CAPITULO 25

1177 Words
Capítulo veinticinco El silencio es asfixiante, mientras él me mira y abre la boca una y otra vez, pero no dice nada. Lo que parecen siglos después, veo la decisión en sus ojos y su boca se abre una vez más. Un timbre de celular interrumpe lo que sea que Christian iba a decir. Suspiro, sabiendo que perdí la oportunidad de escuchar cualquier respuesta de su boca. —No es mi celular, Anastasia —lo escucho decir y tiene razón. Pensé que era el suyo que suena todo el día. El único que podría llamarme es él y está conmigo ahora, así que no tengo idea. Frunzo el ceño y tomo mi bolsa que está en la mesita de noche, la abro y tomo mi celular. El número no me es familiar, y miro a Christian, quien me mira a mí con una ceja alzada. —¿Quién es? —pregunta receloso, y yo me encojo de hombros. Contesto antes de que la llamada se pierda. —¿Hola? —¡Anastasia! ¡Te he estado esperando! Me dijiste que vendrías. Te mandé la dirección por mensaje. Vamos, Ana, estamos todas aquí. —Oh, cielos, me había olvidado de eso por completo. Mi cara de sorpresa debe ser épica y sé que Christian me mira. Llevo mi mano a mi frente, sintiéndome culpable. —María, lo siento mucho, lo había olvidado por completo. —Ya no quiero ir. Me quiero quedar aquí y escuchar la respuesta de Christian, y dormir con él de nuevo, pero después de mis preguntas el aire entre nosotros es algo incómodo, así que decido cumplir con las chicas y dejar a Grey solo con su mente—. Estaré allí en media hora. —¡Excelente! Esto apenas comienza. Por cierto, Andrea me dio tu número. Las chicas están ansiosas por conocer finalmente a la asistente personal del señor Grey. —Se escuchan gritos y risas al fondo y no puedo evitar reír. Si supieran que tan personal... —¡Nos vemos en un rato! —Te esperamos. —Y con eso cuelga. Dejo el celular y la cartera en la mesita nuevamente y me giro hacia Grey. Él no me está mirando, está viendo al frente y viéndose lejano y pensativo. —¿Adónde estarás en media hora? —pregunta, conectando su mirada con la mía. Al parecer no escuchó que dije María—. Es tarde, pensé que te quedarías conmigo. —Lo siento —digo, levantándome de la cama con la sábana envuelta en mi cuerpo. Puede sonar patético, pero no quiero que me vea desnuda ahora—. Tenía un compromiso previo que había olvidado por completo. Comienzo a caminar hacia el baño, cuando de repente soy retenida por Christian. Su mano está en mi brazo derecho y me gira hacia él para que quedemos frente a frente. Su mirada me quema; parece enojado. ¡Já! Él está enojado. Se supone que yo debería enojarme por sentirme usada. ¡Y lo estoy! Él no tiene una respuesta para mi pregunta. Eso quiere decir que sólo me está usando como su asistente más que complaciente. ¡Le di mi virginidad! ¿Eso no le dice nada de como me siento por él? Vamos, que él es lo suficientemente inteligente para fundar una empresa que le produce millones de dólares, pero al parecer no lo es para expresar o identificar sentimientos. Éste es el jefe que conocí; el hombre de acero y frío como el hielo. Sólo que él no se derrite con nada. Eso parecía haber cambiado hoy. De verdad que nunca lo había visto tan relajado como lo estaba hace un rato conmigo. Irónico como una simple pregunta sin repuesta puede matar el momento. —No me gusta compartir, Anastasia —murmura con la mandíbula tensa. Frunzo el ceño, confundida. ¿Por eso está enojado? ¿Piensa que ahora me veré con otro o algo así? ¡Dios, él es simplemente un idiota! ¿O está celoso? Alzando una ceja, lo miro a los ojos y sonrío de manera cínica. —Lástima. Seríamos un gran trío. Su boca se abre y su mano aprieta mi brazo. —Deja de jugar, Anastasia. ¿Adónde diablos vas a esta hora? —¡No es de tu incumbencia! Ahora suéltame, me largo. Me deshago de su agarre, tomo el vestido y entro al baño cerrando la puerta tras de mí. Me pongo el vestido de gala, bastante incómoda al estar sin ropa interior. Supongo que tendré que pasar por mi departamento a vestirme. No pienso llegar así. Mientras me miro en el espejo arreglando mi cabello, pienso en lo que acaba de pasar allá afuera. Por Dios, no debí decir eso. Yo me enojaría bastante si la situación fuese al revés. Así que hago un plan para estar bien con mi conciencia. Saldré de aquí, le pediré disculpas a Christian, tomaré mi bolso y me iré. Con eso en mente, abro la puerta. Christian está sentado en la cama, ahora vistiendo unos vaqueros. Sus codos están apoyados en sus muslos y tiene la cabeza entre sus manos. Parece increíblemente atormentado. ¿Es eso mi culpa? Suspirando, me siento a su lado, tomando un mechón de mi largo cabello entre mis dedos y retorciéndolo. Él ni me mira. —Lamento lo que dije —murmuro con sinceridad. —Está bien. Supongo que sólo estás enojada —musita, aún sin mirarme. Por Dios... no quiero verlo así. ¿Por qué parece tan triste y nostálgico de repente? Mis emociones con él son como montaña rusa. —Sí, bueno... tengo que irme. —Él asiente y decido darle una breve explicación para que no piense que iré con otro hombre o algo así—. Quedé con algunas de las chicas de la empresa ayer para juntarnos esta noche. Con todo lo que pasó... lo había olvidado por completo. Él me mira y veo la satisfacción en sus ojos. —Bien. Haré que Taylor te lleve a donde quieras. Me pondré a trabajar en mi oficina, así que no lo necesitaré. ¿Puedes volver aquí cuando termine su junte? Nuestro fin de semana no ha terminado. —Parece tan esperanzado, pero no sé si seguir con esto. Y no quiero presionarlo a que me de una respuesta. —Te aviso después si decido volver, ¿sí? —Me levanto, tomo mi bolso y me dispongo a salir. —Anastasia... —¿Sí? —Nunca más digas algo como lo que me dijiste hace un rato. Me provoca náuseas imaginarte con otro. —Rápidamente está frente a mí, mirándome a los ojos y con postura intimidante. —Está bien... —No vuelvas a hacerlo —advierte y luego me besa de forma dura. Cuando se separa, muerde mi labio—. No quiero ponerle nombre a lo nuestro, Anastasia... pero si tuviera que hacerlo... diría que eres la chica con la que quiero pasar muchos días como este. Mis ojos se abren ampliamente, sorprendidos. Esta es su respuesta... y, por ahora, es suficiente para mí.
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