ALEX
Odiaba los paparazzi. No había cosa tan más tediosa que huir de un grupo de extraños el cual recibían un p**o por perseguirme y hacerme preguntas de los más incómodo. Sí, esa gente estaba ahí queriendo meterse en mi vida porque les pagan, de eso vivían. La parte complicada de su trabajo era soportar mi humor por tenerlos encima de mí.
Lo único que pude hacer cuando me vieron con Vanessa en el parque, fue tomarla del brazo y dirigirla hacia la calle donde Ricardo nos estaba esperando. Habíamos acordado que estaría cerca por cualquier cosa que surgiera, y esa "cosa" había surgido.
Nos metimos al coche y el carro se puso en marcha. No quería estar a un lado de ella, por alguna extraña razón me incomodaba, pero no de la manera mal. No me gustaba ver que ese vestido le sentaba de maravilla, ser desaliñada definitivamente no le ayudaba en nada, pero aún así no era mi tipo.
Cuando el auto finalmente estuvo en marcha y Ricardo nos dijo que quería hablar con nosotros.
— ¿De qué quieres hablar? —le pregunté sin más. Sabía para dónde iba la "plática". Para ser honesto no me gustaba nada lo que estaba por decir.
— Quiero discutir con la señorita sobre la posibilidad de hacer un contrato con ella —Ricardo no perdió de vista a Vanessa que se encontraba con la mirada en sus pies.
Subió su mirada, como si fuera una cámara lenta, alguien tímida, que estaba escuchando una propuesta. Tenía las manos sobre sus rodillas en una posición muy rígida, tan rígida que por poco pensé que los hombros terminarían por romperse del estrés.
— ¿Un contrato? —preguntó un poco confundida— ¿un contrato de qué?
— ¿Cómo dices que te llamas? —Ricardo no lo dejaría ir tan fácil y yo me estaba impacientando a medida que escuchaba la conversación, que recién había comenzado, no me podía imaginar qué haría por soportar lo que se avecinaba.
— Vanessa Santamaría —vi como se encogía sobres su asiento. ¿Acaso era siempre así de tímida? Me exasperaba. Definitivamente era muy diferente a Frida, aunque había algo en ella que no podía terminar de entender. ¿Cómo es que dos hermanas de la misma familia pudieran ser tan diferentes?
***
VANESSA
Me sentía peor que cuando mis padres me regañaban y castigaban de niña. Al menos cuando estaba sentada frente a ellos sabía que seguía un castigo como no cenar y desayunar a la mañana siguiente
— Vanessa, verás, una de las consecuencias que a veces trae el relacionarse con personas de la talla de Alex, es que te puedes ver envuelta en la polémica —yo tan solo escuchaba atenta a las palabras que este señor Ricardo me estaba diciendo, pero para ser honesta no estaba entendiendo un comino. Se inclinó un poco hacia delante para quedar más cerca de mí y verme mejor a los ojos— ¿Sabes lo que significa estar en la polémica señorita Santamaría?
Contuve la respiración durante un par de segundos negando con la cabeza. A duras penas podía pasar mis días sin hambre como para ponerme a pensar en lo que significaba la polémica. Ricardo sonrió triunfante.
— Imagina que tu nombre sale en todos los portales de noticias del país, diciendo que eres la amante de Alex Camil, la mujer que se aprovechó de él en una noche de copas —mi corazón temblaba de nervios, pues no me había aprovechado de él.
— No me aproveché de él —le dije con un nudo en la garganta— solo fue una borrachera y no recuerdo cómo llegué con él. No quiero afectar a mi hermana— mi voz se quebraba al no saber cómo hacerles entender que no fue mi intención.
— Y te creo —continuó diciendo Ricardo y mi corazón por un momento sintió alivio— pero la prensa no verá eso. Desafortunadamente señorita Santamaría, lo que le puedo decir es que todos los portales de noticias se van a llenar con el encabezado de "hermana de Frida Santamaría le baja el novio" "¡embustera! se metió con el pretendiente de la hermana por envidia".
