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Una Esposa Cautiva

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Blurb

Dos hombres poderosos y un mismo objetivo: April Maxwell.

Te haré amar al captor.

Contenido adulto, sensible y descriptivo.

Triángulo amoroso con escenas fuertes.

Una propuesta muy indecente lleva a April Maxwell a darle un rotundo rechazo cuando este, estando casado, le pide que sea su amante. Ella se niega y eso despierta una obsesión en él, pues aunque ella se siente muy atraída se niega a convertirse en su amante. Los intentos de Cameron se ven interrumpidos por Noah Davies, el hermano mayor de la esposa de Cameron y desde ese momento empieza una lucha sobre quien se quedará con April.

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Capítulo 1 Serás mi amante
—Te lo diré claro, yo tengo una esposa, tú no tienes a nadie. Eres mi amante y aunque yo tenga una relación y soy libre de hacer lo que se me de la puta gana, tú no. No eres libre, porque eres mía. Está bajo tus riesgos si te enamoras de mí o de alguien más. Si te enamoras de mí, sales perdiendo, yo solo busco follar. Pero si te enamoras de otro hombre, lo pierdes, porque nadie toca lo que es mío. Aquellas fueron las palabras que le dije a solo dos días de conocerla, luego de que la vi en aquella plaza, llamando completamente mi atención, como si ese fuera su único propósito. Esas curvas, esos labios, me hacían tener pensamientos muy pecaminosos, deseos que tenía que saciar y un cuerpo que haría temblar y gemir de placer hasta que cayera del cansancio. Si hubiera sido otro hombre, puede que la joven mujer me hubiera dado una muy buena torta en la cara, pero fue cuando le dije mi nombre que su expresión cambió. Era nueva en el pueblo y aún así ya sabía quién era yo. Dueño y señor de todo, no porque me perteneciera, sino porque lo tomé y yo tomaba todo lo que me diera la gana. Y me daba la gana de tomarla a ella. April Maxwell. Al fin otra Maxwell en el pueblo. April Maxwell solo llevaba un mes aquí y no sé cómo fue que no la vi antes. Su abuela, la señora Maxwell, quien de pequeño me dio clases, había enfermado y ella estaba aquí para cuidarla. Una buena nieta. No la conocía, pues su madre se fue muy joven del pueblo y solo quedaba April y su abuela. Ahora que mis ojos estaban puestos en ella, no podría marcharse. Sus labios se movieron, queriendo decir algo, su rostro se estaba poniendo rojo, no sé porqué se avergonzaba, si yo no había dicho nada malo. Solo dije lo que pensaba y lo que iba a pasar después, tan sencillo como eso. Era joven, podría tener unos veintitrés o veinticuatro años como mucho. —N-No quiero ser tu amante.—dijo en voz baja. Acerqué mi rostro hacia ella, en espera de que lo repitiera.—No quiero ser tu amante, Cameron Scott. Soy una mujer comprometida y tú un hombre casado. Estoy aquí para cuidar de mi abuela y cuando su salud mejor, me iré. ¿Comprometida? Mis carcajadas se escucharon en todo el lugar, llamando la atención de los que estaban en este café. Siendo una mujer comprometida, la cosa se pondría más interesante. ¿Aún creía que podría salir de aquí? ¿Creía que se podría ir cuando su abuela se pusiera mejor? Ilusa. ¿Es que no entendió que desde ya la elegí como mi amante? —Considérate una mujer soltera o el hombre con el que estás comprometida yacerá a nueve metros bajo tierra antes del amanecer, April. Mis ojos están puestos en ti y nadie más podrá mirarte otra vez. ¿Crees…que me estás rechazando? Mira como te sonrojas,—llevé un dedo a su mejilla y ella retiró mi mano.—está claro que te gusto, aunque tus palabras intentan decir lo contrario. Estás roja, casi como un buen tomate. —¡Del enojo!—gritó de la nada, tomándome por sorpresa.—¡Mi cara está roja del enojo! ¡Mis manos tiemblan de la impotencia y ganas no me faltan de pegarte por tus absurdas palabras! —Si me pegas, soy perfectamente capaz de devolverte el golpe, mujer.