Decepción

1056 Words
-Escucha, no quiero que pienses que me aproveché de la situación. Obviamente estás ebria –Amaia respiró a profundidad, decepcionada de ella misma. No podía siquiera seducirlo de esa manera –Intentemos dormir, mañana hablaremos de esto… - -No te estás aprovechando de nada, yo lo quiero –Ella insistió con tono molesto. -Lo sé, pero no lo voy a hacer de ésta manera –La quería, realmente la apreciaba; así como las sospechas de que su primer amor la había decepcionado, lastimado y marcado de por vida; lo hicieron jurarse a sí mismo dejar de ser un imbécil con ella, y en definitiva no ser un cretino. -Entonces ¿estás decidiendo por los dos?… -La ira se manifestó en todo su esplendor. -Te estoy cuidando Amaia, tampoco lo quieres de ésta manera, créeme –A pesar de sentirse frustrado por la reacción de la rubia, intentó escucharse calmado. -¡Eres un maldito estúpido! –Se levantó de la cama enojada -¡Me tomó mucho tiempo poder atreverme a decirte que eres sumamente atractivo, que quiero tener sexo contigo y me rechazas! –Comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación, tan molesta que ni siquiera se puso los zapatos. -¡No te estoy rechazando! –Era la primera vez que él le alzaba la voz, pero eso no bastó para detenerla; así que tuvo que alcanzarla a medio camino, abrazándola por detrás -¡Demonios Amaia! –Cuando escuchó la voz llena de frustración en su oído, seguido de un suspiro demasiado profundo, la hizo dejar de luchar -Ven a dormir conmigo –Daniel cambió drásticamente su tono y su actitud, escuchándose casi suplicante. -Aceptaste tener sexo conmigo –A pesar de que estaba más calmada, aún tenía cierto resentimiento. -Así es, pero no dije cuándo –Se giró a verlo incrédula, meditó en las parabas y tuvo que aceptar que él tenía razón. Suspiró totalmente derrotada y caminó hacia la cama, para recostarse de costado. Daniel la siguió con un poco de reserva, y terminaron quedando de nuevo frente a frente. Después de un par de minutos, Amaia fue la que inició con el acostumbrado juego -¿Con cuántas mujeres te has acostado? – Tomó una gran bocanada de aire y respondió sincero -No lo sé. Mi turno ¿cuál es tú color favorito? –Preguntó para continuar con la dinámica. -No tengo… –Se quedó unos segundos callada, mientras pensaba en la siguiente pregunta que haría. -Eso lo explica… -Daniel aprovechó el silencio para hacer el comentario. -Explica ¿qué? –Realmente estaba interesada a lo que hacía referencia. -Que tú guardarropa sea tan variado… –Ella lo interrumpió de inmediato. -No hagas eso Daniel… -El tono fue con desánimo. -Hacer ¿qué? –Ahora era él, el que no tenía idea de qué hablaba. -El hacerme saber que prestas atención a los detalles, eso enamora a una mujer… -Cerró los ojos pensando en lo que estaba sucediendo, puso una mano sobre su frente -¡Maldita sea! ¡Por supuesto que lo sabes! –Abrió los ojos, con su mirada más intensa, llena de frustración sobre él. -¿Quieres pelear? –Cuestionó con media sonrisa, anhelando que la respuesta fuera negativa, porque definitivamente no iría por ese camino. Amaia suspiró, dejando que la exhalación se llevará el sentimiento –No –Y retomó el juego -¿Te has enamorado alguna vez? – -Sí –Respondió con rapidez, sin atisbo de duda. -¿De verdad? –La expresión de asombro en el rostro de la rubia fue un cambio drástico. -Tengo corazón Amaia -Ella hizo una expresión de incredulidad tras escucharlo –Muy graciosa –Daniel pensó que estaba ironizando, pero no lo era. -¿Hace cuánto fue eso? –A pesar de que no era su turno, el castaño le dio una respuesta, pero tragó saliva con fuerza, porque no quería tener esa plática con nadie. -Hace mucho tiempo ya. Mi turno, ¿por qué nunca hablas de tú familia? –Esa pregunta hizo a la rubia girarse sobre la cama, quedando con la vista sobre el techo. -No hay mucho que contar, soy la menor de 6, y pues no obtuve la misma atención que ellos por parte de mis padres, y aunque mi hermano mayor fue muy cercano a mí, nos alejamos cuando se casó. Su esposa es muy posesiva –Intentó resumir su vida familiar. -¿Pero no intentas siquiera hablar regularmente con ellos? –Daniel estaba verdaderamente interesado. -No –La vio bostezar y sonrió, la había relajado y alejado del tema principal de la noche. Era el turno de ella de preguntar, pero el tema de su familia la distrajo, lo suficiente para quedarse dormida, y Daniel la siguió a los minutos. ///// El reloj biológico de Amaia la despertó. Hasta ese momento reparó en un sinfín de pormenores: comenzando por la pierna de alguien sobre ella, haciéndola sentir mucho calor; después un dolor punzante en la cabeza; aún tenía el vestido puesto, así que descartó que hubiera cometido una locura la noche anterior. Entonces pequeños fragmentos de sucesos aparecieron en su cerebro, en todos estaba Daniel. Se giró intentando no mover demasiado a la otra persona, y a pesar de que el miedo la invadió, quería corroborarlo. Sí, era Daniel a un lado de ella. Se golpeó la frente, sabiendo que se había pasado de copas y que seguramente había hecho el ridículo. Se levantó muy despacio de la cama, y aunque quería salir corriendo de la habitación, las necesidades fisiológicas requerían su atención primero. Se metió al baño, y aprovechó para, al menos, no lucir tan mal. Si bien no quería toparse con Daniel, no podía permitir que si sucedía la viera recién despierta. Suspiró profundamente tras la puerta, y la fue abriendo poco a poco, asomándose en el proceso, y poder corroborar así, que él siguiera dormido. Y aunque él seguía en la misma posición en la que lo había dejado, la verdad era que, se había despertado desde el momento que sintió que movían su pierna. La disyuntiva estaba ahí: dejarla irse o pasar por el momento incómodo. Entonces las preguntas aparecieron ¿Cuándo tendría sexo con ella? Porque pensaba cumplir su palabra ¿O no? ¿Su relación se volvería extraña? …
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