El Porsche n***o pasó frente a nosotros y yo lo seguí, sabía que no vivían dentro de la ciudad. Quien conducía era Cameron, me lo hizo saber cuando pasó frente a mí, mostrándome su larga lengua.
—Abue, ¿conoces a Lisa?—había sentido algo de curiosidad por la que era la esposa de aquel idiota.—La esposa de Cameron. Lisa Davies.
—Sí, desde pequeña, esto antes no era un enorme pueblo y todos nos conocíamos, solo había una escuela, un mercadillo y casas, no era todo esto, las familias iniciales todas nos conocemos.
—¿Podrías decirme algo de ella?
—¿Qué te digo de ella? Conozco a la Lisa de pequeña, no a la Lisa, reina de la ciudad.
—¿A qué te refieres con reina de la ciudad?
—Bueno…si Cameron es el dueño, ¿qué viene siendo ella? Solemos decirle reina, porque eso es lo que ella se cree. Desde pequeña le ha gustado ser el centro de atención y ser la esposa de Cameron le proporciona toda la atención necesaria.
—¿Qué hay de su familia?
—Los Davies. En sus inicios fueron personas muy humildes, hasta que su padre falleció, dejando a la pobre Alexandra con sus dos hijos.
—¿Quién es el otro hijo?
—Oh, no lo conoces. Es mi adoración o eso era cuando era mi alumno, recuerdo cada clase con él, era un niño muy especial. Su nombre es Noah, algo tozudo, pero amable, un poco callado, no le gusta mucho hablar y tendía a alejarse de los demás niños. Noah Davies y Lisa Davies. Su madre volvió a casarse un par de años después, su esposo es Patrick Sloan, controlaba la ciudad vecina y necesitaba una mujer hermosa como lo era Alexandra. Crió a esos dos niños como a sus hijos e hizo de Noah lo mismo que es Cameron, lamentablemente.
—Entonces, ¿Noah Davies controla la ciudad vecina?
—Sí.
—¿Y cómo fue que Lisa y Cameron llegaron a casarse? No parece que derrochen mucho amor, al menos no él.—No si andaba por las calles en busca de una nueva amante.
—Querida, esos temas no es bueno saberlos.
—Pero tú los sabes, ¿no? Estoy aquí, atrapada. Lo menos que puedo hacer es estar informada.
—En eso tienes razón.—Parece que me iba a contar sobre ellos. Cameron aumentó su velocidad y yo me vi en la obligación de hacer lo mismo, aunque ni en mis mejores sueños mi Mercedes Benz lo iba a alcanzar, pero tenía que ir más rápido para no perderlos.—Todo fue por un acuerdo, Noah necesitaba acceso a los puertos, pero no sé lo que necesitaba Cameron, entre en medio de eso salió la unión de Cameron y Lisa, parte del acuerdo, supongo que fue por un asunto de territorio, no me creas todo, son muchos los rumores.
—¿Y qué necesitaba Noah del puerto? ¿Es de Cameron?
—No sé qué necesitaba Noah de ese puerto, pero el puerto deportivo es de él y el puerto industrial, que está al otro lado, pasó a ser de Noah, territorio que ahora le corresponde.
—Mmm. Algo grande debió darle Noah Davies para que Cameron cediera un puerto industrial, solo quedándose con el puerto deportivo. En fin, cosas de ellos.—Al menos ya sabía por donde iban los tiros, intercambios de puertos, lo que significaba que había manejo de mercancía.
—No es bueno meterse en el camino de un Scott, April.
—Y yo no intento estar en el camino de nadie, lo único que ya quería era irme, pero ese hombre no me deja, ¿es que no lo entendiste?
—Solo sé que Cameron suele ser despiadado y no pide las cosas dos veces, April. Es joven, impetuoso, cree que todo le pertenece, porque así siempre ha sido con los Scott y él es la ley, esta es su ciudad, la tomó, es suya, junto con todo lo que hay dentro. No juegues a ganar, porque aquí solo gana él.
—Abue, quiere que sea su amante, no quiero ser la amante de nadie y menos de un hombre como él, ¿qué es lo que insinúas? ¿Quieres que ceda ante él y que me ofrezca como un trozo de carne sin valor? Dije que no, y me mantendré firme, ¿es que nadie a él nunca se le ha negado?
—No nadie que yo conozca, suelen lloverle las mujeres.
—Pues esta mujer no. No te preocupes, sé sus intenciones y él, como todo macho alfa, ahora esperará a que sea yo quien suplique, me rechazará y luego hará lo que le de la gana, al menos en su mente retrógrada. Pero no le saldrá la jugada, porque desde que te devuelvan la casa…me iré, Abue. En cierto punto ese hombre me asusta, no es que me intimide, sino que sé que puede llegar a ser malo y no me gusta, sentir miedo no me gusta.
—Solo te pido que tengas cuidado, April.
Entramos a una zona de campos de golf, al menos durante unos diez kilómetros solo hubo eso, campos y campos de golf, hasta que al final se visualizaron unas luces y a unos metros más se vio la casa, estaba cayendo la noche, reduje la velocidad y disfruté de las vistas que ofrecía este lugar.
Al llegar a la entrada, era Cameron el que nos recibía, de brazos cruzados, recostado a su hermoso y lujoso coche.
—¿Te gusta?—Me preguntó al ver que yo lo observaba fijamente, era un coche muy lindo, aunque demasiado llamativo.
—No.—le dije, pero aquel coche opacaba totalmente al mío y decir que no me gustaba solo era una vil mentira, ¡era un cochazo!
Ayudé a mi abuela a bajar y luego tomé nuestros bolsos de la parte de atrás, ya que no nos dio tiempo a tomar algo más de la casa, cuando casi nos sacan a patadas.
Pero mi abuela tenía la espalda muy mal y no podía caminar muy bien, tenía que apoyarse en mí, más los bolsos y sostenerla, yo no era tan fuerte, no era fuerte. Tuve que soltar los bolsos y concentrarme en mi abuela, ya que el muy caballeroso Cameron iba delante nuestra, sin prestar la más mínima atención a si necesitábamos ayuda, yo tampoco se la pediría.
La puerta de la casa se abrió, el desapareció dentro ella.
Detrás nuestro se escuchó el sonido de un coche y solo segundos después escuché una voz.
—¿Señora Maxwell?—una voz grave se escuchó detrás de nosotras, miré por encima de mi hombro y allí había un hombre, tomando nuestros bolsos y acercándose muy rápido.—Señora Maxwell.—volvió a decir. Retiró el brazo de mi abuela e hizo que ella se apoyara en él.
—¡Noah!—exclamó mi Abue toda emocionada.—Noah, cariño. Pero cuanto tiempo.—se notaba mucho la alegría en su voz, como cuando me veía a mí.
—Venía camino hacia acá y llamé a mi hermana, me dijo que usted también estaba aquí y eso me emocionó muchísimo. Quería verla, ¿cómo sigue? ¿Qué le ha dicho el doctor Stevens?
—Es la edad, cariño, no hay nada que hacer. Solo resistir.
—Sé que usted puede.
Y a decir verdad, yo estaba perpleja, este hombre tan amable, atento, simple y…normal era Noah Davies, quien era dueño de la ciudad vecina y del puerto industrial, hermano de Lisa Davies y el que mi abuela tanto elogiaba.
De espaldas a mí no podía decir más nada de él.
—Déjame ayudarte con los bolsos.—Me acerqué corriendo para tenderle una mano y fue cuando pude ver su rostro. Pestañeé varias veces porque cuando mi abuela me hablaba de él, imaginé a un hombre rudo, robusto, con barba, cicatrices y no sé qué tantas otras estupideces, pero este hombre pasaba totalmente desapercibido, era común, con ojos marrones, labios finos, complexión media, cabello n***o y rostro amable.
—No hace falta, ya lo hago yo.—me dijo. Sujetó bien a mi Abue y entramos a la casa con él.
—¡Noah!—Lisa iba bajando unas escaleras, directo a nosotros, corriendo hacia su hermano y llenándole un lado de la cara de besos, Cameron estaba en una esquina, todavía de brazos cruzados, sus ojos fijos en mí, no dejaba de mirarme, le valían los demás.—¡Ya estás aquí! Te quedas a cenar y no es una sugerencia, ¡te quedas a cenar!
—Sí, me quedo a cenar, a dormir y me voy temprano.—aceptó su hermano. Comenzaba a notar que seríamos muchos aquí, pero de paso la casa era enorme.
—Que bueno. Ven, le mostraré a la señora Maxwell donde va a dormir y a su nieta también.
—¿Nie…ta?—preguntó a su hermana. Giró su rostro hacia mí y ahora su expresión cambió, no pareciendo tan amable como antes.
Cameron soltó una carcajada y yo no entendí nada.
No entendí nada.
Cameron se acercó a mi, pasando una mano por mi hombro.
—Ella es April Maxwell.—me presentó Cameron con media sonrisa en la cara.
Sentí esa mirada asesina sobre mí y justo ahí desapareció el Noah común, normal y amable.
¡¿Qué diablos?!
¡Yo no le había hecho nada a este hombre!