Capítulo 3 Planes fallidos.

1835 Words
Pov. Demon Pasó la camisa por mis brazos y simultáneamente comienzo a abotonarla, mis dedos toman los pequeños botones para prenderlos uno por uno ignorando a la mujer que ahora me observa. Alva llevaba años siendo mi amante, servía para satisfacer mis necesidades primordiales, sobre todo aquellas que no lograba encontrar por ahí. Era fácil estar con ella, no podía hablar, no tenía derecho a reclamar. Simplemente hacia su labor y seguía con lo suyo. — ¿Por qué te vas? —me senté para tomar mis zapatos. — ¿Por qué me quedaría? —seguí vistiéndome. — Llevamos mucho tiempo saliendo —me reí. — No salimos, te cojo, a mi gusto y como tengo ganas —la miré —, luego que pagó un sueldo, porque eres mi empleada —acomodé mis pantalones —, y tú te mantienes callada. Se mantuvo en silencio, sabía que no diría nada, no era tonta, ella tiraba un poco de la cuerda y yo chasqueaba los dedos y se acababa. Su estabilidad se iba al drenaje. — Necesitamos más chicas —la miré. — Busca, te p**o por hacer eso —me levanté y observé sus ojos llorosos —. No te hagas esto, eres una prostituta, tu trabajo es ese, si sientes que te involucras mucho, no lo hacemos más —camine hasta la mesa de noche y tomé mi reloj —, es simple, te acostumbras a esto o sales —camine a mi saco y saque unos billetes. — No soy tu puta Demon —me observó —, no me acuesto contigo porque quiero que me golpees —suspire y pase la mano por mi rostro. — Si te acuestas conmigo por esas idioteces que piensan las mujeres —moví la mano —, puedo decirte que pierdes el tiempo —me acerqué a la cama y tomé su rostro —, no me interesan, ni contigo, ni con nadie. Alejo su rostro molesta y dejo los billetes en la mesa de noche, ella necesitaba recordar su valor, era importante que supiese su precio, porque a eso se resumía todo, a su precio. No valía tanto y no estaba para estas mierdas. Salí cerrando la puerta, escuchando el zapato golpear contra esta, sonreí de lado y negué, ella en serio haría berrinche, lo que parecía increíble, porque claramente no había entendido nunca que era lo que teníamos. Bajé y observé a uno de mis hombres, solo lo miré y abrió la puerta para luego entrar en el área del conductor. Comencé a observar el manejo de las empresas. Oficialmente era el nuevo de una de las petroleras más grande de América, tenía pozos trabajando por diferentes partes del mundo. Había enviado el pequeño negocio del abuelo al estrellato, los modos no importaban, no era algo que fuese relevante en este momento, solo interesaba las grandes sumas de dinero que ahora entraban en nuestras cuentas bancarias. — Señor, hay un problema —cerré los ojos. — ¿Qué ocurre? Llevar un negocio no era fácil, sobre todo porque la gente intentaba pasarse de lista todo el tiempo, ellos simplemente querían cambiar los negocios y eso no era factible, no había forma en que aquello sucediera. — Los ingleses no están conformes con el p**o —tomé mi teléfono. — No me extraña, siempre buscando más de lo que pueden obtener —negué. — Quieren un sesenta por ciento más —me reí —, dicen que saca más. — Tienen acceso a cosas que no podían —todo el mundo pensaba que habían llegado a lo alto por sus medios, pero ellos solo habían robado. — Afirman que ese lugar saca más ganancias de las que les da. No era mentira, yo ganaba más que ellos, pero tenía más para perder, necesitaba permisos que no se conseguían tan fácil, pero que había adquirido con un gran p**o, porque las personas tienen un precio, todas y yo era bueno en sacar provechos de ellas. — ¿Sabes lo que necesitan las personas que piensan mucho? —se rio. — ¿Más trabajo? —miré por la ventana. — O unos orificios —no quería alguien que hiciera pensar al resto, no me convenía. — ¿Los va a llamar? —negué mientras miraba mis mensajes. — Vamos al hospital Massachusetts —afirmó. Estaba seguro de que pensaba que iría a ver a Alex, pero no era él mi objetivo. No. Lo que pasaba ahora era que mi abuelo estaba muriendo, al menos eso decía mi padre, el gran James Drake estaba dejando este mundo y nos quería a todos con él. No iba a negarle jamás mi presencia a mi abuelo, eso nunca pasaría, porque él era el dueño de las empresas y si quería vernos era para dejar en claro cuál nieto era quien manejaría todo de ahora en más. Por sí. La empresa solo se heredaba al primer nieto varón de sus primogénitos. Sí, sus. Había tenido mellizos, ellos se habían casado prácticamente al mismo tiempo y tenido hijos varones, el mismo día. Papá siempre decía que Bob siempre quiso ganar en todo, aun cuando no le interesara el negocio, por eso, cuando mamá me tuvo, él hizo tener a su mujer, nada de parto natural, lo suyo fue premeditado y preparado. Ahora las cosas entre nosotros quedaban en un mano a mano, Félix era el posible heredero y si bien se encargaba de la vicepresidencia. No tenía lo necesario para manejar el negocio. Era