PROLOGO
Uno... dos... tres...
Cierro los ojos y los aprieto fuerte mientras escucho a mamá y papá discutir.
Cuatro... cinco... seis...
El golpe llega y me estremezco al escucharlo.
Siete... ocho... nueve...
Contar ya no funciona cuando escucho a mamá sollozar y salgo de mi escondite.
Muerdo mi labio, indecisa cuando tomo el pomo de la puerta de mi habitación. Mamá siempre me dice que no salga escuche lo que escuche. Tengo once años, sé lo que estoy escuchando. Y sé que está mal.
Cuando salgo, mamá está sentada en el sofá con su rostro enterrado en sus manos. Mi corazón golpetea fuerte cuando la escucho sollozar. Papá no se ve por ninguna parte.
Sin que se percate de mi presencia, me siento a su lado y empiezo a acariciar su largo y claro cabello; me encanta que sea tan suave. Su cabello es más bonito que el mío. Ella levanta el rostro, sus labios están sangrando y su ojo se empieza a hinchar. Me observa con una mirada triste, pero intenta esconder todo con una sonrisa cargada de pesadez y dolor.
—Annie, cariño, te dije que no salieras.
Su voz es un débil y tembloroso susurro, como si temiera que papá en cualquier momento vuelva y continúe donde lo dejó.
—Mami... ¿Por qué te golpea?
Siempre le pregunto y siempre me contesta lo mismo:
—Mi amor, él sólo tiene algunos problemas y está algo enojado. No debemos molestar a papi estos días; no quiero que te lastime sin querer.
—Pero siempre está enojado. —Mis labios se fruncen.
Ya no queda nada del papá cariñoso que había conocido. El que jugaba conmigo después del trabajo sin importar cuan cansado esté, el que me llevaba al parque los domingos y me compraba dulces a escondidas de mamá... ¿por qué papá cambió?
Mamá me besa en la frente y me dice que vaya a mi habitación a dormir. Lo hago, pero no puedo cerrar los ojos. Me levanto y camino hasta la cocina. Después de tomar un vaso de leche, vuelvo a mi alcoba. Me acerco a la ventana y escucho sonidos de la casa de al lado. Los reconozco... son sollozos lastimeros y gritos junto al sonido de golpes.
Es una lástima que haya tantas personas que pasan por la misma situación... si yo pudiera evitar lo que papá le hace a mamá, lo haría. Pero sigo siendo pequeña...
Cuando crezca, no dejaré que algo así me pase. Y no dejaré que nadie lastime a mamá de nuevo. La podré defender de papá.
Lástima que no supiera lo equivocada que estaba.
Crecí, sí, pero sólo para unirme al maltrato al que mi padre, Frank, sometía a mamá. No entendía por qué no lo dejaba. Y de alguna manera estoy muy resentida con ella; no supo escapar a tiempo. Ahora, yo estoy sin madre, que fue asesinada a manos de su esposo y mi "padre" está pagando por homicidio en la cárcel.
Ahora sola, con dieciocho años, en la ciudad de Seattle, busco un nuevo comienzo.
Un trabajo; nada fácil de conseguir.
Una buena paga.
Un buen jefe.
Y sé que podré salir adelante.