CAPITULO 12

1146 Words
Capítulo doce Bien, Anastasia, tú puedes. Me doy ánimos a mí misma, pero no creo que funcionen. Es nuestra tercera reunión en el día y estoy demasiado cansada desde que Ros y Andrea simplemente se esfumaron y dejaron todas las responsabilidades y agendas de un multimillonario a una chica de dieciocho años. No es que no crea que puedo hacerlo debido a mi edad. No, el problema es que no puedo pensar correctamente con él a mi lado todo el tiempo, preocupándose por mí y almorzando juntos mientras repasamos su agenda. ¡Ya no puedo más! ¡Me está volviendo loca! Entramos a una de las empresas que Christian ha adquirido aquí para su siguiente reunión. Soy presentada por incontable vez en el día por mi jefe, ahora al gerente que se encargará de llevar las estadísticas en la siguiente reunión. El señor Miller es alto, aunque un poco más bajo que Christian, también es más... viejo, por así decirlo, tal vez unos treinta y muchos. —¿Alguna vez te han dicho que eres una niña muy hermosa? —Oh, gracias, señor. —Mis mejillas arden y estoy muy sorprendida de que esas sean las palabras que salen de su boca. Él aún sostiene mi mano y yo no podría sentirme más incómoda. Escucho lo que parece un gruñido a mi lado y después veo la mano de mi jefe tenderse, por lo que el señor Miller se ve obligado a soltarme. De inmediato me posiciono detrás del señor Grey. No sé por qué... pero es un instinto que no puedo ni quiero evitar; con él me siento protegida. Raro, pero cierto. —Señor Grey, es un placer volver a verlo. —Los veo estrecharse las manos fuertemente. Mi jefe parece enojado. Aunque en realidad siempre lo parece. —Señor Miller, no tengo mucho tiempo. Mi próxima reunión es en treinta minutos, así que eso es todo lo que tendrá para ponerme al día. —Por supuesto, sé que eso no es cierto. No hay nada en la agenda en las próximas tres horas y esta reunión estaba pautada para hora y media. Claro que no voy a meter la pata. Calladita me veo más bonita. El señor Miller hace una mueca y su lindo rostro treintañero se afea. —No hay problema, señor Grey, síganme. —Me mira, luego me sonríe y nos empieza a guiar hasta la sala de juntas. Christian pone su mano en mi espalda baja y lo siento esa corriente que produce su toque desde mi lumbar y el resto de mi cuerpo. Santo Dios... lo que me hace. ¿Qué es esto? —No quiero que vuelvas a hablar con él, Anastasia, es una orden —gruñe en mi oído, de manera que nuestro guía no se entera de nada. Por más ganas que tenga que refutar, simplemente asiento. No es que me importe de todos modos. No me agrada el aire petulante y ególatra que desprende Mike Miller. Aunque no es que esa descripción vaya muy lejos de lo que es mi jefe... ¡Pero es diferente! Por más ganas que me den de matar a Christian Grey, debo aceptar que él... Él es diferente. No sé cómo lo sé, ni de qué manera, pero supongo... supongo que es diferente porque me hace sentir diferente; me hace sentir viva.  Durante la junta, me siento al lado del señor Grey y escucho pacientemente el discurso del señor Miller mientras tomo notas esporádicamente. No he dicho una palabra y Christian casi no ha abierto la boca exceptuando las veces que hace preguntas convenientes sobre lo que escucha. Es tan inteligente, tan centrado, guapo, sexy, millonario, y estoy segura que de buen corazón. He visto todo lo que hace por la caridad. Y esas personas ni siquiera saben que él está detrás de todo aquello, simplemente porque se niega a que todo el mundo conozca que él ayuda a los demás. No lo hace para ganar fama. Es generoso y, a pesar de eso, modesto de alguna forma. También orgulloso y con un ego en las nubes. Aunque tiene más dinero que sentido común. Así es Christian Grey... el hombre del que me estoy enamorando. ¡Lo sé, lo sé, es imposible! Pero no he podido evitarlo. La admiración que siento hacia él crece, crece, crece y se va convirtiendo en algo más. ¿Que si me enoja? Sí. ¿Que a veces lo odio? Por supuesto. ¿Que ahora mismo siento su mano tocando discretamente mi muslo por debajo de la mesa en una sala de juntas con diez personas a nuestro alrededor? Clar... ¿Qué? Oh por Dios... Sus dedos se están moviendo suavemente desde mi rodilla y ascendiendo por mi muslo por el bordadillo de la falda. Asustada, lo miro, pero él sólo tiene su otra mano apoyada en su boca, con el codo en el brazo de la silla, mientras su dedo mayor se mueve de manera hipnotizante en sus labios. Santo infierno... este hombre no debería ser legar. Debería llevar un cartel de advertencia. Algo como: Peligro: no mirar. Puede mojar sus bragas en dos segundos. Dios bendito, definitivamente mis hormonas están revolucionadas. Intento apartar su mano, pero él sólo aprieta mi muslo en una clara señal de orden que me insta a obedecer. ¿Qué está pasando? Mi respiración es agitada y siento como si me fuera a desmayar en cualquier segundo. Su mano empieza a ser más atrevida y se desliza por debajo de mi falda. Me lleva todo un mundo de autocontrol para no jadear o directamente gemir cuando su mano se detiene encima de mi braga. Suelto un suspiro y agarro mi lapicero fuertemente en mis manos en busca de un apoyo cuando sus dedos empiezan a trazar circulos y mis caderas cobran vida propia. Otro suspiro tembloroso se me escapa y aprieto los dientes conteniendo un gemido. Se siente tan bien, pero esto está muy mal... Cuando todo mi cuerpo se tensa y me siento temblar levemente, retira su mano, dejándome con el corazón latiendo a una milla por minuto, sudando y con mis bragas empapadas. Lo observo anonadada cambiar se brazo y llevarse los dedos con los que me tocaba a la boca. —Señorita Lambert, ¿se siente bien? —Eh... eh, sí, sí, gracias, señor Miller. Sólo estoy un poco abrumada. El cambio de horario y todo eso. Si me disculpan... Señor Grey, ¿puedo salir? —pregunto sin ser capaz de mirarlo. Estoy tan avergonzada. Tengo un cúmulo de emociones. No sé como sentirme, pero sé que después de esto... nada será igual. —Por supuesto, señorita Lambert —responde como si nada hubiera pasado. Entonces se inclina hacia mí y susurra—: Esto sólo fue una pequeña muestra de lo que está por venir, Anastasia. Y yo sólo pienso... Que Dios tenga piedad de mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD