La vida es más que sexo

1532 Words
-¡Oye, nerd! -Johan le habló a Adams, que se giró a verlo con fastidio. El rubio no le agradaba en lo absoluto. -¿Qué quieres alienígena? -Le respondió con repulsión. -¿Has visto a Daniel? –Ella era su último recurso, porque era consciente del desprecio que ella le profesaba; y él no era un masoquista, la evitaba a toda costa. -No sé dónde está Olivier, no soy su niñera –Sin disimular su hastío contestó, para retomar su camino con seguridad. Johan le mostró la lengua infantilmente, y se dio la vuelta para seguir buscando a su amigo. Desde aquel Proyecto en el que habían sobresalido, decidieron hacer equipo en todas las materias que lo requerían, además de que estudiaban juntos para exámenes y compartían ideas para proyectos nuevos. Ese era el motivo por el que Johan buscaba a Daniel con Adams, porque académicamente compartían mucho tiempo juntos. Justo afuera de los dormitorios de las mujeres lo vio, como si estuviera esperando por ella. -¡Necesito un favor! –Daniel se acercó rápidamente, tan pronto la vislumbró caminando en esa dirección. -¡No! La última vez, terminé en la oficina del Director –Le dijo mientras seguía caminando a paso firme. -¡Llegué a rescatarte! –Replicó indignado el castaño, caminando a un lado de ella. -Eso no quita el hecho de que terminé en la Dirección –Tenía una ceja levantada y le dio una mirada fría. -¡Vamos Adams! ¡Qué ésta ocasión es diferente! –La expresión fue casi suplicante. -¿Qué quieres? –Ella se detuvo, obligándolo a detenerse también. -Qué seas mí consciencia –Se acercó con cautela hacia ella -Acompáñame a la fiesta de ésta noche –Entonces ella le sonrió con cinismo. -¡No! –Le dijo entre risas y comenzó a avanzar de nuevo. -¿Por favor?...-Fue detrás de ella, persiguiéndola de nuevo –Johan quiere que vaya a la fiesta, y yo necesito trabajar en el Proyecto, aún queda mucho por hacer y también tengo que estudiar para el examen del lunes… -Iba explicándole, y se vio interrumpido cuando la vio detenerse de nuevo frente a él. -Eso díselo a Johan –Fría y mordaz, retomó su camino. -Ya se lo dije, pero es una fiesta del equipo, todos van a estar ahí, y estoy seguro que no saldré hasta el amanecer… -Le cortó el paso, quedando frente a ella -¡Por favor! –Le suplicó. Adams cerró los ojos y suspiró –Está bien… -Daniel la abrazó y la levantó dándole una vuelta –¡Oye!… ¡Bájame! –Le exigió en medio del desconcierto, golpeándolo en los hombros. El castaño obedeció, la bajó y terminó besándola en la mejilla. Ella abrió los ojos con sorpresa, nunca antes la había abrazado o besado. -¡Gracias! –Le dijo con una expresión de alegría y honesta gratitud –Paso por ti a las 8 –Habló con rapidez, antes de que se arrepintiera, y a paso veloz se alejó hacia su edificio. -¡No me voy a cambiar, iré vestida tal cual estoy! –Adams le gritó, con suerte Daniel la escuchó y se giró, continuó caminando hacia atrás, le sonrió levantando su pulgar en señal de aceptación. Llegaron a la fiesta a las 8.30 pm. Daniel le entregó dos botes de agua purificada, porque sabía que Adams no bebía alcohol -Recuerda, nos tenemos que ir a la 1 y no permitas que beba demasiado -Le dijo justo en la entrada de la casa. Agachó la mirada, sosteniendo el agua con desconcierto -¿Cómo pretendes que evite que tomes? –La tomó totalmente por sorpresa lo que le dijo; pero Daniel ya había desaparecido para cuando regresó la vista hacia el frente. Suspiró resignada, y se dirigió a la cocina; encontró un vaso donde vertió su agua, y comenzó a recorrer la casa. Muchos se le quedaban viendo como bicho raro, y los demás la ignoraban en su totalidad. Lo entendió, ella no solía asistir a esas fiestas, además no era muy popular. Después de dos de horas de deambular por el lugar, encontró una habitación pequeña; parecía un estudio, estaba un poco alejada de la fiesta, lo que la hacía silenciosa. Tenía una puerta de cristal, que mostraba un jardín lleno de rosas, al parecer secreto. Abrió la puerta y el exquisito aroma inundó sus fosas nasales; se sentó en el sillón ejecutivo y se giró para contemplar el jardín, relajándose hasta al punto de quedarse dormida. No supo cuánto tiempo estuvo ahí, fue hasta que escuchó ruidos que la sacaron del sueño. Una