Rescate furtivo. 3

3686 Words
Mia entró al campus de la universidad sintiendo un poco de nerviosismo porque se estaba enfrentando a una nueva experiencia que era mucho más grande que todo lo que había vivido antes, por suerte había varios puestos de ayuda hacia los nuevos que iban a tomar el curso que la universidad les estaba proporcionando y Mia no se iba a cohibir en pedir ayuda, de todos modos, con todo lo que pasó ya no tenía por qué ser penosa. Explicó a qué carrera estaba optando y las chicas que estaban brindando información le otorgaron un mapa de orientación, con aquella página en las manos se dirigió a la facultad de humanidades que era un edificio muy alto y según las instrucciones debía subir al cuarto piso. Se detuvo en medio de la enorme recepción concurrida con los nuevos y viejos estudiantes yendo de un lado a otro, necesitaba leer algunas indicaciones que iban en aquella página y no quería tropezar por ir distraída, pero no todas las personas tenían su misma forma de pensar y es que de la nada alguien impactó contra su espalda haciéndola avanzar hacia adelante a tropezones, por suerte Mia tenía muy buen equilibrio y se pudo mantener de pie, la chica que había chocado contra ella formó tremendo escándalo pues llevaba unos cuadernos en las manos que se cayeron al suelo junto a una botella de metal dorado, páginas volaron hacia un lado y la chica se agacho para apurarse a recoger todo aquello mientras las personas pasaban de largo viéndola con burla. — Toma. — dijo Mia que había recogido las páginas. — ¡Muchas gracias! — las tomo con las manos temblorosas — ¡Lo siento mucho, casi te tiró al suelo por mi distracción de ir viendo donde va a estar mi salón! — dijo dejando las cosas sobre sus piernas. — No hay problema, los accidentes pasan. — recogió otro cuaderno antes de levantarse y lo devolvió. — Gracias, de verdad que te pido disculpas. — la vio sonreír con amabilidad. — Espero que encuentres tu salón. — tras eso Mia se dio la vuelta y continuó su camino. No es que fuera una chica muy amistosa y conversadora, menos cuando estaba en un lugar nuevo y tan imponente como aquel lugar que podía llegar a provocar inseguridades por sus dimensiones, la chica que dejó atrás tampoco es que le causara mucha seguridad y no era por lo que recientemente había sucedido con su ex amiga que intentó venderla, no confiaba mucho en las personas nuevas; Mia no juzgaba a las personas por su físico e incluso pensó que era una joven muy guapa y le encanto los tres aretes que tenía en sus orejas, argollas en los lóbulos de sus orejas, diamantes verdes arriba y otros diamantes blancos en la parte superior del cartílago, su cabello estilo "Dora la exploradora" sintió que no le quedaba del todo bien, pero sus ojos verdes eran preciosos y resaltaban mucho en su piel ligeramente bronceada con algunas pequitas en la nariz. Subió al elevador y al llegar al cuarto piso pasó de largo ignorando a un joven que le fue haciendo ojitos mientras iban subiendo, no estaba para ese tipo de cosas, preguntó a una señora que iba caminando por el pasillo y llevaba un gafete que decía que era una docente, tras esa pregunta pudo llegar al salón 8B que era donde se iba a impartir el curso previo a los exámenes de admisión y entró después de saludar suavemente a los que ya estaban sentados, se fue hasta en fondo del amplio salón, la esquina junto a la ventana siempre era su lugar predilecto. Mientras esperaba a que la hora llegará, vio a la misma chica que chocó contra ella entrar al salón, se tropezó con la pata de una mesa antes de sentarse y de nuevo se disculpó, parecía que andaba un poco drogada o quizás ya era torpe de nacimiento, pero no era de su incumbencia porque estaba ahí con un solo propósito y eso era hacer un repaso completo de todos los temas que iban a aparecer en el examen de admisión, sería el orgullo de su padre si lograba entrar a esa universidad con una nota redonda y perfecta. La hora de salida fueron las cuatro de