Capítulo 9: Ian

980 Words
Ian. Su nombre era Ian. Me lo había dicho sin yo preguntárselo o desearlo. ¿Quién se creía que era? Y la forma en la que pronunciaba mi feo nombre. Incluso llego a hacerme pedirle compartir un ascensor, no comparto ascensor con nadie, menos con perros agresivos a mi persona sin motivo. Aunque sinceramente todos los perros son así conmigo, baje mis defensas al verle, más bien al tocarle. Sentir su piel por un breve instante, me hizo anhelar cosas que sabía no podía tener. Y ahora me había dicho su nombre. Ian, Ian. Bueno Ian, me mudaré no hay discusión en ello. Por eso me enfrasque en esta tarea lo más diligentemente que pude. La mordida no había sido profunda, el perro estaba sano, y la había desinfectado, era un solo colmillo lo que me había clavado. Asunto olvidado. Tenía mucho por hacer. Busque en internet mis opciones de mudanza, también había llamado al arrendatario del departamento pero quedo en devolverme la llamada. Esta noche me consentiría, así que pedí pizza. Justo después de la llamada a mi pizzería favorita, el arrendatario me llamo. Malas noticias. Como si necesitase una más. Al contrato anual le quedaban 2 meses vigentes, si me iba los perdería. Trate de pedirle una devolución de este depósito, había perdido mi trabajo y mentí diciéndole que mis padres me necesitaban con ellos, se volvió sordo y no me escucho. Una vez más estaba sola. Soy consciente de mis defectos aunque no lo parezca algunas veces. Por ejemplo, mi jefa en la editorial no era particularmente mala, es solo que mi ostracismo impidió que me incorporase a los trabajos grupales, una clara desventaja en este recorte de personal. Y el señor Luis, no era un arrendatario particularmente avaro, pero una vez más, no nos conocíamos en persona. Tampoco a ninguno de mis vecinos lo hacía. Nunca me había sentido triste por mi soledad. Pero me di cuenta que en momentos así, quizás hablar con alguien estaría bien. Pero no podía hablar con nadie. Así que las lágrimas salieron de mis ojos. Las limpie con el brazo y el timbre sonó, por lo menos lloraría con el estómago contento. Pero al abrir la puerta quien estaba era Ian. Quien me vio llorando. ─   ¿Estás bien? ¿Es tu pierna? ¿Vamos al doctor? – Había pena en sus palabras, parecía avergonzado. Negué. ─   No hace falta es que tuve un mal día - Seguía limpiándome los ojos, mi rímel quizás se había corrido, no importaba mucho ya. ─   Agatha, seré sincero contigo. Ese día sentí que te debía algo, y hoy he vuelto a sentir que te lo debo. No me gusta deber cosas ¿hay algo en lo que te pueda ayudar? –sonaba sincero, sonaba suave, quería tanto abrazar a alguien, sentir el calor de alguien más. ─   Me despidieron, mi arrendatario no me devolverá el dinero del depósito si me voy, tu perro me mordió y tengo hambre - me sincere, cansada. Estaba agotada. ─   Cuando me despidieron de mi primer trabajo, me dolió bastante. Tenía 15 y era repartidor de correos en mi bicicleta, me quede dormido conduciendo- dijo en tono de confidencia. ─   ¿Dormido en bicicleta? – Debía estar mintiendo, pero necesitaba seguir hablándole. ─   Dormido toda mi vida – y entonces me dio una sonrisa tan encantadora y sexy. Sentí que me derretiría, tenía que pararlo ahora. O tenía que dejarlo ir. Lo desconocía, pero era lo contrario, nunca aprendería de mis errores aquí iba a lo mismo. Me cruce de brazos y me afinque de mi puerta en modo defensa. ─   ¿Quieres saber por qué corrí lejos de ti ese día en la librería Ian? Y después hacia ti en el hospital – Sonaba calmada pero no lo estaba. Para nada. Él se veía sorprendido y a la expectativa, diría que algo emocionado. ─   Lo he esperado por un mes – se afinco de igual forma de la puerta y cruzo los brazos como yo. Estaba cerca muy cerca. Apenas podía mantener la voz estable, sentía que me perdería en su mirada pero había que hacerlo. Mis habilidades de contacto visual estaban llenas de polvo. ─   No soy esquizofrénica, soñé con tu muerte. Ese vidrio debió clavarse en tu abdomen y matarte ese día - sonaba confiada pero tampoco lo estaba. Mucho menos cuando el rostro de Ian pasó de una sonrisa pícara a una de seriedad absoluta, se enderezo, yo le seguí tal cual el juego del espejo. Comprendí la situación, e intente cerrar la puerta pero él coloco su mano en ella y entro en mi departamento. Estaba algo asustada ¿era del tipo violento al decirle la verdad? Estaba segura de que no lo era, era más bien del tipo sarcástico o compasivo. ¿Me equivoque? Se veía perturbado y caminaba de un lugar a otro, yo solo me quede cerca de la puerta dispuesta a huir. Pero se detuvo y me miro de frente. ─   Te creo Agatha - lo decía sin burlas. Yo no salía de mi asombro. ─   ¿Te estás burlando? ¿es eso? – Ya no podía controlar mis expresiones. ─   No lo estoy haciendo. Hay gente que tiene estás intuiciones, y… estoy vivo ¿no? –entonces me toma de las manos con afecto, no puedo hablar, me está tocando - debió ser difícil para ti estar sola ¿no? –asiento, no parece real, debe ser otro sueño. ─   Si tú me lo permites ¿no quieres ser mi amiga? Como un p**o ¿por qué no me dejas acompañarte un poco? Te debo la vida Agatha.  Nunca había llorado tanto frente una sola persona a excepción de mis padres pero no lo puedo evitar, cuando el abre sus brazos, me olvido de todo y simplemente me uno a él. Me cree, alguien por fin lo hace.
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