Ciudad Ómicron

1511 Words
-Discúlpenme un momento –Daniel, que se encontraba en una junta, tomó su celular que vibraba insistente dentro de su pantalón. Sonrió cuando vio el nombre de su padre en el identificador –¡Dante! ¿Cómo estás? -Respondió alegre, llamándolo por su nombre, porque era lo que hacía cuando estaba en el trabajo. -Aranza sufrió un accidente Daniel –Dante le dijo de manera precipitada y con voz débil. -¿Pero ella está bien? –Preguntó deseando que solo fuera algo sin importancia. -Está en coma… -Apenas si le salió la voz a Dante cuando se lo dijo. Daniel sintió cómo el corazón se le aceleró intempestivamente, se recargó con una mano sobre la pared, sosteniéndose, porque su respiración se había agitado –¿En dónde está? –Cuestionó angustiado. -En Ciudad Ómicron, Soraya y yo ya estamos en el hospital… -Daniel lo interrumpió. -Salgo inmediatamente para allá –El castaño salió a toda prisa de la sala de juntas sin dar explicaciones. Adams, que había escuchado el nombre cuando respondió, supo que algo no andaba bien, se disculpó con todos, dando por terminada la junta instantáneamente, y corrió detrás de él. Lo vio impaciente presionando el botón que llamaba al elevador y el celular en la mano. -Olivia, resérveme una boleto de avión para Ciudad Ómicron, para hoy mismo –Daniel le dijo de manera desesperada y colgó sin esperar respuesta. -¿Qué es lo que pasa? –Amaia preguntó, pero las puertas metálicas la interrumpieron y entraron los dos de inmediato. El castaño presionó el botón del estacionamiento, deseando que no hubiera nadie más solicitando la caja metálica, pero no tuvo suerte. Esos segundos que se detenía para subir o bajar personas, le parecieron eternos, estaba exasperado. Cuando al fin llegaron al piso deseado, corrió hasta su auto, pero en lugar de abrir la puerta, se recargó y deslizándose hasta llegar al suelo, comenzó a llorar. Amaia corrió y se agachó hasta quedar a su altura, lo abrazó. Ella nunca lo había visto de aquélla manera, luciendo tan vulnerable, perdido. Y Daniel se abrazó con fuerza de ella, que llegaba en el momento que más necesitaba. -¿Qué es lo que pasa? –Amaia cuestionó de nuevo, con dulzura y acariciándole el brazo delicadamente. -Aranza está en el hospital… en coma –Le confesó aún entre sollozos. Amaia suspiró profundamente, aun cuando no la conocía, le dolió, por lo que el acontecimiento representaba para los Olivier. –Dame las llaves –Le ayudó a ponerse de pie y lo acompañó hasta la puerta del copiloto. Daniel solo obedeció. En pocos segundos, Amaia encendió el motor y realizó una llamada desde el automóvil mientras conducía –Olivia, ¿ya consiguió el boleto para Ciudad Ómicron? –Interrogó tan pronto la secretaria respondió la llamada. -No señorita, no hay vuelos para el día de hoy –Le respondió apenada Olivia. Daniel, que escuchó la conversación, golpeó el panel del auto, con frustración. -Está bien Olivia, déjelo, yo me haré cargo, gracias – Colgó la llamada y realizó otra, sin prestarle atención al castaño. -¡Hola preciosa! Espero que me llames para aceptar mi invitación –Una voz masculina se escuchó por todo el auto. Amaia se sintió avergonzada y miró de reojo a Daniel, quien se había girado completamente hacia ella, para observarla. No sabía por qué, pero cuando escuchó que le hablaban así, sintió celos. Daniel era consciente que no tenía ningún derecho de reprocharle nada, después de todo solo eran amigos. Al menos el suceso, le hizo calmar un poco su ansiedad y angustia respecto a Aranza. -Buenos días Señor Domínguez, le llamo porque necesito el favor hoy mismo –Amaia se dirigió profesionalmente hacia el hombre del otro lado de la línea. -Luis… recuerdas Amaia, dime Luis –El hombre le habló con resentimiento –¿A dónde quieres viajar? –Le preguntó sonando más serio. -A Ciudad Ómicron, es una emergencia, ¿crees que podamos salir dentro de dos horas? –Amaia le solicitó, transmitiéndole la urgencia. -Está bien. Vendrás sola, ¿cierto? –Cierta coquetería se escuchó de nuevo en su voz, haciendo que Amaia mirara otra vez de reojo a Daniel, que no le había quitado los ojos de encima. -No, voy acompañada… Señor Domínguez no tengo por qué darle explicaciones, le recuerdo que me debe un favor –La rubia le habló en tono molesto. -Está bien Amaia, cálmate. Debo admitir que me gusta cuando te enojas, pero no es el momento. Te veo en la pista en dos horas. Hasta luego preciosa –Finalizó la llamada. -Te juro que no tengo nada que ver con él. Me ha invitado a salir en reiteradas ocasiones, pero no he aceptado… -La rubia intentó justificarse efusivamente, pero Daniel la interrumpió. -Amaia, tranquilízate –A pesar de la revolución de sentimientos que estaban en su interior, el tono que utilizó fue apacible -Eres una mujer hermosa, inteligente y… -Daniel suspiró profundamente -Soltera. Eres libre de salir con la persona que tú desees… Yo solo soy un imbécil que no valora la mujer que eres… -La rubia estacionó el vehículo –Gracias por conseguir un vuelo –Y el castaño salió del auto con rapidez hacia el departamento. Amaia se quedó en el vehículo unos minutos, no sabía cómo reaccionar ante sus palabras. Pero se hizo consciente que debía mantenerse fuerte, lúcida ante la situación, no podía darse el lujo de perder la calma en ese momento, porque notó que Daniel la necesitaba, y tal vez, la necesitaría. Daniel hizo una pequeña maleta de manera automatizada, no tenía cabeza para ello. Toda su atención estaba puesta en sus pensamientos destructivos, vislumbrando posibles escenarios fatídicos. Se preguntó si el destino se estaba burlando de él, justo cuando la idea de buscar a Aranza le pasó por la cabeza, le avisaban del accidente. ¿Era acaso una señal? Y así fue, el destino y las circunstancias que los había separado con anterioridad, jugaron de nuevo con ellos, haciendo que el resultado no fuera distinto. Cuando salió, vio a Amaia con una maleta también, lo hizo sonreír de lado. En ese momento, tuvo que admitir que el estar con ella le daba cierta tranquilidad; aunado a que la rubia se mantuvo en calma, y resolvió la situación de una manera eficaz. -¿Nos vamos? –Le preguntó Daniel un poco más calmado. -¡Sí! –Amaia se apresuró a salir. Había pensado en un sinfín de argumentos para discutir con él, en caso de que no quisiera que lo acompañara; pero su pregunta la hizo sentir bien, él la quería a su lado. Y estaba dispuesta a acompañarlo, física y emocionalmente. Seis horas después ya estaban en el hospital donde se encontraba Aranza. Daniel recibió sin contratiempos el número de habitación, casi iba corriendo hacia el lugar. Cuando entró y observó a Aranza postrada sin responder, y con algunos aparatos conectados a su cuerpo, lo hizo sentirse impotente. Todos esos años alejados y aún le preocupaba su seguridad, su bienestar. Sintió cómo la angustia iba apoderándose de su cuerpo, el corazón acelerado queriendo salirse por su boca, las lágrimas saliendo de sus ojos sin siquiera percatarse. Con las manos temblorosas, tomó la de Aranza y recargó su frente sobre ella. Pudo sentir levemente su calor, pero eso no cambiaba la situación, ella estaba inconsciente. Si tan solo la hubiera buscado antes, tal vez su relación hubiera mejorado, aunque fuera un poco; o tal vez el tiempo les hubiera sonreído, y finalmente estar juntos… Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Fátima entró a la habitación. -Buenas noches Fátima –Soraya la saludó poniéndose de pie, ya que estaba en el sillón. Daniel no la había notado siquiera, porque su atención se enfocó totalmente en Aranza cuando entró a la habitación. -Buenas noches Soraya –Fátima dirigió su mirada a Daniel, que se había puesto de pie. -Daniel, ella es Fátima, la editora de Aranza –Soraya los presentó -Daniel Olivier –Extendió su mano a Fátima, que intuyó era hermano de Aranza; no solo por el apellido, sino que además se parecía demasiado a Dante. Ella se la estrechó, sonriéndole tanto como la situación lo permitía. –¿Viste a tú papá? –Le preguntó Soraya preocupada. -No, ¿qué dicen los médicos? –Daniel quería informarse de la situación con desesperación. -Hablemos afuera –Le pido Soraya y ambos salieron de la habitación, dejando a la editora al cuidado de Aranza. En la sala de espera estaba Amaia, que había encontrado a Dante. Daniel se acercó y su padre lo abrazó con fuerza, mientras algunas lágrimas salían de su rostro. -Va a continuar en observación, van a realizar más estudios e intentar despertarla en algunos días más –Soraya trataba de ser lo más clara posible con Daniel –Debemos ser positivos, ella es muy fuerte y ahora que está esperando un bebé… - -¿Está embarazada? –Preguntó Daniel atónito, interrumpiendo a Soraya. -Sí, también nos acabamos de enterar –Soraya indignada, respondió.
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