la tarde, Mia estaba cansada y hambrienta, había pasado ignorando los mensaje de su padre porque quería concentrarse solo en los repasos y que el hombre le estuviera contando sobre el comienzo de un nuevo proyecto la distraía mucho; después del atentado en su contra en París y tras haber pasado los interrogatorios, Pierre se volvió más sobreprotector hacia ella, quería saber todo el tiempo donde estaba y no podía salir de casa sin un rastreador en su mochila, otro en la falda de su uniforme y debía estar compartiendo su ubicación en tiempo real, aunque nada de eso iba a poder salvarla del susto que se pegó hace poco, también la relación de padre e hija se había vuelto más unida y se pasaban mensajeando casi todo el día sin importar los horarios de clases, Mia siempre se las arreglaba para responderle, pero en aquellos momentos decidió ignorarlo por las horas que estuvo en el aula. Salió de la facultad y atravesó el campus mientras iba revisando los mensajes de Pierre, en el último le preguntaba si quería acompañarlo a cenar a un restaurante esa misma noche y abajo del texto iba una carita con los ojos lagrimosos, eso la hizo sonreír y le recordó a su padre que esa noche mamá iba a preparar guisado de carne con verduras, el platillo favorito de toda la familia, apagó el móvil esperando la respuesta y levantó la cabeza para ver hacia el frente topándose con la garrapata que pasaba pegada a su padre veinticuatro siete. Alessio De Santis, un hombre alto, calvo, fortachón y con la cara de ser un matón absoluto, se había convertido en el chofer y guardaespaldas de Pierre a partir de la primer semana que llegaron a Roma, a Mia le causaba un repele inexplicable y prefería escaparse cada vez que el hombre la iba a buscar al colegio, vivía en la casa familiar y era quien mantenía en línea al resto de guardias que cuidaban la casa por paranoia de su padre, Clara siempre bromeaban que con toda aquella seguridad ahora parecían una familia de mafiosos. — Suba por favor. — dijo el hombre abriendo la puerta del Rolls Royce blanco, era el auto preferido de Pierre. — Pensé que le había dicho a papá que pagaría un taxi. — dejó escapar un suspiro pesado. — Su padre no iba a permitir que se fuera en un taxi desde la universidad, él llamó a Ponce y me mando por usted. — Alessio siempre había sido muy respetuoso y mantenía una gran distancia con Mia, pero con todo eso, ella no confiaba. — Estoy a una semana de cumplir dieciocho, me parece ridículo que haga esto. — se quejaba con él siempre por lo mismo. — Que esté a nada de cumplir su mayoría de edad no significa que tenga derecho de opinar sobre la opinión de su padre, él todavía la mantiene y lo seguirá haciendo hasta que tenga un título universitario. — movió su mano para invitarla a entrar al auto. Mia se le quedo viendo fijamente y en su mente surgieron muchísimos insultos a aquel comentario dicho con ese tono tan despectivo, volteo hacia un lado y vio de nuevo a la chica torpe que chocó contra ella, iba subiendo a una camioneta de cristales oscuros, posiblemente era como ella, hija de algún funcionario u hombre con poder y dinero, varios hombres custodiándola la hicieron creer en su idea. Subió al auto para no seguir extendiendo aquel mal momento, Alessio cerró la puerta con bastante fuerza y mientras daba la vuelta se fue arreglando el saco, siempre andaba vestido con un traje entallado, lo único que variaba era el color y el más feo que le había visto era uno de color rojo que uso para una gala donde iba cuidando a la familia completa. Mantuvo la vista fija en la ventanilla, fue viendo cómo las estructuras tradicionales italianas pasaban a la velocidad que llevaba el auto, ese tiempo camino fue pensando en Anna y en como habría hecho para salir de aquel embrollo donde ella misma se metió, esperaba de todo corazón que estuviera bien porque no quería imaginar que le hicieran daño porque ella misma se había salvado el cuello, aunque una parte más oscura en su interior esperaba que le enseñaran una lección porque se imaginó la cantidad de chicas que ella pudo llevar a las manos de aquellos malditos hombres. Mia observo las rejas de su hogar ser abierta de forma remota y entonces Alessio giro el volante para entrar a la propiedad por aquella calle que conducía al frente de la mansión, no espero a que el hombre se bajará para abrirle la puerta pues esas acciones ya no le gustaban desde la muerte de Giovanni, se acomodó la mochila en el hombro y después vio la bolsa donde iba su uniforma, iba a tener que dar explicaciones serias a su madre pues no habría cargos a la tarjeta. — Gracias por traerme. — dijo antes de caminar hacia las gradas. — ¡MIA! — el grito de Julien resonó por toda la sala apenas verla entrar. — ¡Hola, guapo! — extendió los brazos para recibir al pequeño — ¿Como ha estado mi niño precioso? — le llenó de besos el rostro. — Me porté muy bien, hoy en la guardería hice algo para ti. — se alejó de ella y fue corriendo a su espacio de trabajo en la sala. — ¿Qué hiciste para mí? — Mia fue detrás de él para ver que tantas cosas había estado haciendo. — Es un dibujo, es un retrato para ti. — le dio la página, era un dibujo hecho con lápices de cera y si era ella solo se entendía por qué le había hecho el cabello rizado. — ¡Esta precioso el dibujo, lo voy a ir a poner en el pizarrón de mi cuarto! — era el dibujo de un niño de cuatro añitos, era curioso, pero para Mia era una obra de arte hecho por su hermano. — ¡Dame besitos! — se lanzó hacia ella. Mia practicaba artes marciales mixtas desde hace muchos años y hace unos meses comenzó con el boxeo, eso le permitía tener la fuerza suficiente para levantar las cuarenta y cinco libras que su hermano pesaba, el pequeño enganchó sus piernas alrededor de su cintura mientras ella le llenaba del rostro de besos cariñosos y por esos motivos muchas personas pensaban que era la madre de Julien, el pequeño estaba tan aferrado a ella que podría llegar a hacer berrinches cuando quería estar a su lado. — Mia... — Isabella salió de la cocina — ¿Y esa ropa? — la vio de pies a cabeza. — Me la compre para ir a la universidad, no quería presentarme con el uniforme del colegio a realizar mi primera clase de retroalimentación. — bajo a su hermano para que siguiera viendo la película. — Esta lindo el vestido... — sonrió de lado — Ve a dejar tus cosas al cuarto, en una hora vamos a cenar. — se acercó para darle un beso en la frente. — Gracias. — sonrió de lado, al parecer su madre no estaba muy animada esa tarde. — ¿Te importaría preparar a Julien para la dormir hoy? — pregunto antes de que se fuera — No me siento bien y he estado casi toda la tarde con dolor de cabeza, después de la cena me gustaría ir a dormir temprano. — solía padecer de migrañas. — Yo me encargo de él mamá, no te preocupes. — le dio un abrazo fuerte que fue correspondido por su madre y recibió un par de besos más. Subió las gradas hasta la segunda planta y avanzó por el pasillo hacia las otras gradas que subían al ático, su espacio especial, dejo la mochila en la perchero empotrada en la pared y dejó caer la bolsa al suelo antes de caminar hacia su cama, pero no sin antes pasar tomando su tableta del escritorio, necesitaba buscar noticias relacionadas a la banda de criminales que andaba vendiendo jóvenes y es que la curiosidad era más grande que escuchar los consejos de Emma, de paso iba a buscar información sobre ella. Entro de lleno a las noticias buscando algún informe de Anna, se metió a sus redes y sintió un poco de alivio al ver que acababa de hacer una publicación, subió una fotografía con la leyenda de haber recibido un nuevo regalo por parte de su novio, la desgraciada estaba bien y eso era bueno o malo, Mia no estaba muy segura de cómo sentirse con eso. Paso de ser una acosadora a buscar información sobre Emma Valentino, conocía el apellido por el padre, pero no sabía nada sobre la hija y quería saber en qué estaba metida; Emma era una analista financiera y socia al cincuenta por ciento de la empresa CoreCapital Advisors cuyo principal dueño era Iván Shepard, al igual que Emma, Iván era un analista financiero y ambos tenían una relación amorosa desde que tenían quince años, la fotografía que apareció en aquel artículo digital la hizo temblar un poco pues era el gemelo del hombre que la salvó. Se leyó la entrevista completa realizada a la pareja de empresarios que provenían de familias con poder y de riquezas sustanciosas, por la misma entrevista descubrió que la mujer tenía un hermano que comenzaba la secundaria y su madre era estadounidense con una empresa de publicidad, su padre el magnate de los vinos, aquel artículo la llevo a otro, Jace Shepard, el magnate dueño de UrbanCrafters, un arquitecto extremadamente joven, pero con una visión única que lo había hecho ganar varios reconocimientos por sus diseños y aportación al arte arquitectónico moderno de la ciudad de Roma. El artículo le sugirió un tercero que hablaba un poco sobre la historia familiar de los gemelos Shepard, su madre Atenas Giuseppe y su padre Declan Shepard, un empresario e inversionista que vivía en Cerdeña junto a su esposa que se dedicó a ser ama de casa, en el artículo se mencionaba a un hermano mayor que se describía como un enigmático dueño de bares, restaurantes, discotecas y algunos hoteles repartidos por toda Italia, era un hombre que se negaba a estar en el foco de las cámaras y los intentos de entrevistarlo era como pedirle al papa una cena un viernes, tenían una hermana menor que apenas estaba en secundaria, pero que se pintaba con un futuro tan exitoso como el de sus hermanos. — Mia. — Pierre asomo la cabeza por la puerta. — Hola, papá. — sonrió al levantar la cabeza y verlo. — ¿Como estas mi amor? — entro al cuarto — Que hermosa te ves con ese vestido. — la vio levantarse. — Gracias. — lo abrazó con fuerza recibiendo un beso en la frente. — ¿Por qué no me estuviste respondiendo los mensajes? — se dejó caer en la cama llevándose a Mia consigo. — Porque estaba ocupada recibiendo las primeras clases de la universidad, no podía distraerme porque voy a tener que competir con otros cinco mil estudiantes que desean ingresar a la misma universidad. — se recostó sobre el pecho de su padre sintiendo algo cuadrado y duro en su pecho. — ¿Soy una distracción para ti mi amor? — le acaricio la mejilla. — No, pero quería concentrarme en las clases, no puedes ser tan controlador... — delineo lo que sentía bajo su palma — ¿Que traes aquí? — se sentó y abrió el saco para husmear. — Es algo que vi por ahí y pensé en ti, mañana por la noche vamos a una gala y quería que lucieras algo lindo en tu cuello. — levantó la mano para acariciar la piel. — ¿Es un regalo para mí? — saco la caja y la abrió. Dentro de la caja de cuero color violeta encontró un collar precioso, la cadena era de plata y tiene un brillo suave y refinado, en el centro, se encentraba un dije en forma de rosa que puesto en el cuello quedaría en la espalda, los pétalos estaban delicadamente esculpidos en plata y estaban incrustados con pequeños diamantes que destellan de forma intensa, la parte delantera del collar eran hojas y tallos curvándose graciosamente alrededor de la gargantilla, tenía rubíes y diamantes incrustados en aquella enredadera. — ¿Te gusta? — preguntó Pierre al verla quedarse con la boca abierta. — ¡Esta precioso! — exclamó saliendo de su sorpresa — ¡Muchas gracias papá, no debiste gastar en esto! — se inclinó sobre él para abrazarlo. — No es un gasto, es un acto que demuestra todo el amor que siento por ti, eres mi princesa... — acarició su mejilla antes de darle un beso en la punta de la nariz — Estoy seguro que se verá muy bien con el vestido blanco que te traje el otro día, ese todavía no te lo he visto puesto, mañana es un día especial. — bajo la mano a la espalda. — ¿Le compraste algo a mis hermanas? La otra vez que me regalaste joyería pasaron una semana reclamándome porque no les trajiste nada. — se volvió a