Capítulo 9 Iniciación

2933 Words
—Son cinco Nightclub si quieres llamarlos así.—Honey, así ella se llamaba. Me resultaba un poco imposible concentrarme en sus palabras, porque la mujer era exageradamente bella, como si…no fuera de este planeta. Donde quiera que mis ojos apuntaran hacia ella, solo veían perfección. No me explicaba como era posible. Tanto así, que me ponía nerviosa tal belleza, por no decir nada de su sensualidad, dado que me sonrojaba su desnudez, todos esos atributos y la manera en la que ella controlaba toda la atmósfera que nos rodeaba, como si fuera dueña de mis respiraciones. Era poderosa.—Seducción Diurna, como su nombre lo indicaba, funciona durante el día, porque es el más “liviano” de los cinco. Está controlado por el español, así le llaman todos, pero su nombres es Paco Gómez, no te atrevas a decirle Paco, lo detesta.—tomó asiento a mi lado, tomando mis manos. Era…muy confianzuda me parecía a mí. Jugaba con mis dedos mientras hablaba, observando mi pijama.—Sins, en ese no te recomiendo que trabajes, se manejan muchas sustancias y si no tienes control, pueden terminar gustándote y aquí no trabajan adictas.—Entonces ¿yo ahora trabajaría en uno de estos bares para darle beneficio a Noah?—Debemos de estar limpias, consumir sustancias es opción de cada quien, pero en el grado de lo normal o son despedidas. El tercero es Sands, allí es…con una temática un poco agresiva y es más para motociclistas y demás, tipo así, ¿me entiendes?—yo no entendía mucho, pero ella seguía sin darme tiempo para hacer alguna pregunta.— El cuarto es Luxury, es donde vas a trabajar por orden de Noah, hay un quinto, pero este está al lado del cuarto, son como uno, pero a la vez no, ya que…en uno se elige y en el otro…se da el placer. ¿Lo entiendes—iba a decir algo, pero ella siguió hablando. ¡No me dejaba decir nada! ¡Claro que no entendía una mierda!—Aquí no hay nadie por obligación, las puertas están abiertas para irse quien quiera y cuando quiera, siempre y cuando no deba dinero o tenga alguna cuenta pendiente. No te explicaré todo en un día, pero tú ya irás viendo. —¿Qué es Deluxe?—Noah había dicho que yo sería eso. —Son las chicas que trabajan en el Luxury. Tú serás una Deluxe, nena. —¿Cuál es el nombre del quinto? —MoonLovers.—dijo. —Tengo…muchas dudas. ¿Seré camarera? —¿Camarera?—ella enarcó sus cejas y a sus labios llegó una suave sonrisa.—Nena, ¿crees que vas a pagar una deuda con Noah siendo Camarera? Ya te dije que serás una Deluxe. Te explicaré el motivo de las Deluxe. Son mujeres, también hombres, que trabajan en el Luxury, allí se hace…un servicio básico, es como la antesala, la zona de diversión, la preparación a lo que viene después, son como los juegos de previos, también es donde el cliente elige a la mujer o al hombre con el que quiere ir al MoonLovers. Y allí, si ya es m*****o del Luxury, tiene un pase especial al MoonLovers, donde folla con la persona que ha elegido. Ya sea a ti o cualquiera de las otras personas. Retiré mis manos de las suyas y me puse de pie. ¿Elegida? ¿Para follar? ¿Y ahora yo sería una de ellas? ¡¿Él creía que yo pagaría esa deuda prostituyéndome?! Entonces…el maldito de Noah me había traído para prostituirme, ¿qué…se creía…que yo…era? ¡¡Desgraciado!! ¡Para eso me habría quedado con Cameron! ¡Yo no era una prostituta! —No soy una prostituta.—dije con firmeza. —Yo tampoco, trabajo dando placer, gano mucho dinero, me divierto y obtengo muchos suculentos orgasmos. Pero no soy una prostituta. Así que tú tampoco lo eres. En el Luxury las Deluxe no somos prostitutas, somos trabajadoras. —Sexuales. ¿Cuál es la maldita diferencia? —Una puta, una prostituta, una mujer de la calle, llámalo como quieras. No somos eso. Somos las Deluxe. —Pros…ti..tutas.—era obvio.