Mi nono es un excelente bailarín, se mueve con elegancia y agilidad por la pista. Para ser un hombre de su edad, tiene mucha destreza. —¿Dónde aprendiste a bailar así, nono? — le pregunto con cariño mientras nos deslizamos en el centro del salón, despacio, con una balada romántica. —Mi querida Nora — me responde con una sonrisa nostálgica — se encargó de enseñarme todos mis movimientos. Ella amaba bailar. Asiento con la cabeza y sonrío con cariño. En verdad, todos en mi familia se han casado por amor, hasta donde sé. Incluso mi tío GianMarco, quien eligió para sí una esposa un tanto difícil de querer, todos se han unido en amor al sagrado matrimonio. Ante eso, la idea de que yo no sea capaz de encontrar de un amor como el de abuelo o de mis padres, me da un poco de preocupación. A mi