Ricardo comenzó a llenarme de posibles encabezados en los portales de noticias. Bajé la cabeza y cerré los ojos al pensar que todo era posible. Mi vida había terminado de la nada y yo me sentía culpable, pues era verdad que me había metido con el prometido de mi hermana sin saberlo.
— Ricardo, creo que estás yendo demasiado lejos —escuché la voz de Alex, permanecí con los ojos cerrados por un momento más.
— No estoy yendo lejos, es la verdad y ella lo tiene que saber. Al menos que acepte la alternativa que va a salvar tu cul*o de esto, porque con esa noticia tú serás el peor afectado —le respondió Ricardo enfurecido.
— ¿Hay una alternativa? —pregunté alzando la vista por primera vez hacia ellos. Mi manos sudaban nerviosismo y ansiedad.
— Hay una. Como ya lo había dicho señorita Santamaría, si usted acepta casarse con él, el escándalo sería mucho menos grave. Podemos llegar a un acuerdo para que usted sea beneficiada. Piénselo, la noticia cambiaría de "hermana le baja al novio" a "mujer misteriosa conquista el corazón de Alex Camil". Piénselo.
El auto se detuvo y Ricardo de me dio su tarjeta. Había llegado a casa y tenía el alma en un hilo. No quería entrar a mi casa, pero debía hacerlo de alguna manera. Sentí que mis piernas flaqueaban al pararme de mi lugar. Acepté la tarjeta de presentación y la guardé en mi bolsa.
— ¿Estás bien? —me preguntó Alex cuando tambaleé un poco al abrir la puerta. Me sostuvo de la cintura y se levantó para ayudarme a bajar— Estás pálida.
Sonreí con debilidad, pues no se imaginaba lo que me esperaba, y yo no quería pensar en ello.
— Estoy bien —le dije tratando de plantar bien los pies sobre la tierra.
Me dio un apretón de hombros y lo vi dudar por un momento al verme a los ojos, al final con un movimiento torpe se despidió de mí depositándome un beso en la mejilla. No recordaba si en nuestra única noche él me había besado, pero, sin duda, recordaría ese pequeño instante en el que me dio un beso en la mejilla.
Me quedé por un momento pasmada, hasta el momento en que reaccioné y corrí hacia dentro de la casa donde el infierno me esperaba.
***
ALEX
Me subí a la limusina una vez que vi que Vanessa entró corriendo para cerrar la puerta frente a mi naríz de un portazo. Generalmente las mujeres querían quedarse conmigo, pero tal parecía que todo le daba pena. La había cohibido, un efecto que generalmente causaba en las mujeres.
— ¿Y bien? —me preguntó Ricardo cruzando la pierna sin dejar de verme. Estaba sentado frente a él. El auto avanzaba a medida que nuestro silencio se prolongaba— ¿cómo salió todo?
— Después de un drama por la ropa creo que todo salió bien —dijo de mal humor. Me recargué sobre mi asiento cruzando los brazos. desvié mi vista hacia la calle, mientras observaba el alumbrado público.
— Espero que haya sido suficiente lo que has hecho hoy, para asegurarnos tendrás que ir mañana a visitarla y sorprenderla con algo más, flores, chocolates, lo que sea. Tienes que asegurarte que acepte el trato.
Mi furia crecía a medida que Ricardo me decía que hacer.
— ¡Carajo! ¡No debería estar haciendo esto! ¡Ella es una embustera y ni siquiera me gusta! —grité frustrado.
— ¡Eso debiste haber pensado antes de meterte con ella! ¡Haz lo que tengas que hacer así te tengas que tomar una put@ caja de dramamine para que no vomites cada que la veas! —gritó furioso.
Estaba enfurecido. Me negaba a hacerlo.
***
VANESSA
Sabía lo que me esperaba en casa. El miedo me había invadido el pecho y la dificultad para respirar por los nervios que traía de punta, no me hacían desear otra cosa salvo desaparecer de ahí.
Que los reporteros me hubieran fotografiado con Alex hace apenas unos cuarenta minutos no era nada bueno. Me armé de valor y abrí la enorme puerta de la entrada. Cerré la puerta tras de mí y al entrar al vestíbulo me encontré de lleno con la cara hinchada de Frida por tanto llorar. Me sentí terrible y culpable por haber disfrutado un momento con él.
Fue mi madre la que se acercó a mí con paso decidido asestándome una fuerte bofetada, que me volteó la cara.
— ¡Eres una malagradecida! —me gritó en la cara casi escupiéndome.
Yo tan solo me llevé una mano a mi mejilla intentando apagar un poco el ardor que comenzaba a tener mi piel.
— No fue mi intención, puedo explicarlo, por favor mamá... —comencé a suplicar y fue un grave error hacerlo pues me gané otra bofetada.
— ¡No me llames mamá nunca más! —se acercó a mí mostrando sus dientes. Era una madre defendiendo a su hija biológica. Yo no tenía su sangre en las venas y esa había sido una enorme diferencia— ¿Cómo te atreves a hacerle eso a Frida?
— ¡Zoraida! —gritó mi padre llamándole la atención. Se acercó a mí alejando a su esposa de mí.
Me tomó del pelo y yo a pesar de que me quejaba y las lágrimas recorrían mis mejillas del terror que sentía en ese momento, me obligó a verlo a la cara.
— Te dije claramente que te fueras de la fiesta —me mostró los dientes.
— Y lo hice papá —la voz se me quebraba mientras intentaba explicar— te juro que lo hice.
— ¡No te atrevas a llamarme de esa manera nunca más en tu miserable vida! —me gritó enfurecido— Te sacamos de ese orfanato donde te debiste haber podrido. Te hemos dado techo, comida y un espacio para que duermas tu sola. Y nos pagas de esta manera ¡comportándote como una zorra al meterte con el novio de Frida!
Comencé a llorar.
— Papi no seas tan duro con ella. Después de todo creo que yo tengo la culpa de lo que pasó. Si hubiera sabido de las intenciones de Vane, no habría dejado solo a Alex —Frida se acercó a su padre llevándose una mano al pecho.
— No mi niña, tu no tienes la culpa —El que se supone que era mi padre me lanzó al suelo.— Lárgate de mi vista y púdrete donde puedas. Tienes tres días para largarte de esta casa.
Me estrellé contra el suelo pegándome duro en la cabeza contra el suelo. No perdí el conocimiento, pero el golpe fue tan duro que estaba segura que me saldría un moretón en la frente. Me levanté de inmediato del suelo.
— Y antes de que te vayas, para que lo sepas, estaré llamando a todos los lugares donde intentes rentar o vivir, a ver si la calle te enseña a ser más agradecida y reflexionar lo que has hecho a Frida.
Me eché a correr a mi intento de habitación cruzando la cocina para salir al patio trasero. Al llegar a mi cuarto pude notar que mi colchón estaba completamente destruido al igual que las sábanas con las que me tapaba, por lo que esa noche pasé mucho frío en medio de mis lágrimas.
Así como vi llegar el anochecer, vi llegar el amanecer abrazándome a mí misma temblando de frío y los ojos rojos, cansados de tanto llorar. La cabeza me dolía y mi cuerpo temblaba, tal vez tenía síntomas de haber pescado algún resfriado.
No tenía ningún lugar a donde ir. No supe cuánto tiempo pasó desde que amaneció, pero a la primera persona que vi en el día fue a Frida. Había entrado a mi habitación con sus aires de superioridad, pisando con asco el suelo de mi habitación, se acercó a mí sobre sus tacones Jacquemus.
— Esto te pasa, por haberme desafiado ayer —me dijo viéndome con asco— yo siempre me he considerado una mujer fuerte que defiende lo suyo y has puesto los ojos en la persona equivocada —sonrió con burla— mírate nada más cómo estás. No eres ni el uno por ciento de lo que yo soy.
