Capítulo quince
Bueno... Así no es como imaginaba mi plan esta noche.
El que Mike Miller esté aquí conmigo y que además esté en su club. Supongo que el dinero que gana como gerente de una de las empresas de Christian Grey es suficiente para eso y más.
A pesar de mi plan inicial, me sigue incomodando estar cerca del señor Miller. Al lado de Christian me sentía segura, pero ahora... Joder, creo que mejor me voy.
—Señor Miller...
—Dime Mike, Anastasia, ya que yo me he tomado la libertad de tutearte. —Sonríe y toma mi mano por encima de la mesita que está en medio de nosotros llena de bebidas alcohólicas que no pienso tomar. ¿Acaso está pensando en emborracharme?
—Mike, creo que será mejor que me vaya al hotel. Mañana viajaremos de vuelta a casa y el señor Grey y yo tenemos una reunión antes de irnos. Así que... mejor me voy. —Separo mi mano de la suya e intento levantarme sin que se vea nada de lo que hay debajo de mi vestido.
Me sigo preguntando en qué carajos estaba pensando en venir aquí. Ni todo el enojo del mundo me debería haber obligado a volver a este mundo. Jamás lo haría. Tal vez el señor Grey sí tiene razón y después de todo soy sólo una niña perdida o una... petulante adolescente.
A pesar de todo lo que he pasado, aquí estoy... haciendo lo que juré jamás volver a hacer. Pero aún tengo tiempo para volver al hotel y simplemente mentir un poco. Tal vez el señor Grey se haya calmado.
—Vamos, Ana, quédate. —Se levanta junto conmigo y su mano agarra uno de mis brazos firmemente—. Ven, vamos a bailar.
Nos saca de la zona VIP y me lleva a rastras por todo el club hasta la pista de baile.
—Señor Miller, por favor, quiero irme. —Intento zafar mi brazo de su agarre, pero él lo reafirma.
—Sólo un baile, eso es todo lo que pido después de que permití que entraras. Vamos, no es nada del otro mundo.
Me toma de la cintura y me acerca a él. Pone mis brazos en su cuello. Voy a soltarme y soltarle a él unas cuantas malas palabras cuando de repente lo siento incluso antes de que pueda verlo. Miro a todos lado, pero hay demasiadas personas aquí, así que no logro ubicarlo.
Pero yo lo sé y lo siento...
Christian Grey está aquí.
No sé qué hacer. Empiezo a forcejear con Mike, pero él sigue insistiendo de que sólo es un baile. En un momento dado, se inclina y susurra en mi oído:
—Grey te paga bien por ser su puta. —Abro los ojos como platos y lo empujo, deseando darle una cachetada con todas mis fuerzas, pero él simplemente no me deja ir—. Lo que sea que te pague, lo doblaré por tener esta noche contigo.
—¡Yo no soy puta de nadie! ¡Sólo soy su asistente! —Lo empujo de nuevo y él comienza a sacarnos de la pista cuando se da cuenta de que estamos llamando la atención debido a mis forcejeos.
Dios mío... definitivamente esto salió muy, muy, muy mal.
—Te vi, Anastasia, los vi —dice entre dientes cuando llegamos a la zona reservada donde habíamos estado antes. Me pega a la pared de una manera dolorosa. Suspiro temblorosamente, pensando en cómo diablos voy a terminar con esto—. Vi tu cara de placer cuando él te tocaba en una sala llena se gente. Dime, ¿te gusta la exhibición? ¿Por qué no te exhibes para mí ahora? Y, para no ser una puta, no lo demuestras muy bien —señala, sus ojos yendo de arriba a abajo en mi pequeño vestido.
—N-no sé de qué está hablando. Por favor, déjeme ir. —No voy a llorar. No frente a él, de todos modos estoy a punto de derrumbarme.
—Te vas a sacar ese hermoso vestido para mí mientras yo me sentaré en ese sofá a observar. Luego, moverás tu lindo y apretado culo y te sentarás a horcajadas sobre mi polla...
—No, señor Miller, yo no...
—¿Escuchaste la prengunta en mi voz? Sé que te gustará. Te gustó lo que te hizo Grey en mi sala de conferencias, ¿no? Entonces esto te gustará más. Así que...
—Es mi sala de conferecias y, desde esta noche, tienes prohibido poner un pie allí o en cualquier sitio de mi empresa. Y creo que, por tu propio bien, deberías soltar a Anastasia... Ahora. —La voz iracunda de Christian nos sorprende a ambos, pero yo jamás me había sentido tan aliviada.
Maldición... No puedo comparar esta situación con la de Jake Wilson y aún así lo despidió... No quiero imaginar lo que ocurrirá con Mike Miller. Santo Dios... me siento tan estúpida.
Miller me suelta y mis piernas se tambalean. Definitiva y totalmente aliviada de que él me haya encontrado.
Veo a Taylor entrar y sacar al señor Miller, no antes de que Christian tenga tiempo de darle un puñetazo, y entonces lo único que veo es al hermoso hombre arrodillado frente a mí. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había deslizado hasta quedar sentada en el frío suelo.
Me siento entumecida, indignada y abusada de alguna forma.
Necesito estar sola. Empezaré a llorar como loca en cualquier momento. Estoy a punto de explotar cuando su voz me distrae.
—Anastasia, levántate, te llevaré al hotel. —Sí, él está muy enojado. Y no puedo imaginar qué me espera cuando estemos en un lugar más tranquilo.
Y, sin embargo, no me muevo. Sólo lo miro y él me mira. El aire se espesa, mi piel cosquillea y lo único de lo que tengo ganas es de lanzarme a sus brazos y que me proteja de todo.
¿Por qué era que estaba enojada?
Él respira profundo, algo que hace mucho cuando está junto mí... Y entonces lo tengo; intenta controlarse ya que él desea lo mismo que yo.
—Vámonos, Ana, o no sé de lo que soy capaz. Estoy tan malditamente enojado que podría besarte. ¿Eso tiene sentido?
—¿Y por qué no lo haces? —pregunto en un murmullo.
Él se acerca más y más y más a mí y de verdad creo que lo hará, cuando de repente dice:
—Porque sigues siendo una niña inmadura.
Sí, ya recordé por qué estaba enojada.