—Reciben dinero, dan placer. —También recibimos placer. Somos como las amantes, esas que les dan todo, placer y dinero, cero responsabilidades y viven una vida cómoda. ¿Nunca has sido una amante? —No. Y si lo fuera, estaría con el hombre que yo eligiera. —Oye…aquí también lo eliges, dado que puedes rechazar al cliente, April. No creas que intento persuadirte, solo te explico la manera en la que nosotras vemos las cosas. Si quieres llamarte prostituta…ya es asunto tuyo. Hoy comienzas a trabajar, así que déjame enseñarte el lugar.—volvió a tomar mi mano, queriendo que yo caminara junto a ella, pero me negué soltándome de su agarra. —No necesito ver el lugar, no trabajaré aquí. Puedo ser camarera, puedo limpiar los baños, incluso servir bebidas, pero mi cuerpo no está en venta. Jamás dije que pagaría de ese modo.—Esto era diez mil veces, un millón de veces peor que ser amante de Cameron Scott. La puerta de cristal se abrió y por ella entró un hombre delgado y muy alto, sus brazos llenos de tatuajes, aquella camisa carente de algún botón mientras mostraba su pecho, sus pies descalzos y ese cabello rubio alborotado. Un hombre detrás de él lo empujó, entrando de igual modo a la habitación, iba en bañador, en su pecho había un extraño tatuaje que lo cubría completo, mientras de su cabello castaño caían gotas de agua. —Permiso.—pidió un tercero, deslizándose como pudo por en medio de ellos dos. Este tenía fuertes brazos, una barba muy bien cuidada y un aro en su oreja derecha. Entró otro más. ¡Otro más! ¡¿Qué diablos era esto?! ¿Alguna convención de chicos guapos? —Hola.—hubo uno que los empujó a los tres. Mis ojos se clavaron en él cuando llegó todo trajeado, con un fuerte olor a perfume y aquella pícara sonrisa. —Salgan.—les dijo Honey.—No pueden estar aquí. —¿Olvidas qué día es hoy?—preguntó el del cabello largo, el que entró primero.—Hoy nos toca reunirnos, estaremos los seis. —¿Eso qué tiene que ver con que estén aquí?—preguntó Honey, no valiendo la respuesta del hombre. —Que escuchamos que hay una nueva Deluxe y vinimos a verla. Dicen que se llama April Maxwell.—Dio un paso hacia mí y solo fue esa simple acción para que Honey le propinara un puñetazo en la cara. Fue con fuerza, nada delicado como su belleza o por el hecho de ser mujer y ser más débil que él. Ella le pegó tan fuerte que cayó una gota de sangre al suelo, resbalando de su boca. Pensé que Honey retrocedería, arrepentida de su acción, pero no fue lo que hizo. La mujer avanzó hacia él, dejó una mano en su pecho y luego tocó su cabello, los demás no se habían inmutado y sus ojos seguían sobre mí. —Salgan.—les ordenó Honey. El hombre golpeado fue el primero en salir, los demás no avanzaron, se quedaron inmóviles. —Las presentaciones nunca están de sobra.—habló el que llevaba el traje.—¿Qué tiene eso de malo, Honey? —Es la chica de Noah.—anunció Honey, miró en mi dirección, se colocó detrás de mí y dejó sus manos en mis hombros.—Y ustedes no la van a tocar. —Noah no ha dicho que fuera suya.—dijo el del bañador.—Solo dijo que había una nueva Deluxe. —Hemos venido para que ella elija a uno de nosotros. Alguien tiene que probarla antes de que salga al mercado. La situación en la habitación estaba muy tensa, yo lo sentía. ¿Cómo que probarme? —Y ese será Noah.—le dijo Honey. —¡No dijo que fuera suya! ¡¿Quién te da derecho a decir que él será el primero?! Hay reglas, Honey.—el del bañador parecía que se alteraba con mucha rapidez. —Y esa es que ella elige al que le guste.—dijo el del aro en la oreja. Iba a decir algo, pero Honey cubrió mi boca. —Aquí las palabras tienen poder.—susurró en mi oído.—Es casi como atarte de pies y manos. —¿Y bien?—esperaba el del bañador. —Es muy pronto. Ella aún no conoce el lugar, no sabe las reglas, nunca había hecho nada de esto y…no está lista. —Yo la veo muy lista.