La identidad de la zorra

2856 Words
VANESSA Nunca debes mezclar el alcohol con la melancolía de que tu vida apesta. Es un sabio consejo que les doy. Ni mucho menos desees que tu vida cambie de manera radical cuando tienes media botella de vino tinto y tequila mezclados. Eso lo aprendí a la mala. Se siente bonito despertar al lado del hombre que admiras, del que te sabes todas tus canciones, pero se siente como si te dieran un duro golpe contra el suelo cuando lo primero que vez en él, es el rechazo hacia ti. No había logrado articular palabra alguna, por el miedo a que se enfadara a aún más conmigo. Fragmentos de recuerdos de la noche anterior me habían mostrado a un hombre amable, a una persona que por primera vez, alguien quiso mi compañía y eso me había alegrado bastante. Había sido una tremenda sorpresa que esa persona fuera mi cantante favorito. Eran tan guapo en persona, tan inalcanzable como esos modelos de revista, él era más que solo una cara bonita, pero estaba enojado conmigo. Era irónico que yo siendo una virgen inexperta, él pensara que lo seduje por una obsesión hacia él. Yo tan solo culpaba al alcohol. — ¿¡Qué carajos me estás diciendo Ricardo!? —escuché la voz de Alex reclamarle al extraño que acababa de entrar a la habitación. Me limité a quedarme en mi lugar en silencio. No daba crédito a la parte que había dicho de casarnos. — Lo que escuchaste, el escándalo es insostenible, la única manera es que si quieres salvar tu carrera y que no se vaya al carajo es que te cases con ella —me señaló a mí. Yo tan solo me quedé en shock. No me salían las palabras ¿yo casarme con Alex Camil? Oh Jesucristo, sería la envidia de todas las mujeres sin duda alguna, pero no era lo correcto. Había tenido una noche loca con un extraño, aunque, fue la mejor noche de mi vida. Nunca nadie me había tocado, nunca nadie me había besado como él lo había hecho, pero no sabía que pensar de casarme con él. — No. No me pienso casar con ella —Alex me barrió con la mirada. Yo tan solo agaché la cabeza para toparme con la tela gastada de mi vestido. No era una mujer como mi hermana, Frida, ella era elegante, exquisita en lo que hacía, sabía hablar y comportarse ante la sociedad. En cambio yo, tan solo era una simple muchacha que había tratado de sobrevivir hasta ahora. — Por culpa de tu borrachera, ve en que situación estás —le recriminó Ricardo a Alex. — ¿Borrachera? Fue ella la que me emborrachó —dijo Alex entre dientes señalándome. — No fui yo la que te dio de tomar, fuiste tú quien me ofreció tequila —dije con apenas un tono de voz audible, pero me había ignorado. — Puedes decirle adiós a tu carrera, y todo el dinero que la empresa ha invertido en ti se va a ir al carajo —Vi como el extraño que Alex llamó Ricardo estaba alzando las manos sobre su cabeza, molesto por la respuesta de Alex. Alex se acercó a mí y me señaló a diestra y siniestra con sus manos como mostrando alguna obra de arte. — ¿Es que acaso no lo ves? —me barrió con la mirada, una mirada de asco en su rostro, que me despreciaba por nada— No pretendes que alguien como yo se pueda casar con alguien como ella. Todo lo que trae puesto grita que es una mujer sucia, desaliñada y sin clase. Hasta sus padre tuvieron que negarle el acceso a al fiesta por la vergüenza que sienten. Escupió la palabra con asco, y yo sentí una punzada de dolor en el pecho. Podría haber estado peor, pero al menos tenía un techo en donde vivir sin tener que dormir el duro y frío suelo que muchas veces me daban como cama en la casa de acogida. Lo de la ropa era lo menos importante ¿no? Me sentía fuera de lugar, Alex tenía razón. Me derrumbé en le suelo y oculté mi cara por la vergüenza. Nunca me había logrado maquillar decentemente ni tampoco combinar la ropa como lo hacía Frida, a duras penas conseguía shampoo y podía entender el frizz en mi cabello. — ¿Ves? ya se va a poner a llorar solo por decir la verdad de lo que veo. —tan solo escuché las frías palabras de Alex, que se acercó a mí viéndome con superioridad— pues acostumbrate a escuchar este tipo de cosas, la verdad duele. — Creo que debes pensar bien lo que haces Alex... —comenzó a decir. No lo sorportaba más, estar ahí me estaba matando de mil maneras. No era mi culpa estar en esas condiciones ¿acaso era un crimen utilizar ropa reciclada si no tenía otra opción? Me levanté de inmediato empujándolo. Cubrí mi rostro con mis manos, no quería que se burlara al verme llorar. Corrí hacia la puerta y la abrí para salir por ella corriendo. No quería volver a estar en una situación así. *** ALEX Era una embustera oportunista. No lo podía ver de otra manera, no había ningún reportero siguiéndome esa noche y ella apareció por casualidad en el jardín mientras esperaba por Frida. No podía ser ninguna casualidad, además era una Santamaría, no estaba diciendo más que la verdad, era imposible que alguien del estatus de ella no pueda ni siquiera hacerse cargo de su persona. ¡La habían excluído de un evento familiar! Por algo sus padres evitaban que estuviera en sociedad. Había muchas cosas de ella que hacían que no me tragara el cuento de que era una mujer incapaz de romper un solo plato. Vi cómo salió de la habitación hecha un conejo despavorido huyendo de un depredador. Por fortuna, el — ¿¡Estás idiota!? —fue lo primero que me gritó. — ¡No estoy idiota! ¡No me voy a casar con ella! ¡Estás loco! —le grité, Se acercó a mí, vi cómo Ricardo tenía la mandíbula tensa en un intento de no gritar. — Si esa mujer se atreve a denunciarte, lo único que va a pasar es que ni limosna vas a poder pedir en los camiones porque tu imagen estará tan destruida, que el mismo público te va a despreciar con solo verte —estaba enfurecido, y yo estaba aún más enfurecido porque sabía, en el fondo, que tenía razón— aprovecha que se ve confundida y haz que haga lo que tú quieres. De la furia que sentía tomé uno de los vasos de vidrio que estaba en la mesa de noche y lo aventé a la pared. No podía ser verdad todo lo que estaba pasando. *** ZORAIDA Me desperté muy temprano por la mañana luego de haber celebrado el veinticinco aniversario de bodas con mi esposo. Lo primero que hice fue levantarme de la cama y ponerme mi rutina de skincare de la mañana. A mis cincuenta años no podía estar más orgullosa de mí. Abrí f*******: en mi teléfono mientras me quitaba la mascarilla hidrantante cuando las noticias comenzaron sonar en mi teléfono. — ... y en otras noticias Alex Camil se ha visto envuelto en un nuevo escándalo, luego de haber sido fotografiado esta mañana en una habitación de motel en compañía de una mujer... Me enjuagué la cara de inmediato, mientras daba saltitos de la emoción al escuchar la noticia. El plan había salido a la perfección. — ¡Ajua! —grité apagando la pantalla de mi teléfono. Salí de la habitación hecha una hermosa furia alegre iluminando todo a su paso. — ¿Qué pasa Zoraida? —me preguntó mi marido que aún estaba en la cama. — Voy por vino para celebrar que nuestra hija se casa. El plan funcionó a la perfección, te dije que no era ninguna estupidez. Vi como mi marido ponía los ojos en blanco mientras yo salía de la habitación. Ay, mi Frida sería la sensación del momento al casarse con el hombre más codiciado de todo el país. Estaba tan orgullosa de mi hija. Entre a la cocina de prisa, no podía esperar a llamarle a la prima Martha para decirle que mi Frida se casaría con Alex Camil, definitivamente esta vez no tendría nada que decirme. Caminé hacia las gavetas pero algo pasó que de pronto me impidió avanzar y caí al suelo, pegándome de lleno en la frente. Estaba a punto de gritarle al ama de llaves y gritarle por la ineptitud, cuando vi con lo que en realidad me había tropezado. Mi hija. ¿¡Qué hacia esta estúpida aquí!? *** FRIDA Sentí un golpe en las costillas que hizo que me despertara de mala gana. Al abrir mis ojos me encontré con mi mamá encima, y yo en el suelo. — ¿¡Qué haces aquí Frida!? ¿¡No se supone que deberías estar en otro lado!? —preguntó mi mamá furiosa. — ¡Ay! ¿¡Por qué tanto escándalo!? —grité. Lo que más me molestaba era que interrumpieran mi sueño, lo que más demacraba la piel era no dormir bien. — ¿¡Por qué tanto escándalo!? ¡Eso es lo que quiero preguntarte! —me incorporé de la cama y vi la histeria de mi mamá— ¡Se supone que deberías ser tú la del escándalo! ¡Estaba por hablarle a tu tía Martha sobre tu compromiso con Alex Camil! — ¡Alex! ¿Dónde está Alex? —pregunté de inmediato tratando de pararme. Tuve que empujar con fuerza a mi mamá para que se hiciera a un lado. — Hay un escándalo en este momento con Alex Camil que fue visto con una mujer en un motel, pero tú estás aquí. Hice todo el esfuerzo para conseguirte al mejor candidato y tú estás aquí. ¿Qué fue lo que pasó Frida? Me levanté confundida tratando de pensar lo que había pasado la noche anterior. — Le dije a Alex que me esperara en el jardín dos. Vine a ver a los reporteros, los recibí en el vestíbulo y les di instrucciones de qué hacer, y luego solo recuerdo pasar la cocina y... no recuerdo más —estaba entendiendo lo que había pasado— ¡Ay, mamá! me tomé la copa equivocada y terminé drogada yo. Di un golpe en el suelo por la frustración que sentía en ese momento. — Ay mi hijita, algunas veces solo tienes que hacer un trabajo y tenías solo que hacer un escándalo con Alex para casarte con él. Si no eres tú la del escándalo, entonces ¿con quién estuvo? —era una excelente pregunta la que mi madre había hecho. Saqué mi teléfono y abrí google para buscar la noticia. Las dos nos pegamos a la pantalla y entonces sentí que estaba viendo una broma. — ¡Aaah! —gritamos de horror y asco al mismo tiempo que nos volteamos a ver, al ver que la mujer de la foto era nada más y nada menos que Vannesa. — ¿¡Qué demonios pasa con Vannesa!? —pregunté furiosa. Esa estúpida estaba muerta por haberse metido con algo mío— Mi papá le prohibió asistir a la fiesta ¿cómo es posible? En ese momento escuchamos la puerta de la entrada. Mi mamá y yo nos paramos de inmediato, y fuimos a ver quién era. Parecía que el destino me estaba sonriendo al ver que la zorra de Vannesa había llegado. No esperé más fui directo a ella y le asesté una fuerte bofetada con la cual estaba deseando que se quedara sin dientes. — ¿¡Qué hacías con Alex estúpida!? —se me quedó viendo con su cara de perra asustada, le di otra bofetada y tan solo se llevó una mano a la mejilla— vas a sufrir las consecuencias por haberte metido con algo mío. — No fue mi intención, ni siquiera estaba en la fiesta —me dijo Vannesa con apenas un susurro. Odiaba todo de ella. — Eres una malagradecida, debería darte vergüenza haber vuelto a esta casa luego de haberte comportado como una zorra sin juicio —le gritó mi mamá. Se lo merecía. — Pero lo hiciste, te metiste con Alex y vas a pagar caro por eso —la amenacé— Mamá tráeme alcohol y un encendedor. *** VANNESA Vi cómo Frida se daba la media vuelta y se iba directo a mi habitación. Zoraida había corrido a la cocina para conseguir lo que Frida le había pedido. Mi corazón se aceleró al ver lo que estaba a punto de pasar. Frida entró a mi habiación, si así se le podía llamar, y