VANESSA Me quedé muda. En el orfanato siempre que no respondía, me decían a menudo que los ratones me habían comido la lengua. Nunca conocí a nadie que se haya enfrentado a ratones sanguinarios con el gusto por comer lenguas humanas, pero ver a Adulfa frente a mí cuestionándome, era como la aparición de ese ratón salvaje al que tanto temí en mi infancia. No pude verla a la cara. Sabía que estaba en serios problemas y lo primero que me vino a la mente en ese momento, era que Alex se estaría enfureciendo conmigo, y que las flores de la paz se convertirían en la hiedra venenosa de la guerra. Debí no haber hecho nada y acatar órdenes en vez de haber actuado impulsivamente. Me tomó del hombro para llamar mi atención. No me quedó otra opción, volteé a verla. — Yo puedo explicarlo... — T