La última semana había sido un infierno emocional, no solo por lo que había salido de mi boca que acabó con la relación de mi mejor amigo, sino… por mis errores que cometí con Manuel, lleno de miedo por lo que sentía y tratando de confirmar que no era tan fuerte, que no me controlaba o que yo tenía el control. Tratar de hablar con Manuel había sido infructuoso, y cada intento fallido solo aumentaba mi sensación de desesperación. Me había alejado unos días luego de tantos rechazos de su parte. Pero esta noche, en una fiesta gay repleta de energía y música, estaba decidido a enfrentar la situación de una vez por todas. Lo había seguido hasta aquí, fuera de su casa era la única manera de hablar con él, pero siempre estaba rodeado de sus amigos que no me dejaban acercar. Excepto esta noc