—respondió el del bañador, parecía que me desvestía con la mirada.—Nosotros tenemos que ir a dormir luego de la reunión, ¿por qué no se decide ahora?—abrió la puerta más y allí se vio al que había sido golpeado, regresando a la habitación. —Faltan dos de ustedes.—objetó Honey. —Luke recién entra a trabajar y Noah ya la vio. Los seis nunca estamos juntos, pero de los que estamos ahora…ella debe elegir. —¿Alguno…te gusta?—me preguntó Honey.—Antes de elegir a un cliente, tienes que elegir a uno de los seis. Es…como una regla. Pero eliges tú. —No soy una…—ella dejó una mano sobre mi boca. —Cuida lo que dices y mira a tu alrededor. ¿Eres una niña que no comprende la situación? No sé cómo llegaste aquí, cuáles fueron esas circunstancias, pero no se aplica a nosotras, estamos aquí por voluntad propia y no tenemos dueños, pero tú…no parece que sea igual para ti, April. Déjame ayudarte dándote un consejo. Sigue las reglas y las reglas son estas. Tienes que elegir a uno de ellos.—me impidió llorar, alzando sus cejas en un reproche contra mi acción.—April…esta es tu realidad ahora. —No…—no la aceptaba y jamás aceptaría eso. —April, no te pongas nerviosa. Decide. —¡No puedo!—grité justo antes de que ella volviera a cubrir mi boca. —¿Qué fue lo que dijo?—preguntó alguien. —¡No dijo nada!—exclamo‚ Honey. —Parece que no sabe a quién elegir. Esto está interesante. ¿Sabes lo que significa, Honey? —¡Maldición! ¡Cállense ya!—pegó su frente a la mía y me sonrió con nerviosismo.—Elige a uno, será solo una vez, solo eso, April.—parecía que era esto o no nada. A mi mente llegó Noah, él era uno de ellos, tenía que elegirlo a él, no estaba aquí y no pasaría nada, solo sería una elección, ellos me dejarían en paz y listo. No tendría que estar con ninguno de ellos y menos con Noah, pues él no estaba aquí. —Noah Davies. Lo elijo a él.—dije. —Buena elección.—comenzó a decir el del bañador. Honey me miró rodando los ojos, como si no le gustara mi elección. —Tonta, él no está aquí. Tiene que ser uno de los presentes. ¡Carajo! ¡¿Por qué no podía ser tan fácil?! Entonces ya, me negaba a lo que sea, fuese cual fuese la consecuencia. —Pues no elijo a ninguno. No me gustan, no me llaman la atención, ninguno me atrae. Y así, tan solo así, fue como cavé mi tumba. Honey me lo advirtió, que no dijera nada, que las palabras tenían poder y que me ataban, pero no me dijo que las palabras también me condenaban. El más grande y fuerte de todos, tomó a Honey por un brazo y ella se resistió, a lo que él se apoderó de su cabello, intentando sacarla del lugar, vi como otro comenzó a ayudarlo, pues ella se resistía, corrí para ayudarla y uno me arrojó a la cama, rasgando mi pijama con su mano, exponiendo mis senos. —¡Déjenla!—gritó Honey.—¡Es nueva en todo esto! ¡No sabe nada! —Mejor, le daremos una buena bienvenida todos. Cuando sacaron a Honey de la habitación, mis manos temblaban, sujetando la pijama que cubría mis pechos. —Es linda…muy linda. —¿Linda? ¿Qué hay con eso? Mira esas caderas, ¿viste antes sus pechos? —¿Has hecho un trío antes? —¿Has estado con más de un hombre a la vez? —No nos importa compartir, y como no elegiste… Sus palabras me causaban mucha repulsión. —¡Elegí a Noah! —Pero él no está, así no vale.—tocó mi cabeza, mi cuerpo se puso rígido cuando unas manos tocaron mis hombros y otras mis nalgas. —¡Déjenme! ¡Soy de Noah! ¡Soy de Noah!—el del bañador tomó mis manos y el pijama se abrió, dejando mis pechos a la vista de ellos.—¡Que soy de Noah!