CAPITULO 23

1202 Words
Capítulo veintitrés Hay cosas que una chica puede soñar. Hay cosas que una chica puede desear. Lo que nunca imaginaría es que esas cosas se hicieran realidad. Despertar en la cama de Christian Grey un sábado mientras ambos estamos acurrucados después de haber hecho el amor la noche anterior se podría decir que es uno de mis sueños y deseos hechos realidad. Aunque la verdad es que mi mente decía una cosa y mi corazón otra, ambos se juntaban en mis sueños y hacían que cosas como esta sucedieran mientras dormía y alejara todas las pesadillas que pudiera tener sobre mi sórdido pasado. Cosa que jamás pensé posible. Cuando viví en casa de la prima de mi madre hace unos pocos meses, tenía muchas noches de insomnio. Me prohibía a mí misma dormir para que las pesadillas no me atacaran, pero mi realidad era una pesadilla. La muerte de mi madre sigue siendo reciente y nada era estable en mi vida antes de entrar en Grey House. Pero se puede decir que lo he intentado. Y conocer a Christian Grey ha puesto mi vida de cabeza... y de alguna manera me ha hecho olvidar todo haciendo que mi mundo se equilibrara. No sé cómo explicarlo, lo único que sé es que verlo dormido abrazado a mi cuerpo mientras la luz del amanecer se filtra por la ventana será la imagen mas hermosa que veré jamás. ¿Cómo es que un hombre como éste está en mis brazos? —Uhm... —lo escucho murmurar mientras se remueve apretándome en sus brazos. Su cabeza está en mi pecho y su cabello alborotado me roza la barbilla. Entierro mi nariz en su pelo; su olor es delicioso. Levanto una mano y acaricio su cabello suavemente. Cada vez que lo veo en la oficina con su cabello alborotado he querido hacer eso. Supongo que ahora sí lo tengo permitido. De pronto, su cabeza se levanta y sus ojos me encuentran. Nos quedamos mirándonos antes de que él me ofrezca una enorme sonrisa que hace que mi corazón se salte un latido. Adormilado, desnudo, cabello alborotado y sonriendo ante mí, es la imagen de la perfección. —Buenos días, Anastasia —murmura somnoliento, antes de besar mis labios castamente y volver a acurrucarse. Suspiro, sin poder decir nada. Estoy gratamente sorprendida por todo lo que ha pasado estos días. No puedo creer nada de esto. —Buenos días, Christian —susurro incrédula. —Así que fue cierto —me dice, su voz ronca mientras se incorpora cerniéndose sobre mí. —¿A qué te refieres? —pregunto, mis mejillas calentándose al ver su mirada sobre mí. Vamos, Ana, éste hombre fue el que te hizo gritar de placer anoche. ¿Ahora te avergüenzas? Mi propio pensamiento hace que abra los ojos como platos mientras los suyos siguen sin apartarse. —Esos son los ojos más impresionantes y hermosos que he visto jamás —murmura para sí mismo. Una pequeña sonrisa se me escapa y, apretando las sábanas sobre mi cuerpo desnudo para que no me vea, lo más a lo que me atrevo es a besarlo en la mejilla como agradecimiento por el cumplido. Él suspira profundo, como si mi acto lo hubiese sorprendido. ¿Después de todo lo que me hizo anoche se sorprende por un beso en la mejilla? De repente, siento su erección matutina presionar en mi centro. Jadeo ante la sensación. Había leído sobre esto, pero, hasta hoy, no lo había confirmado. —¿Estás adolorida? —pregunta, apartando el edredón de mi cuerpo antes de comenzar a besar mi cuello. —Un... un poco —tartamudeo, moviendo mi cabeza hacia un lado para darle más acceso. Se siente demasiado bien. Mi respiración falla cuando aparta por completo las sábanas y empieza a lamer mis senos y a morder mis pezones haciendo que estos se yerguen y mi espalda se arquee. Sí, él sabe lo que hace.  —¿Quieres que lama tus heridas, pequeña? —musita, haciendo un camino de besos a través de mi vientre. —Christian... no... creo que... No logro terminar ninguna oración coherente. Simplemente él hace que mi mente quede en blanco y todo a nuestro alrededor desaparezca. Aquí, en esta cama, y en todo lo demás, Christian y lo que me hace sentir son la única cosa en mi mente. Cuando besa mi pubis, cierro mis piernas con fuerza impidiendo que vaya más abajo. Me siento muy... sucia aún por lo de anoche y estoy demasiado avergonzada para dejar que haga algo como eso. Aún así, él empuja mis piernas y me mira alzando una ceja. Creo que descifra mi pensamiento por el rojo de mis mejillas. —Christian, yo... yo no... creo que... —Shh, vamos a darnos una ducha. Y será mejor que recobres fuerzas, Anastasia; estaremos aquí todo el fin de semana.  Abro la boca, pero nada sale. ¿Estaremos juntos todo el fin de semana? —¿Y... haremos lo que hicimos anoche todo el fin de semana? ¿Eso se puede? Christian me mira por lo que parecen horas antes de echarse a reír a carcajadas. Yo tomo la almohada a mi lado y la pongo sobre mi cara. ¿Se está riendo de mí? Bien, no me importa. Adoro su risa. —Hey. —Christian intenta tomar la almohada de mi rostro, pero se lo impido—. Vamos, pequeña, no te escondas de mí; déjame verte. Cuando logra quitarla, toma mis manos y entrelaza nuestros dedos antes de que su boca se pegue a la mía en un beso largo, lento y sensual. Soy consciente de su cuerpo desnudo sobre el mío y de mi pecho contra el suyo. El hombre sabe besar, no hay duda de eso. Y el pensamiento me entristece momentáneamente. ¿Con cuántas chicas habrá tenido noches como la nuestra? ¿Cuántas han estado en este mismo sitio que estoy ocupando ahora? Christian se separa cuando dejo de devolverle el beso. —¿Qué ocurre? —Nada... —No me mientas, Anastasia —advierte—. Dime qué pasa. —Sólo pensaba en lo de anoche... —murmuro. Después de todo no es mentira. —No te estás arrepintiendo de eso, ¿cierto? Aprecio mucho el que me hayas entregado tu primera vez. Y de verdad espero haber estado a la altura de tus expectativas y que yo no haya sido demasiado duro. ¿Te lastimé? —Parece increíblemente preocupado y culpable. —No, no, nada de eso. Es sólo que aún me parece increíble. —Le brindo una sonrisa, con intensión se tranquilizarlo. Lo cual funciona. —Para mí también. Parece un sueño... Su mirada, su voz, sus actos... Creo que Christian Grey y yo estamos en la misma página. Y nada me hace más feliz que eso. —Entonces... sobre hacerlo todo el fin de semana... Su pelvis se mueve, rozando su m*****o con mi entrada y no puedo evitar reír al mismo tiempo que un gemido se me escapa. Espero que nuestro tiempo juntos este fin de semana, nos sirva para mantener nuestras manos quietas mientras estamos en el trabajo... Ahí creo que Christian Grey y yo no estamos en la misma página.
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