Cuando abro mis ojos él no está en la cama. Con razón se sentía tan fría, con razón había tanto espacio innecesario. Encuentro un anillo en mi dedo y lo noto enseguida, no tengo idea de cuándo me lo puso, pero mis ojos se pierden en él. Es…hermoso. Lo acaricio con mis dedos y levanto mi mano, viendo lo elegante que se ve. Era una realidad, me iba a casar. Doy vueltas por la cama como toda una loca, presa de la emoción. ¿Por qué tardé tanto en decirle que sí? Era una persona que había quedado flechado por mí aún sin conocerme, aún sin saber lo que era el amor o todo lo que eso conllevaba, pero él ya me quería. Eso me hacía sentir muy especial. Mi sonrisa no se borraba. Noté sobre la mesa de noche una nota. “¿Le temes al agua? Alquilaré unas motos de agua para pasar la mañana. O