Capítulo 1 Juego
Pov. Valentina
Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras observaba la pantalla de mi móvil. Su nombre aparecía como tantas otras veces y mi corazón se volvía completamente loco, latía acelerado mientras la sensación en mi vientre crecía.
Me gustaba y lo sabía.
Mordí mi labio con fuerza mientras dejaba pasar un poco los minutos, debía controlarme, no parecer una desesperada, sobre todo porque lo estaba. No sabía cómo lograba alterar así mi sistema, pero siempre me tenía esperando un mensaje, su presencia o aquellas invitaciones que solía hacer en las tardes.
— Déjalo ya —miré a Ashley.
Sus ojos giraron poniéndose en blanco de nuevo.
— ¿Por qué te molesta? —deje el teléfono —, vamos, no lo conoces —el aire salió de manera ruidosa de sus labios.
— Simple, el sujeto te usa y no tengo que ser un genio para darme cuenta de ello —arrugue mi nariz.
— ¿Por qué dices eso?
Sabía que no lo quería, pero de ahí a decir algo de ese calibre había una gran diferencia, una enorme diferencia.
— No lo conoces Ash, no sabes nada de él, solo lo viste una vez cuando me acompañó a aquella fiesta —sus ojos dieron con mi
rostro.
Me repasó con la mirada en una especie de batalla interna que dejaba en claro que había algo más de fondo, no sabía que era, pero
claramente pasaba algo.
— Conozco a los hombres, he tratado bastante con ellos como para saber cuándo solo te usan para satisfacer sus necesidades, él lo hace —dejo su bolígrafo —, mira, seré sincera, seguramente lo que diga dolerá —su pecho se llenó de aire —, pero tienes que saberlo, le gustas, sí, pero solo para el sexo, lo único que quiere es meterla en ti —abrí la boca.
— Eso es una estupidez —arrugó la nariz.
Respondí sin pensar, no creía que fuese así, él me quería, habíamos sido amigos toda la vida.
— ¿Por qué siempre que te enojas hablas en español? —abrí y cerré la boca.
— ¿Lo dije en español? —no me había dado cuenta.
— Sí, siempre que te molesta algo, hablas en español —subí mis hombros.
— Mamá retaba a todo el mundo en español, me he acostumbrado —esa era la realidad —, deberías ver a papá en las reuniones cuando viajamos a Argentina —miré al profesor que explicaba.
— ¿No entiende nada? —consultó curiosa.
— Ni una palabra —me reí —, no creo que eso sea así.
Esta vez hablé tranquila y ella me ignoró durante unos momentos antes de volver a abrir su boca.
— Bien, entiendo —se calló cuando el profesor nos miró y luego volvió a verme —, solo te quiere para pasar el rato, busca otro hombre —arrugue la nariz.
— No es así —sus ojos dieron conmigo.
— Estoy segura de que te pregunto si podrías ir en la noche a su casa.
No respondí, era eso lo que me pregunto, básicamente eso decía el mensaje, no era como si hubiera mucho más, quizás un: "Hola
hermosa".
— Ash, no seas así —sacudí la cabeza.
— Soy tu amiga —de nuevo nos miraron —, al menos me considero tu amiga.
— Lo eres —interrumpí sus próximas palabras.
— Bien, como tu amiga te informó —giró —, te está usando.
— Señoritas —el profesor elevó la voz —¿Quieren compartir con la clase lo que hablan?
Ambas nos miramos, no sabía que iba a decir, tampoco podía repetir lo que estaba diciendo porque siendo honesta, no estaba
prestando atención a nada de lo que decía.
En simples palabras estaba a un paso de ser enviada a la silla eléctrica por mi profesor de finanzas.
— Señorita González —mordí mi labio —¿Algo para decir?
— Me estaba explicando el punto anterior, no comprendí bien.
No escuché, pero eran detalles.
— Puede preguntarme a mí —tomé aire.
— No quería interrumpir su clase.
Uno de los chicos que estaba adelante me observó divertido, sabía que no hablábamos de eso, pero nadie le preguntó su opinión.
— No las quiero escuchar hablar de nuevo —ambas movimos el rostro —, y preste atención aquí señorita, explicare de nuevo.
Lo hizo, volvió a explicar, sus ojos no se despegaban de nosotras, seguramente porque no era idiota y sabía que le había mentido, pero lo dejo pasar, simplemente nos miraba, aunque estaba segura de que observaba más que nada a Ash.
La clase terminó y ambas salimos, mi amiga como siempre encendió un cigarrillo y comenzó a caminar conmigo, ella se iba a trabajar, yo a encontrarme con mi chico, Tom.
— Por favor, no vayas a acostarte con él —Ash me observó y negó —, lo harás.
— Vamos, tenemos una relación.
La incomodidad me invade cuando me escruta con la mirada, por lo general siempre hacía lo mismo, te miraba de esa forma tan
particular que parecía querer sacarte alguna parte del cuerpo, o tal vez solo pensaba que eras un idiota de carga mundial.
No sabía cuál de las dos cosas era.
— Bien, si tienen una "relación" —se encargó de hacer las comillas en la última palabra —, puedes ir en plan solo ver películas, comer y dormir de cucharita —subí mis cejas.
— ¿Qué? —sonrió.
— Simple, un hombre que solo te busca para pasar la noche, no aceptara eso —dio otra calada a su cigarrillo —, o te acuestas o te vas —señalo la calle —, ponlo a prueba, solo quienes tienen interés por ti hacen eso.
Giro y se fue, así sin más, Ashley siempre hacía eso, simplemente hablaba y te dejaba llena de dudas, eras todo un mar de
emociones. Funcionaba así, sacando tus inseguridades a flote.
Camine a mi auto y deje las cosas para luego ir directo a la casa de Tom, me había pedido que pasara y eso haría, no creía que
fuera para jugar conmigo.
Nos conocíamos desde chicos, éramos vecinos, nos hicimos amigos en una parrillada que tuvieron nuestros padres, puedo asegurar
que yo quedé flechada con él desde el momento uno, él en cambio me vino a ver cuando entré en la adolescencia.
Siempre se ha comportado dulce, pasaba tiempo conmigo en las tardes, y varias veces los fines de semana. Cuando llegamos a la
parte de las fiestas, se mantenía en contacto incluso cuando salía. Después con la universidad el tiempo que teníamos para vernos no era tanto, ahora él tenía su departamento, yo el mío.
Regalo de cumpleaños.
Nuestras familias tenían plata, papá era bueno con los negocios, tenía su empresa y yo estudiaba para tomar el mando cuando
fuese el momento. Era hija única, mis padres solo querían un bebé y ya. Lo que me dejaba con toda la responsabilidad.
No me molestaba, estaba preparada para ello, manejar la empresa. También tenía la esperanza de que las cosas con Tom mejoraran y termináramos en algo mucho más formal, quizás hasta formar una familia.
Baje en su casa, camine dentro del edificio saludando al conserje, sus labios se curvaron y subí directo a su departamento, la puerta se abrió segundos después de golpear y sus labios se curvaron antes de tomar mi cintura.
Sus labios se pegaron a los míos, sonreí y lo bese mientras cerraba la puerta y sacaba mi cartera para dejarla en el mueble. Sus pies se movieron, mi cuerpo lo siguió y las palabras de Ashley volvieron a mi mente.
Me separe de él despacio y coloque mis manos en su pecho, sus ojos me observaron con curiosidad, parecía desconcertado por mi accionar, pero yo estaba llena de dudas. Más de las que admitiría en voz alta.
— ¿Pasa algo, nena?
Me alejé de él, relamí mis labios y observé el lugar.
— Pensaba que podíamos comer algo, tengo un poco de hambre —una pequeña arruga se formó entre sus cejas.
— Claro, supongo que no hay problema.
Un pequeño gesto de fastidio invadió su rostro, señaló la cocina y tomó su teléfono para sentarse en el sillón y enviar mensajes. Apreté mis labios, no me moví solo lo observaba, simplemente lo miraba.
— ¿Qué hago acá Tom? —su rostro giró para mirarme.
— ¿Qué haces? —sus ojos repasaron mi cuerpo —, supongo que te harás algo de comer así podemos seguir con lo nuestro, tengo que salir —volvió a mirar la pantalla.
— ¿Me llamaste para tener sexo? —un resoplo molesto salió de sus labios.
— ¿Para qué pensabas qué era? —subí mis cejas.
— ¿Es broma? —volvió a mirar su móvil.
— No.
— ¿Qué somos nosotros? —sus labios se curvaron a un lado.
— Siempre fuiste demasiado inocente —se levantó —, nena —caminó hasta mí —, nosotros no somos nada, no hay un nosotros —apreté mis labios —, no va a haber, solo nos acostamos —tomé aire.
— Tú —el nudo en mi garganta creció —, tú eras cariñoso conmigo —puso los ojos en blanco.
— Era la mierda que funcionaba contigo —volvió al sillón —, simplemente eso —las lágrimas llenaron mis ojos.
— Se supone que éramos amigos —mi labio tembló y la voz se me corto.
— Creo que tienes que entender que uno se hace amigo de las mujeres para llevarlas a la cama, te pusiste buena y estabas enamorada de mí —movió la mano —, pero Vale, te falta para ser mujer.
La rabia inundó mi cuerpo, apreté mis manos con fuerza y me observó, su cuerpo se volvió a mover en mi dirección, dando pasos
cortos hasta llegar frente a mí, sus dedos pulgar e índice agarraron mi mentón, sus ojos dieron directo con los míos.
Estaba tratando de calmar mis palabras, siempre mantenía mi temperamento estable, era agradable, simpática, complaciente, tal vez por eso pasaba esto.
— Solo fui un juego —sonrió mostrando sus dientes.
— Cariño, no eres tan divertida —apreté mis dientes —, ahora deja el berrinche, ambos sabemos que no puedes vivir sin mí —di un paso alejándome y sacando mi rostro de su mano.
— No —me miró divertido —, no eres tan importante —luche con las lágrimas —, ni el único —camine hasta la mesa.
— Por favor —soltó una carcajada —, ahora te harás la mujer madura —negó —, no eres tan importante.
Tomé mis cosas sin mirarlo, solo me mantuve de espaldas a él hasta que junté el valor necesario para darme vuelta y mirarlo. Nunca
confrontaba, no podía, me mantenía siempre dentro de lo que se esperaba, manteniendo mi equilibrio.
— Es una pena, pero hoy no tengo ánimos para abrir las piernas —camine a la puerta.
— Si sales se acaba Valentina —me detuve —, te olvidas de que existo.
No respondí solo abrí y salí sin gastarme en cerrar la puerta, no miré, no quería ni siquiera volver la vista en su dirección, solo espere el ascensor, me monté en él y baje con mis ojos llenos de lágrimas.
Llegué abajo y tomé mi teléfono para llamar a Ashley, algo que quedo truncado cuando el nombre de mi madre apareció en la pantalla. Tomé aire y salí evitando ver al chico que cuidaba.
— Mamá.
Saque las llaves de mi bolsillo y escuche su sollozó.
— Vale, es papá.