sentar para poder sacar la gargantilla y verla a detalle entre sus manos. — Si, les traje unos brazaletes, esta vez me curé en salud para que no te estén molestando. — Pierre se sentó. — Eres malo... — Mia se rio antes de devolver el collar a la caja — Pero muchas gracias por el regalo, lo usare mañana, aunque no tenía intenciones de ir a esa gala. — ella se acoplaba a la agenda de su padre al igual que el resto de la familia. — ¿Me vas a dejar ir solito? — se puso la mano en el pecho al verla bajar de la cama. — Solo no ibas a ir, sabes que mamá siempre te acompaña a ese tipo de eventos... — se quitó los zapatos después de dejar la caja sobre el tocador — No quería ir porque tengo que estudiar también, el examen final de secundaria se acerca y necesito sacar cien para poder pedir mi regalo de fin de año. — sonrió. — Yo sé que tu madre siempre me acompaña, pero ustedes son importantes para mí, por eso las quiero a todas mañana. — la vio de pies a cabeza. — Se que quieres sacar notas perfectas en tus estudios, pero una noche de fiesta no te va a hacer daño, podrás estudiar por la mañana y por la noche ir con nosotros. — le tomo la mano y la hizo sentarse en su regazo. — Deberías pintar esas canas papá. — Mia acarició el cabello de su padre. — ¿Me verías más guapo si me las pinto? — su pregunta hizo que ella se riera — ¿Qué quieres de regalo para cuando termines la secundaria? — pasó un brazo bajo las piernas de Mia antes de levantarse. — Le regalaste a Amelie un auto cuando terminó la secundaria, Clara no quiso nada y reservó su regalo para cuando terminó la universidad, le diste el apartamento que quería... — Mia movió sus piernas mientras era llevada hacia la puerta — Yo quiero un auto, no me gusta que mandes a Alessio por mí, no me cae bien y me siento acosada. — arrugó la nariz. — Lo voy a pensar... — Pierre bajo las gradas llevando a su hija en brazos — No me gusta la idea de que andes manejando tu sola, me da desconfianza de que vayas manejando y te llegue a ocurrir algo. — paso por el pasillo. — ¿Me crees incapaz? — Mia se ofendió por las palabras de su padre. — Para nada cariño, solo déjame pensarlo. — beso su mejilla antes de comenzar a bajar las gradas hacia la primera planta. Después de mudarse a Roma, Pierre había cambiado muchísimo con ella, aparte de volverse más protector, comenzó a ser más cariñoso con ella y al principio era muy incomodó para Mia pues la dulzura de un padre hacia una adolescente era excesiva, le provocaba repele, se alejaba del hombre cada vez que extendía un abrazo o cuando le daba besos en exceso, seguía resentida por la muerte de Giovanni, sin embargo, el paso de los meses en terapia y los consejos del psicólogo fueron convirtiendo aquel exceso de amor en algo de costumbre para Mia; sentarse en su regazo, ataques de besos, cosquillas y abrazos largos mientras veían películas se habían vuelto lo cotidiano, para todos los miembros de la casa Pierre era un padre con preferencias por la única hija que le quedaba viviendo bajo el mismo techo y es que sus otras dos hijas ya habían hecho sus propias vidas como profesionales, Amelie incluso estaba en planes de mudarse con su novio. Al llegar a la sala bajo a Mia y extendió los brazos hacia Julien que corrió hacia él con una gran sonrisa en los labios, Pierre era un padre muy amoroso con todos sus hijos, pero Mia era la su predilección. Esa noche habría cena familiar como cada viernes, no se permitían novios ni amigos o amigas, esa noche era tradición juntarse a conversar y a hablar de los temas de la semana, ponerse al día con sus vidas, claro que Amelie y Clara tenían semanas mucho más interesantes que Mia pues en el colegio todo era monótono mientras que una psicóloga y una enfermera que trabajaba en el área de emergencias pediátricas, pero aun así, era parte de la conversación así como Julien que le gustaba repetir sus historias y era escuchado sin quejas ni interrupciones.
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