Me sacudo la nariz con un pañuelo desechable para luego lanzarlo al cesto de la basura. Me encuentro envuelta en dos cobijas, temblando sin parar a causas del maldito resfriado que me invadió. ¿Qué podría decir? La tarde en que le narré toda mi fantasía a Dru con respecto a tener un montón de hijos, había salido furiosa de mi casa ante la risa burlesca que me dedicó mientras me decía que él no me veía como el tipo de chica que fuese capaz de formar un hogar, pues, según él, era poco responsable para criar a un montón de niños. Después de ello, decidí irme de fiesta con mis antiguas amigas, desgraciadamente, una de ellas estaba enferma, un maldito resfriado que, al momento de compartir una lata de cerveza con ella, no llegó a importarme, lo que ahora me hacía lamentarme. Primero comenzó