Me bajo del auto en ese momento. —¡Se esta muriendo José! No puedo dejar morir a una niña. ¿Que diría mia santa madre?— hago un gesto hacía el cielo con la cabeza mientras intenta evadir al hombre más alto y grande que se atraviesa en su camino. —Me importa un carajo si la niña se esta muriendo o no. Gianna dijo que nos quedáramos aquí y eso haremos. —¡Mi conciencia no me deja José! Si quieres dejarla morir es toda tuya— dice el otro hombre haciendo una gesto de entregarle a Lu. Como si fuera un maldito saco de mercancía. —¡Deja la mierda, Geronimo! Dame a la niña. —Debo ir a ver mia santa madre al cielo y no lo haré si hago esto. —Seré yo el que tome a Lu, cagna. El hombre más alto se sobre salta al notar mi presencia. Sus ojos se desorbitan al poner su atención sobre la P90 apun