El sol había llegado para todos en el reino. La calidez con la que los cubría despertaba a cada poblador sin excepción. Y aquel hombre de ojos verdes yacía de pie frente a su cama con una expresión de asombro y un sentimiento que recorría su cuerpo. Inclinándose, logró estirar su mano, tocando la cálida mejilla de la joven que dormía con la espalda apoyada a la pared. Era la primera vez que la tocaba desde que tan solo era una bebé, dormía tan profundamente con la respiración lenta. Los años habían pasado para ambos, pero de formas distintas. Ella parecía haber sentido ese gesto en la mejilla, pues una leve sonrisa se instaló en sus labios. Christopher no podía despegar la vista de ella, todo lo que pensó haberse imaginado era real, las imágenes borrosas de ella cuidandolo, dando