Recuerdo perfectamente cuando April Maxwell nació, todo el pueblo lo supo. Yo solo tenía diez años, fue un trece de abril. Su abuela no dejaba de hablar de ella, hasta que al fin pudo conocerla y regresó con una foto de ella, no sé porqué no fue antes y esperó tanto para saber de su nieta si estaba tan emocionada.
De esa bebé recuerdo sus ojos, su amplia sonrisa y el brillo en su mirada. Me llamó mucho la atención y su mirada jamás la olvidé, com si me observara.
April Maxwell, la misma que estaba siendo amante de Cameron, mi cuñado.
Definitivamente ya no era una niña, había crecido, era una adulta.
¿Quién de los dos había sido la idea de traerla bajo el mismo techo que mi hermana? Entiendo que hayan querido ser amables con la señora Maxwell, pero…¿ella cómo se atrevía a venir aquí?
La observé, cínica, descarada, hermosa.
La amante de Cameron.
Esta era April Maxwell, siendo entendible porqué la repentina obsesión que tenía él con ella. Si ver a April era no poder apartar la vista de una vez, tenías que mirarla.
Dándole una mirada rápida, podía decir que era bella, eso era innegable, seguía teniendo el mismo brillo en su mirada, no podía decir que no.
Aparté mi vista de ella, enfocando a Cameron.
—¿Ya la conoces?—preguntó con ese tono tan jocoso que lo caracterizaba, pudiendo preguntar algo serio, pero pareciendo normal, gracioso. Así era todo para él, incluso bajo la situación más complicada él podría tener una enorme sonrisa o parecer feliz. Jamás en mi vida, en todos los años que llevaba de conocer a Cameron, nunca lo había visto triste.
—No, no la conozco.—dije. Hubiera dicho otra cosa, la hubiera insultado por atreverse a pisar esta casa, la hubiera echado de aquí sin importar lo que dijera Lisa o Cameron, pero respetaba mucho a la señora Maxwell y sabía que su nieta era su adoración. Seguí a Lisa hacia la habitación donde se quedaría la señora Maxwell, la ayudé a entrar, junto con sus cosas y después la dejé sentada en la cama.—Aquí va a estar muy cómoda.—le dije.
—Yo solo quiero dormir, si no les importa a los jóvenes.
—Abue, no has cenado.—dijo April.
—Ni tengo hambre, estoy cansada. Merezco un descanso.—sonrió, dejando ver todas y cada una de las arrugas de su cara, me traía muchos recuerdos agradables, pocos de los que tenía, en la mayoría estaba presente la señora Maxwell.
—Descanse.—le dije. Dejé un beso en su frente y fui el primero en salir de la habitación, Cameron me siguió hasta la cocina.
Me gustaba esta casa, siempre olía a flores, a Lisa le gustaban mucho las flores y habían en todos los espacios, dando un olor muy agradable, en cierto modo era relajante.
Tomé un vaso de agua y luego de eso me giré hacia Cameron, seguía con aquella sonrisa.
La vida para él solo era un juego, cada cosa, cada paso, todo, cada una de sus decisiones. Pero eso era mejor que verlo ponerse serio o de mal humor.
—¿Qué te pareció?—preguntó al acercarse, dejando una mano en mi hombro.—¿Recuerdas cuando fantaseabas con conocer a la nieta de la vieja Maxwell y cada año contabas los años que cumplía ella? Eso era muy raro.
—Ella era una adolescente, Cameron, no sé ni cómo recuerdas eso. Yo era tonto e inmaduro.—Sí que lo era. Nunca la había conocido, hasta hoy, pero recuerdo cuando cumplió los dieciocho años y yo dije “¡Voy a conocerla y casarme con ella! ¡Seguro que la señora Maxwell me acepta para ella!”
¡Tonterías! ¡¿Cómo me iba a casar con alguien que no conocía y que no me conocía ni sabía de mi existencia?! En ese momento sentía que tenía el mundo a mis pies y Cameron tampoco era una buena compañía. Y en todo caso, él se había adelantado.
—¡Pues ella ya creció! Y mira en lo que se convirtió. En un principio no sabía que era ella, Noah. Me quedé boquiabierto cuando me di cuenta que ella era la nieta de la vieja Maxwell.
—Sí, ya la veo. ¿Por qué la trajiste a esta casa? ¿Ahora qué pasó por tu cabeza?
—No fui yo, fue Lisa, a mí no me veas de ese modo. No tenían en donde quedarse y tu hermana las invitó. Por mí se hubieran quedado a dormir en el coche, me daba igual ella o su abuela.
—¡Hermano!—Lisa entró a la cocina y yo le di una mirada de reproche.—¿Qué pasa ahora? ¿Qué dijo Cameron que hice? Lo que sea que diga, es mentira.
—Tú invitaste a esa mujer aquí, ¡¿Cómo se te ocurre?!—le reclamé a mi hermana.
—¿No te agrada?—me preguntó, eso era más que obvio. ¿No veía la molestia en mi cara?
—¡Ni un poco! ¿Por qué debería agradarme? Es…—Era una zorra, otra más de las que se metían en la cama de Cameron y caían a sus pies, a pesar de que él estaba casado. Y no, no sé porqué me ponía de mal humor cuando apenas la veía por primera vez. Quizás mi enojo no era con ella, sino con Cameron, a lo mejor era eso, porque no tenía sentido enojarme con ella.
Era la nieta de la señora Maxwell, pero eso no quitaba lo que era y dejaba mucho qué decir que ella aceptara quedarse bajo el mismo techo que Lisa, cuando era la amante de Cameron.
—¿Una puta? ¿Ibas a decir eso?—preguntó Cameron, frunciendo el ceño.—Investigué un poco sobre ella.
—Tengo curiosidad.—dijo Lisa.
—Estaba prometida con alguien y no se dicen cosas buenas de ese rompimiento. Yo creo que no vino a atender a su abuela, sino que huía de las cosas que hizo, de lo que pasó. Aquel compromiso no terminó muy bien.
[***]
Los escuché hablar en la cocina y me acerqué, porque mi abuela se había quedado dormida en seguida y yo quería preguntarle a Lisa cuál era mi habitación, así dejaba mi bolso, pero me detuve al escuchar que hablaban de mí. No pretendía escuchar su conversación, solo fue algo que pasó, nada más.
No me atreví a entrar. Una parte de mí quería saber la opinión que ellos tenían de mí.
—A saber todas las cosas que hizo y vino a parar aquí.—dijo Noah Davies.—April Maxwell, otra zorra que llega al pueblo.—decía en voz alta, muy seguro de sus palabras. ¿Por qué hablaba de mí de ese modo? ¿Cómo se atrevía cuando apenas me veía por primera vez? ¿Quién se creía? ¡¿Con qué derecho?!
—Bueno, ahora es mía, nadie más la tocará.—dijo Cameron y Lisa soltó una risa.
—Me da lástima la señora Maxwell, no pensé que su nieta fuera así, con lo mucho que la aprecia.
—¿Y tú que crees de ella, Noah?—preguntaba Lisa a su hermano.
—¿Yo? Ya sabes lo que opino de ese tipo de mujer. Al final ellas mismas se comportan como un objeto y luego quieren presumir de señoras. Si ya tiene un compromiso cancelado, me imagino lo que vino a buscar aquí. ¿No es más que obvio?
¿Qué…se supone que vine a buscar?
Retrocedí, incapaz de escuchar algo más. Dejé el bolso en el salón y salí a la entrada, quité el seguro de mi coche y me refugié en él. Mi abuela ya estaba dentro, ya descansaba, yo no tenía nada que hacer aquí y solo vine por ella, por no dejarla dormir en el coche.
Si creía que Cameron era un desgraciado, peor era Noah, que se ponía a dar opiniones de los demás sin conocer nada al respecto. ¿Cómo se atrevían a hablar de mi compromiso, cuando no sabían nada de lo que pasó allí? Lisa era igual, esa amabilidad solo fue un disfraz y los tres eran tal para cual.
Eché el asiento hacia atrás y cerré mis ojos.
Detestaba mi situación actual, solo quería buscar a alguien para que atendiera a mi abuela y la ayudara cada día, quizás alguien que también se quedara a dormir y ya está, solo eso. Que ella estuviera bien y que yo estuviera lejos de aquí.
Tampoco estaba pidiendo demasiado.
Me había quedado dormida cuando alguien me tocó a la ventanilla del coche.
Era Lisa.
—Aquí te escondías, pequeña April. Todos estamos en la mesa a esperas de ti, la cena está servida.
—Gracias, Lisa. Has sido muy amable pero no tengo apetito.—no podría verles la cara luego de la opinión que dijeron de mí.—Quisiera saber cuál es mi habitación, así me voy a descansar.
—¿Estás segura?
—Sí, por favor. Ha sido un día muy largo.
—Está bien.—aceptó sonriente.—Ven, te mostraré tu habitación y así descansas.
—Gracias.—la seguí de regreso a la casa, tomé mi bolso que había dejado en el salón y nos sumergimos en los pasillos de las habitaciones, aquí podrían haber fácilmente siete habitaciones, el pasillo era largo y solo se veían puertas.
—Aquí.—abrió la puerta y me la mostró. Era amplia, muy parecida a la de mi abuela.—Que descanses, April. Dentro tienes algunas cosas que puedes necesitar.
—Muchas gracias, tomaré un vaso de agua y ya regreso para descansar.—dejé el bolso sobre la cama y ella ya no estaba. Busqué el camino a la cocina, tomé un vaso de agua y al regresar, en la puerta de mi habitación, allí estaba Cameron.
Mucho había tardado en hacer contacto.
—Si me esperas desnuda…no me enojo.—dijo. Pero ahora no sonreía, su expresión era seria, igual que sus palabras. Abrió la puerta de mi habitación, tomó mi mano y me empujó al interior, haciendo que varias gotas de agua saltaran del vaso.—April, la casa arde contigo aquí y saber que estamos bajo el mismo techo hace que piense algunas cosas, como el hecho de que me rechazaste, pero ahora pareces necesitar mi ayuda, ¿no fue a eso que fuiste al puerto antes? Para pedir mi ayuda.—se pegó a mi cuerpo, acorralándome contra la pared, tragué sonoramente cuando sentí su olor y mi cuerpo comenzó a sentir calor con el suyo tan cerca del mío. Podía decir muchas cosas de Cameron, pero jamás podría negar lo atractivo e imponente que era y él lo sabía, se aprovechaba de eso, sabía usar muy bien sus tácticas.—Esa ayuda puede tener un precio.—supuse mal su jugada y él parecía estar cambiando sus tácticas. Asumía que ahora fue él quien me ayudó y que yo tenía que pagarle por esa ayuda.
—Lisa fue quien me invitó a su casa.—le recordé.—Tú no me has dado ninguna solución a mis problemas, Cameron. Problemas que tú creaste. No tengo que pagarte nada, da igual el precio que pongas.
Su mano sujetó mi brazo, haciendo que varias gotas de agua cayeran del vaso de nuevo, tomó mi cara con su otra mano y pegó su rostro al mío. Por mi mente pasó la idea de que él me besaría a la fuerza y yo estaba más que lista para dejar una mordida en sus labios si se atrevía a tocar los míos, pero no fue eso lo que hizo.
Su perfume me invadió y esta fue la segunda vez que sentí la presencia imponente de Cameron Scott.
—¿Por qué crees que no he sido yo el que te ha ayudado? Después de todo estás bajo mi techo. ¿No lo ves?—me preguntó junto a mi oído. Su voz causó un terrible escalofrío en todo mi cuerpo y mis ojos se aguaron, entendiendo perfectamente el significado de esas palabras.—Termina con esto, April. Ya termina con esto.—sumergió su rostro en mi cuello y allí sentí su respiración que me erizó toda la piel.
Me liberó, desapareciendo de inmediato.
Cuando él se marchó yo me quedé con miedo de que Cameron entrara a media noche. Tomé mis cosas y salí al pasillo, caminé dos puertas más allá de la que se me había asignado y elegí otra habitación, mirando que no hubiera nadie dentro, no siendo la del matrimonio.
Esta estaba vacía, podía quedarme aquí.
Pegué seguro a la puerta, busqué en mis cosas mi pijama y me di una ducha.
No tardé en acostarme y quedarme dormida. Tendría que madrugar para salir de aquí.