— Yo no estoy interesada en Alex, Frida yo...
— ¡Cállate! No me quieras venir con tus estúpidos cuentos de zorra arrastrada. El gusto te va a durar poco. Voy a ir en este momento a un programa de chismes y les voy a decir tu verdadera identidad y cómo me bajaste al novio. Dudo que con una reputación de ramera trepadora la gente te vaya a ver bien.
— Frida, Frida, por favor no lo hagas —le supliqué. Sí, en ese momento de desesperación cometí el error de suplicarle, ay de mí, por algo fui la estúpida del año.
Frida se dio media vuelta y salio de mi intento de habitación con sus tacones resonando. Me apresuré a levantarme con el cuerpo entumido, pero no pude cruzar el vestíbulo para hablar con ella pues Julio, el padre de Frida estaba ahí. Me fui a la cocina y con el rostro pálido le hablé a Ricardo diciendo lo que estaba pasando con Frida y las intenciones de "dar su versión" de los hechos ante los medios de comunicación.
Me pidió que tomara un taxi, con la dirección que me brindó. Salí despavorida por la puerta de empleados. No quería perjudicar a Frida pero tampoco quería que se conociera mi identidad, no de esa manera.
Salí disparada del taxi y corrí hacia el edificio donde Ricardo ya me esperaba.
— Vas a tener que salir en televisión, acabo de arreglar una aparición antes de Frida —el alma se me fue al suelo— ¿eso de la frente es un golpe? menos mal que hay maquillaje.
— No, no puedo hacerlo —me negué parándome en seco sobre el pasillo.
— Sí, si puedes si no quieres sufrir la presión social de ser una ramera, porque aunque no lo seas eso es lo que la gente verá.
Lo pensé por un momento. En una de las pantallas que había fuera de las cabinas de grabación estaba la noticia de que Alex había sido vista con la "mujer misteriosa del hotel". Hablaban pestes sobre la noticia. Caminé con miedo hacia el foro, donde Giorgio, Isabela y Ferdinand me estaban esperando haciendo el milagro "natural" de mejorar mi imagen.
Alex estaba al otro lado del camerino y apenas me había mirado. Se le veía de mal humor, mientras lo estaban peinando.
— No se te ocurra decir nada sobre que Frida es tu hermana, no digas nada del acuerdo que queremos pactar, tan solo afirma lo que Alex diga. Pasarán antes que Frida, ella ahora está en otro camerino. —me dio instrucciones Ricardo.
— ¡Un minuto para el aire! —gritó unos de los empleados del foro.
No sabía en qué me había metido pero lo siguiente que les voy a contar fue la mierda, si con esa palabra, fue la mierda que comenzó a detonar todo. Me sentaron al lado de Alex en el sillón que había en el set. Mientras la entrevista comenzaba, pude notar cómo Frida se ponía de mil colores al verme ahí al lado del hombre que ella estaba pretendiendo. Tan solo asentía, muerta de miedo por no saber lo que iba a pasar llegando a casa. No podía dejar de verla, una de mis manos comenzó a temblar.
— ...ella es ala mujer que quiero en mi vida —me sacó de mis pensamientos la voz de Alex y su agarre a mi mano.
No pude disimular la tensión que sentía en el pecho, que muchos ahí presentes lo estaban tomando como sorpresa.
— ¿Y qué futuro hay con esta misteriosa señorita? —preguntó la presentadora. La vi con los ojos grandes al igual que vi de reojo a Frida que apretaba las manos a los costados por la furia que sentía.
Alex me tomó por el mentón, y presentí lo que iba a pasar. No, dentro de mí dije no, pero no podía tomar una decisión, en ese mismo intante. Todo el set se quedó en silencio y pude ver los ojos verdes de Alex sobre mí.
— Voy a casarme con ella —dijo después de un momento de tensión, escupió las palabras como si le hubiera costado mucho trabajo pronunciarlas.
¡Madres!