muy blando, no veía las cosas con claridad y prefería ir de fiesta antes que hacerse cargo de lo que correspondía. Llegamos al hospital y caminé a la sala donde me esperaban, abrí la puerta y los ojos de Billy Drake —mi padre —, dieron conmigo. La furia invadía sus facciones, estaba molesto y seguro diría algo. — ¿Dónde estabas? —lo observé de reojo —, llevo horas llamando. Mis ojos se mantuvieron fríos observando a mi padre, no quería escucharlo hablar, nunca lo escuchaba, no era algo que me interesara, no de él, me resultaba aburrido, simplemente ya no lo toleraba, no lo suficiente como para soportar este berrinche. — No me regañes, no soy un niño —pase por su lado —, abuelo —me acerque a su cama. — Mi muchacho —su mano trato de levantarse hasta mi rostro. — No te muevas —lleve la mía a la suya. — ¿Qué estabas haciendo? —me mantuve impasible. — Trabajando —puso los ojos en blanco. — Quiero hablar con mis nietos un momento —miró a los demás —, por favor, fuera. Me imaginaba a mi padre apretando los dientes, solo porque lo acaban de echar de una charla de la que él seguramente se sentía parte, pero no tenía nada que ver en esto. Era costumbre familiar que los puestos de la empresa quedarán a los nietos, al primer nieto varón. Estaba seguro de que esa mierda era para que todos se mataran, pero también daba la posibilidad de que si tenías una hija, su hijo pudiera quedarse con el puesto. — No me queda mucho tiempo —hablo desganado —, moriré, como corresponde, porque así es el ciclo de la vida, pero no quiero irme sin antes hablar con ustedes —me miró y luego a Félix. — Deberías descansar. Hable tranquilo. Me interesaba el asunto, pero también su salud, él había sido como un padre, siempre se comportó como uno, perderlo sin duda no sería bueno. — He decidido que la empresa será otorgada a aquel que primero que se case y tenga familia —abrí mis ojos —, está todo puesto en mi testamento, el abogado se encargará de ir a sus casas para corroborar que todo sea real —me levanté. — ¿De qué hablas? —Félix parecía igual de sorprendido. — Son dos picaflores, siempre están de aquí para allá con mujeres, creo que es momento de que sienten cabeza —suspiro —, toda nuestra fortuna no morirá con ustedes —cerró los ojos —, no puedo confiar en dos mujeriegos —movió la mano. — Esto es una mierda —gruñí y sus ojos volvieron a mí. — Los modales Demon —su tono agrio llegó —, no te confundas, puedo chasquear los dedos y poner todo a nombre de Félix, simple, sencillo —cerró los ojos —, o tienes mujer e hijo —me miró —, o no tienes nada. No respondí simplemente giré mi cuerpo y salí de ahí en silencio, Félix se quedó charlando como buen lame botas que es, pero yo estaba furioso. Mi padre me observó, pero levanto la mano impidiendo que me dirigiera la palabra. Salí del hospital molesto, no fue hasta la tarde del siguiente día, cuando salía de la empresa que me avisaron que murió y estaban trasladando su cuerpo al cementerio. Entre en la autopista justo detrás de un auto blanco, le hice cambio de luces pero me ignoró, volví a pegar mi auto pero no se corrió. Esperé que pasara el auto de al lado y sobrepase furioso. Vi por el espejo retrovisor que era una chica, por lo que no dude en ponerme frente a ella. Sus ojos estaban clavados en mi auto, al menos por un momento al otro me sobrepasó y saco su dedo del medio, sonreí de lado y observé la patente, tenía agallas la desgraciada, pero nadie se metía conmigo. Llegué al cementerio y pase directo al área administrativa, tuve que hacer todos los papeles mientras esperaba que llegarán los demás, los entierros no me gustaban, pero acá estaba, parado recibiendo a todos. Mis ojos observaron el cajón, la misa siguió, Félix me observaba del otro lado, ninguno dijo nada porque sabíamos lo que significaba esto. Ahora teníamos una guerra silenciosa entre ambos. Cuando salí me quedé observando a una chica sobre una tumba, las personas se dispersaron pero ella no se movía. Sus ojos dieron conmigo, era la misma chica del auto. Salí momentos después para meterme en el auto y esperar que salieran, mis ojos dieron con la patente de su coche, sonreí de lado y tomé mi teléfono para marcar a uno de mis hombres. — Jefe —respondió al primer tono. — Quiero que investigues a alguien. Le explique cada cosa, le dije la patente del auto y corte la llamada para salir de ahí, tenía trabajo que hacer pero sobre todas las cosas enviar un mensaje a alguien. Pero primero. Tomé mi celular y llamé a la agencia para hablar con Alva. — Jefe, lamentó su perdida. — Siempre tan correcta —murmuró —, necesito el número de teléfono de Ashley, para ahora. No la deje contestar, solo corté y segundo después tenía su número en mi buzón. Ashley, la agencia está en busca de nuevas muchachas, si conoces a alguna, no dudes en postularla. Atentamente, tu jefe, Demon.
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