CAPITULO 27

858 Words
Capítulo veintisiete Mis ojos se abren sin mucho entusiasmo a la mañana siguiente. Me doy un momento para recapitular todo lo que ha sucedido en éste fin de semana, que aún no acaba, hasta la manera en la que me quedé dormida anoche. De sólo pensarlo, una sonrisa boba se instala en mi rostro. Christian y yo hablamos de todo y nada hasta que mis ojos eran demasiados pesados por el cansancio como para soportar un segundo más mis parpados abiertos. Lo último que escuché fue un "Dulce sueños, nena" antes de caer en los brazos de Mofeo. Aún con la sonrisa en mi rostro, veo mi celular en la cama aparentemente abandonado y muerto después de todo el uso que le di anoche. Incorporándome, tomo el celular y lo conecto para que cargue mientras me ducho. Sé que Christian estará aquí pronto cuando me doy cuenta de la hora. Dijo que iríamos a desayunar a las diez y que él pasaría por mí. Rápidamente hagos mis necesidades, me ducho, cepillo mis dientes y luego me visto intentado ser casual —jeans y camiseta sencilla es lo mejor que puedo hacerlo—, agarro mi largo cabello en una cola de caballo y me considero lista. Organizo hábilmente mi habitación y luego preparo una taza de té. Mi celular suena y salgo corriendo hacia mi habitación para desconcertarlo y responder. —¡Hola! —respondo en un jadeo, agitada por mi pequeña corrida de la cocina hasta acá. O eso quiero creer, supongo que en realidad estoy más agitada por saber de sobra quien llama y mi corazón se vuelve loco con sólo escuchar su voz. —Uhm... ¿Qué estás haciendo para estar en ese estado? —Su voz ronca hace que mi cuerpo se llene de una energía prácticamente eléctrica haciendo que mi sistema se estremezca. Junto los muslos cuando siento que la mayor fuerza de las consecuencias de escuchar su voz de esta manera se acumula en mi entrepierna. —Na-nada —tartamudeo estúpidamente—. Estaba limpiando un poco. —Carraspeo, intentando que mi voz vuelva a la normalidad. —Está bien —murmura a sabiendas y mis mejillas se calientan—. Ya estoy en camino. Estoy loco por devorar tus labios. Creo que me he vuelto adicto a ellos —susurra y otra vez esas descargas eléctricas se hacen cargo de mí. —Yo... Yo creo... —No puedo terminar una oración coherente cuando mi corazón parece querer salir de mi pecho. Al parecer Christian lo entiende, porque lo escucho reír. —Te veo en un momento, mi dulce niña. —Y entonces cuelga, dejándome literalmente sin respiración. Recomponiéndome, vuelvo a la cocina y tomo mi té. Mientras lo termino de tomar, el timbre suena y, casi flotando al pensar en que mi querido señor Grey ya está aquí, me encamino hacia la puerta para abrirla. La enorme sorpresa que me llevo al no ver a mi apuesto jefe, sino a Jake Wilson en la entrada de mi departamento. Puedo sentir mi boca abrirse y mis ojos salirse de órbita. ¿Qué está haciendo aquí? ¿Cómo supo donde vivo? —Ana —murmura con una leve sonrisa. Mi ceño se frunce, sopesando mis opciones. Christian está en camino, no quiero que encuentre a Jake aquí. Se enojará y no quiero que se enoje... no por ahora, al menos. —¿Qué estás haciendo aquí? Él da un paso adelante y yo me echo hacia atrás. Aún recuerdo lo de la última vez aunque estuvo muy arrepentido luego y no fue nada grave, pero eso le costó su trabajo. De repente, él pone un papel frente a mis ojos. Me fijo que es la página del periódico de ayer donde salimos Christian y yo en primera plana en la gala a la que asistimos el viernes. Son fotos nuestras bailando juntos, tan acaramelados como nos es posible cuando estábamos desesperados por terminar la noche en los brazos del otro. Otras con su familia mientras yo reía con ellos como alguien perteneciente a los Grey. Entonces miro hacia arriba, los ojos de Jake me miran con rabia y una de sus cejas están arquedas. —¿Por eso me despidió? ¿Te estás follando al jefe para tener un ascenso y él es lo suficientemente posesivo contigo como para no querer compartir? Por un momento siento miedo. Él no parece estable, y es diferente a cuando lo vi la última vez. Supongo que son secuelas de haber perdido su estable trabajo. Cuando da otro paso más hacia mí, retrocedo una vez más. Él entra completamente a mi departamento y la puerta se queda abierta. —Jake... no sé de qué estás hablando —digo, lo más calmada que puedo. —Eres una zorra... ¿De verdad estás con él? ¡¿Están juntos?! Su voz se levanta una octava y su mano agarra mi brazo fuertemente. Jadeo, intentando alejarlo. —Sí, estamos juntos —responde una voz profunda y enojada desde la entrada—. Y recuerdo perfectamente lo que dije la última vez si volvías a poner tus sucios dedos sobre ella.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD