VANESSA Nunca pensé que Alex me fuera a cargar para poder llegar a tiempo a su presentación. Nunca nadie, ni siquiera mi madre biológica lo había hecho. Por lo general en los orfanatos, nos dejaban a nuestra suerte y conforme nos tocaba comer o cambiarnos el pañal era el único momento del día en que nos cargaban en brazos. Todos en aquel lugar nos observaban, a mí y a Alex, por el mero echo de que él me tenía en brazos. Lo irónico de este asunto es que lo había hecho para no llegar tarde a la presentación, y parecía que la presentación éramos nosotros. Lo único que recuerdo de esa noche fue que mi corazón tembló de emoción al anunciar nuestra boda y cerrar la noche con Alex besándome de una manera que me hizo sentir que estaba en el cielo. Mis labios se abrieron a él conquistando mi b