—¿Puedo… quedarme… como… anoche?
El entusiasmo que aquella idea le causaba, pareció eliminar el terror de su voz y de su expresión.
—Eso resolvería el problema— dijo el Marqués—, y creo que es importante que ambos descansemos antes que empiece el nuevo día.
—¿No… estará usted… incómodo?
—Trataré de soportarlo— contestó el Marqués y Deborah se aferró a la esperanza de que estuviera bromeando.
Se. acostó tan lejos como pudo él, hacia un extremo de la cama y el Marqués colocó una almohada en el centro, como lo había hecho antes.
Sin quitarse la bata, se acostó cerca del otro borde de la cama, y cuando puso la cabeza sobre la almohada, Deborah dijo:
—¿Me. . . desprecia por… ser tan… cobarde?
—Creo que ha sido muy valerosa ante todo lo que ha sucedido — contestó el Marqués—, la mayor pa