—le avisé. Mordió su labio con una fuerza excitante y luego lo soltó como si nada, llevándose toda mi maldita atención en aquel sensual movimiento. Al parecer, ella no creyó que fuera así y su mano se levantó contra mi cara, siendo la primera vez que una mujer se atrevía a pegarme, a excepción de mi madre. Me ardió la mejilla por la fuerza con la que ella me pegó, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver lo que había hecho, se puso de pie con rapidez pero mi mano la alcanzó. La sujeté por la nuca, esos fuertes ojos negros me miraron llenos de ira, no había miedo en ella. Lloraba, pero era de rabia, coraje. Esta mujer era como una yegua salvaje, y yo quería montarla. Estaba preparada para mi golpe, lo vi en sus ojos. Cuando le pegué, su labio sangró y la cara se le puso más roja que antes. Me escupió a la cara aquella sangre que se había acumulado en su boca por el golpe. —A n i m a l.—dijo con una sonrisa, aquellos labios y dientes rojos por la sangre, mientras ella no se dejaba acobardar. ¡Demonios! ¡¿Por qué tenía que ser así?! ¡¿Por qué se empeñaba en alentarme a desearla?! La deseaba. La deseaba tanto que mi carne dolía y que se pusiera en plan de resistirse hacía que la deseaba todavía más, ¡¿cómo demonios era eso posible?! —¿A que ahora no tienes ganas de volver a pegarme? —¡Te pegaría una y mil veces, cerdo! —Los cerdos son más limpios que yo, te lo aseguro. —¡Suéltame! —No, no hasta que aceptes que desde ahora eres mi amante y que no, no estás prometida a ningún hombre, a menos que sea hombre muerto. —Tendrás…que dejarme a nueve metros bajo tierra también, Cameron. Porque ni muerta….estaría con un cerdo como tú.—era pequeña, pero se movía mucho, logró traer su rostro cerca del mío y ahora me habló en un susurro.—¿Qué vas hacer? ¿Tomarme como el maldito cobarde que eres y hacerte con mi cuerpo a la fuerza?—¿Yo…? ¿Cobarde?—Ni aún así, Cameron, ni aún así cedería ante ti, cerdo de mierda. Podría enojarme con sus palabras, que esto le costara la vida por la vergüenza que ella me estaba haciendo sentir frente a todos, pero era justo lo contrario. ¿Hace cuánto que alguien no me enfrentaba? ¡Y menos una mujer! ¡Ella hacía este juego más excitante! ¡No se daba cuenta que al desafiarme solo aumentaba mis deseos por ella, no era consciente de la erección que palpitaba entre mis piernas y al tenerla tan cerca y salvaje solo crecía más, volviéndose incómodo, molesto. —April, no sé si eres idiota o ingenua. De verdad espero que solo seas ingenua, porque los idiotas no me agradan. Mira a tu alrededor, date cuenta de dónde estás, entre mis manos y no te dejaré escapar.—la solté lentamente y ahora ella se enderezó, arregló su ropa y escupió un poco más de sangre a mis pies, salpicando mis lindos y muy limpios zapatos. ¿Y si la hacía limpiarlo con su lengua mientras veía su lindo culo moverse? No, eso era mucho.—Te acorralaré hasta que seas quien venga a mí, eso será muy divertido de ver, ¿no lo cree? Su rostro se quedó pensativo mientras yo me marchaba, como si no se creyera que eso era todo por hoy. —¡Jefe! ¡¿Por qué se dejó hacer todo eso?!—Preguntó Oscar, tan anonadado como el resto de personas. —Porque…—¿Por qué?—no lo sé, pero la necesito entre mis piernas, gimiendo y gritando mi nombres mientras me la follo. Era realmente incómodo caminar con mi polla tan hinchada, pero ¿qué se le podía hacer? Ahora era ella quien tenía mi erección bajo su control, pero sería yo quien más adelante mojaría sus bragas cuando ella viniera a suplicarme para que le de una buena cogida. April Maxwell, me deleitaré en rechazarte, hasta que no te quede más remedio que suplicar. Y aún así…aguantaré mis ganas hasta que sea yo quien decida cuando y dónde cogerte. Vas a venir a mí, haré que eso pase. Después de todo, estás en mis manos. —Jefe… —La casa de la señora Maxwell, creo recordar que tiene una deuda en el banco, ordena que se la quiten, que se queden con la casa. —La señora está enferma.—me recordó Oscar. —¿Y? ¿Yo soy doctor? —¿Cómo vamos a dejarla en la calle si está enferma? —No, no la vamos a dejar en la calle. Pero…que ningún hotel le preste una habitación ¡y ay de quien le de cobijo! Que su nieta sepa que el único que puedo arreglar esa situación soy yo, y que no lo haré. Pero no lo hagas ahora, dale unos días, que crea que ganó, que en esta pelea salió victoriosa. Quiero que se fíe, que se sienta segura y es ahí cuando quiero verla caer de culo, a la arrogante y prepotente April. Que crea que le ganó a Cameron Scott. Sería mi amante perfecta.

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