recorrió el lugar con asco. — Mira nada más, este lugar da asco, no dudo que esté lleno de pulgas —dijo Frida al mismo tiempo que sacaba la poca ropa que tenia almacenada en cajas de cartón. — Frida, lo puedo explicar, no fue mi intención... —comencé a tratar de explicarle para que dejara mis cosas en paz. — ¡Cállate! Esto es lo que te pasa por maldita zorra. Estás tan obsesionada con Alex que tienes fotos de él —arrancó todas las fotos de la pared y se acercó a mí rompiendo cada una de ellas frente a mis ojos— conoce tu lugar maldita gata ¿cómo te atreviste a hacerme eso? ¡Mírate! ¡Andas mendigando ropa de la basura que tiro! En ese momento llegó Zoraida con lo que le había pedido Frida, y sin más la mujer me vio con maldad sacando mis cosas, al patio trasero, traté de impedirlo, pero fue inútil. — ¡No! ¡No Frida! ¡Por favor no quemes lo poco que tengo! —le grité suplicante pero Zoraida me había tomado de los brazos a manera de inmovilizarme. — ¡Esto te pasa por haberte metido con el hombre equivocado! —gritó Frida mientras prendía fuego a la ropa. Traté de aguantarme las lágrimas por todo lo que había pasado en el día. No sabía que ese hombre se trataba de Alex Camil, tampoco sabía que Frida tenía interés en él. No lo había hecho con intención alguna, salvo olvidarme un rato de mi miserable vida. — Y esto es solo el comienzo —me dijo una vez que el fuego estaba consumiendo todo lo que había poseído. — Tu padre y yo vamos a tener una plática muy fuerte contigo —me dijo Zoraida— espero que te eche a la calle y no te tenga que soportar más —me dijo con desprecio. — Vamos mamá no pierdas más el tiempo con ella. Vamos a ver de qué manera podemos solucionar lo del escándalo. Tenemos que ver una manera de que Alex venga a buscarme. — ¿Por qué me odian? —pregunté desesperada. Sentía una opresión en el pecho y era imposible contener las lágrimas— Siempre he tratado de ser buena hija a pesar de no ser de su sangre. Mi madre adoptiva me barrió furiosa con la mirada y con una mueca de disgusto me respondió. — No te odio, simplemente no se puede querer a alguien como tú —continuó caminando al lado de Frida que sonreía con burla. Me quedé ahí en el jardín viendo como mis cosas eran consumidas por el fuego y yo con mis lágrimas silenciosas. No supe cuánto tiempo pasó cuando decidí levantarme e ir a la cocina a buscar al chef Omar o el ama de llaves para ver si podían regalarme un poco de ropa. Llegué a la cocina y crucé al lobby cuando escuché un par de voces hablar. Vi que se trataba de Alex y Frida, quien se encontraba platicando con él con un aspecto angelical, nada comparado a como la había visto minutos atrás. Me di la media vuelta antes de que me vieran. No quería tener más problemas. — Lo siento Frida, esta vez vengo a ver a Vannesa, tu hermana —escuché decir a Alex al fondo. No quería tener más problemas con ella por lo que apresuré el paso. — Pero no entiendo Alex, se supone que venías a verme a mí —escuché la voz chillona de Frida al fondo. — Es complicado... ¡Vannesa! —gritó Alex antes de que yo pudiera desaparecer por la puerta de la cocina. Tan solo cerré mis ojos por el problema que acababa de crecer con Frida. Traté de ignorarlo y seguir mi curso, pero un jalón del brazo impidió que me alejara. Me di la media vuelta y ahí estaba Alex Camil frente a mí, impidiendo que me fuera. Frida había caminado detrás de él, pero él parecía ignorarla. — Vannesa creo que te debo una disculpa, salgamos a una cita —me propuso. Yo tan solo sentí cómo el mundo se me venía encima al ver a Frida que me mataba con la mirada y sus manos tan apretadas que podían sangrar en cualquier momento.
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