Entramos a la biblioteca y el olor es muy reconfortante, particularmente a mí me hace sentir como en casa. A pesar de que me gusta leer en mi Tableta, debo admitir que no hay nada como el olor de un buen libro en una mañana fría, junto a una taza de té (costumbre que he tomado de los ingleses, aunque para mi familia italiana es una aberración, ya que nada podría compararse con un buen café italiano). Mi papá se dirige a su escritorio y comienza a recoger papeles y libros donde toma sus apuntes, para despejar un poco el espacio, por lo visto, anoche estuvo trabajando arduamente. Yo me dirijo hacia los estantes, en los que él ha coleccionado cientos de libros a lo largo de toda su vida. Me concentro en los folios, cada uno con una historia única, pero no se me escapa su mirada atenta por