, todo lo que arrojaba; ahora sujetaba mi mano y estaba en medio de la puerta