—grité desesperada, pero ellos no me hacían caso. Unos labios tomaron los míos y otras manos terminaron de romper la tela, el de la camisa sujetó mis pechos y yo comencé a patalear, solo para que inmovilizaran mis piernas. Creo que…iban a abusar de mí entre todos. Mi cabeza dio vueltas ante aquel pensamiento y ahora, desnuda ante ellos, sentí que estaba sin salida y esta era una de las peores situaciones en las que me había encontrado jamás. Y pensar que llegué a creer que iba a estar fuera de peligro con Noah, ahora me daba cuenta que no podía ser peor quedarme al lado de Cameron y ser su amante. —Si me muerdes…—me amenazó uno de ellos, rozando mis labios.—no te quedarán labios para contarlo.—su mano se deslizó por mi vientre, recorriendo el camino a mi v****a, sentía algo pegado a mi trasero, notando que ya casi todos estaban desnudos. Las piernas me fallaban, las lágrimas no me dejaban ver bien y el agarre en mis manos me dolía. Aquellos labios se acercaron otra vez a los míos, pero yo dejé mis labios inmóviles mientras intentaba besarme. —¡Ayuda! ¡Ayuda!—pedí cuando él se apartó, decepcionado porque no respondí al beso. Alguien tiró de mi cabello cuando este liberó mis brazos y ahora mi cuerpo estaba pegado a la cama y aquellos hombres desnudos frente a mí. Este era el fin. Me iban a violar. —Y bueno, cuales son los dos que empezarán primero?—preguntó el del bañador. —Soy…de…Noah.—me sentía completamente sin fuerzas, repitiendo las palabras que creía que me iban a salvar, pero que no valían de nada. La puerta se abrió, el ruido llamó mi atención y yo agradecí que Honey estuviera allí. —April…menos mal que no han hecho nada.—ella corrió hacia mí y me acunó en sus brazos, todo mi cuerpo temblaba. —Diles…que soy de Noah, por favor. Elegí…a Noah. —Tranquila. Ya todo está bien. Él está aquí. Alguien más entró a la habitación. Era Noah. Los hombres comenzaron a vestirse en silencio, Honey tomó parte de la sábana y cubrió mi cuerpo desnudo. Me sentía muy avergonzada, demasiado humillada y todo esto era gracias a Noah. A Noah Davies. Esto pasó por culpa de él. —¡Dije que soy tuya! ¡Te elegí a ti!—mordí mi labio, la ira me recorría, el miedo, mucha inseguridad y la vergüenza que no me abandonaba, haberme sentido tan indefensa, expuesta, aterrorizada, aquella sensación jamás la olvidaría.—Dije…que soy…tuya. —Es mía.—confirmó Noah.—Y si me eligió a mí y todos sabían que yo estaba en el lugar, porque llegamos a la vez, ¿por qué…siguieron adelante?—Cuando Noah dio un paso hacia ellos, todos retrocedieron.—Honey… —No vi nada.—dijo rápidamente ella. Escondió mi cabeza en su hombro y yo cerré los ojos, ella cubrió mis oídos y yo casi pego un salto al escuchar un disparo tan cerca de nosotras, mis manos se aferraron a ella y comencé a llorar sin control. Quería saber qué pasaba, quería saber lo que sucedía, pero mis ojos no se abrían y tenía miedo de ver algo. —Honey…¿no dirás nada?—era Noah, su voz sonaba tan seca, tan fría, tan…desquiciada. —¡No vi nada!—volvió ella a responderle a Noah. Él sonaba muy calmado, pero…no era real esa calma. —¡¿Quién diablos inició?! ¡¿Quién mierdas se atrevió a tocarla?!—otro disparo hubo en la maldita pequeña habitación y ahora escuché claramente cuando algo cayó al suelo, quizás alguien. —¿Cómo iba a saber que realmente era tuya?—preguntó uno de ellos, sabía que esa era la voz del que usaba el bañador.—No lo—su voz se suspendió cuando el tercer disparo sonó. —Tranquila, todo está bien. No abras los ojos. Todo está bien.—me susurraba Honey. Yo me aferraba a ella, sumergiéndome en sus brazos. —Noah…—-aquella voz sonó temblorosa y entonces escuché un grueso sollozo.—Noah… —Vamos, Pete. ¿Vas a decir que no la escuchaste decirlo? ¿Dirás que no la tocaste o que tu mente morbosa no le hizo de todo en tus pensamientos? Si tocas lo que es mío… —No abras los ojos.—volvió a decirme Honey y allí sonó el cuarto y último disparo.—Todo está bien, April. No te pasará nada.
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