pareja había entrado en la habitación, besos y sutiles golpes se escuchaban sobre el escritorio que estaba detrás de ella. Adams abrió los ojos ampliamente, no sabía en qué punto del acto estaban, así que decidió quedarse sin moverse, sin hacer ningún ruido. -¡Así! ¡Oh! ¡Sí! –Esas expresiones le hicieron confirmar que era muy tarde para salir de la habitación. Diez minutos que le parecieron eternos, escuchó las risas de la pareja, y adularse uno al otro por el encuentro s****l; entonces, finalmente, salieron de la habitación. Suspiró aliviada y prefirió salir ella también, no quería repetir esa mala experiencia de nuevo. Estaba casi frente a la puerta, cuando ésta se abrió de nuevo. -Creo que lo dejé aquí… –Reconoció la voz, era la misma que había escuchado hace unos minutos bajo otras circunstancias. La pelinegra abrió los ojos ante la sorpresa y Adams salió corriendo sin querer escuchar nada, empujando al chico que acompañaba a la mujer. Chocó con un cuerpo al final del pasillo, que parecía más una pared y para su sorpresa era Daniel. -¡Eit! ¡Creo que ya estoy demasiado tomado! –Le dijo el castaño entre risas. -¿Cómo querías que lo evitara? ¡Desapareciste en un parpadeo! ¡Vámonos de aquí! –Lo tomó de la mano, y la dejó guiarlo por todo la casa, sacándolo. -¿Podemos ir a comprar agua? Tengo mucha sed –Daniel le pidió mientras caminaban por las calles. Pasaron por una tienda 24 horas, compraron agua y un refresco; y se detuvieron en un parque para beberlas. Adams fue la que decidió sentarse en los columpios, para disfrutar de la bebida refrescante. -Al menos salimos antes de la 1 –Ella se sentía triunfante en eso –Lo que no sé, es cómo harás para trabajar en ese estado –Movió su dedo índice, apuntándolo de arriba hacia abajo varias veces. -Soy más ágil en éste estado –Se giró a verla tratando de ocultar su sonrisa, y la descubrió observándolo con los ojos entrecerrados –Dime, ¿pudiste divertirte en la fiesta? –Adams giró sus ojos junto con su rostro, en una expresión de fastidio. -¡Eres un estúpido Olivier! ¡¿Cuándo vas a madurar y darte cuenta que la vida es más que fiestas y sexo?! –La rubia se levantó del columpio y comenzó a caminar hacia el Campus. -Era una pregunta honesta, no quería molestarte –Le dijo cuándo la alcanzó y caminó junto a ella. -Seguramente tú te divertiste por los dos, ¿con cuántas te acostaste hoy? –Le pregunta mordaz, llena de cinismo, estaba cargada de enojo. Daniel se rió y se encogió de hombros, sin captar correctamente los sentimientos de su compañera –No creo que me divirtiera por los dos, ¿tú te acostaste con alguien? –La vio detenerse, él hizo lo mismo, fijando sus ojos en los de ella. -¡Escúchame bien imbécil! –Se acercó lentamente a él -¡No soy de las que anda teniendo sexo con cualquiera, y menos cuando te enteras que ciertos hombres, sobre todo los populares, hacen apuestas para desvirgar a las chicas que inocentemente creen que realmente se fijan en ellas! –Una lágrima salió sin querer por el rostro de Adams, que la quitó rápidamente. Daniel reaccionó al instante, y eliminó por completo el espacio para abrazarla. -¡Lo siento! No sabía que habías pasado por eso –Tomó su rostro entre sus manos y besó su frente; pero Adams estaba molesta, lo aventó por los hombros con toda su fuerza, que aunque no fue lo suficiente para mover a Daniel, decidió soltarla y dejarla ir. -¡Púdrete! –Le gritó, mientras se alejaba de él corriendo. Pasaron una semana en un extraño distanciamiento; no tanto físico, porque compartían clases y tenían que trabajar juntos en algunas materias; más bien de comportamiento y sentimientos, porque solo hablaban lo sumamente necesario. No había bromas, risas o regaños. Había cautela por parte de ambos, e incluso temor en que su relación no volviera a ser lo mismo. Sin embargo, ambos llegaron a las mismas conclusiones de manera separada y silenciosa. Daniel era consciente de que su estado de ebriedad lo había hecho cometer una imprudencia. La misma ebriedad que Admas tomó como atenuante, creyendo que sobre reaccionó, porque él no tenía conocimiento de su sombrío pasado. Y conforme fueron pasando los días, la tensión desapareció paulatinamente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD