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1314 Words
Abrí mis ojos lentamente, mientras me tocaba la cabeza. Me dolía muchísimo y me sentía como en un barco. Al abrir los ojos me encontré con la nariz del chico casi rozando la mía. Su aliento me daba directamente en la cara, sería asqueroso, si él no oliera siempre a menta. Es muy higiénico, siempre huele bien y eso me jode. Yo seguro huelo a orangután sudado y el a perfume caro y eso que está durmiendo. Le dura el perfume más de cuarenta y ocho horas. Su brazo estaba justo debajo de mis pechos y su pierna estaba subida encima de la mía. Debe ser cómodo para él, ya que está roncando en mi cara. No voy a quejarme, porque seguramente me dé un terrible sermón por lo sucedido ayer. Así que, puedo aguantarme esta situación o despertarlo y ser regañada… Definitivamente aguanto esto. Además curiosamente no es incómodo, creo que ya estoy acostumbrada a su presencia y no es una amenaza para mi. Me tomé la libertad de observar lo con detenimiento, no podía negar que era un chico atractivo, sería estúpida si lo hiciera. Su nariz me parecía adorable y sus pestañas se mezclaban con algunos mechones de su cabello. El me hace sentir cosas que yo aún no llegó a comprender. Soy joven y apenas entiendo mis propias emociones, tampoco sé realmente como son las relaciones. Mi única pareja fue Kenan y tengo claro que nadie llegará a hacerme sentir, todo lo que sentí con él. Cuando empezamos a salir recuerdo que no sabía cómo hablarle, empezamos como un royo de una noche fuera de control. Jamás creí vivir una vida junto a él, ya que me parecía muchísimo más maduro y yo me consideraba una idiota antisocial. Con él aprendí a salir de mi zona de confort, aprendí a vivir. Irónico que ahora vuelva a sentirme esa burbuja cerrada. Está claro que mi vida ahora es una puta mierda, nunca mejor dicho porque estoy literalmente en al mierda. Pero Kenan decía que cuando estás lo más jodido, ya tirado en el puto suelo al fondo, solo queda subir, porque más abajo no puedes caer. Ahora solo queda echarle huevos y seguir adelante. Lo triste es que por más que me repita su frase de aliento, no me la creo y no siento esa fuerza que él me daba, para arrasar con todo. Estaba concentrada en el techo, perdida en mis pensamientos. Hasta que el chico movió su brazo inconscientemente dejándolo sobre mis pechos. Poco duró ahí, del grito de dolor que pegué. El se despertó asustado, mientras yo me quejaba tocando mis pechos. — ¡Dios, serás hijo de puta! –Grité al aire, dejándolo aún más confundido. — ¿¡Qué haces loca!? — ¡Duele imbécil! Ten cuidado cuando me toques los pechos. — Esperen… ¿¿ustedes dos se andan toqueteando?? –La voz de Kook nos asustó. Por inercia me tapé con la sábana, algo ridículo, puesto que llevaba mi pijama de tirantes. El chico nos miraba desde el marcó de la puerta, de brazos cruzados. — ¿¡Y a ti qué cojones te importa!? ¡Largo de aquí mocoso! El mayor le tiró la zapatilla, espantado al curioso Kook. — Dios es tan cotilla el idiota… Y yo no te toque nada, por lo menos no estando consciente. — Ahg me duele la cabeza… Fingí un poco dándo le más dramatismo, para evitar que me regañara. Más ahora que lo desperté a gritos, seguro está aún más enfadado. Él seguía tumbado, así que aproveché para dejarme caer sobre su pecho, ocultando mi ridícula cara de dormir y de señora con resaca. Es increíble que me haya emborrachado con dos míseras botellas de soju, claramente he perdido facultades con el alcohol. El no se quejó ante mi acción, se limitó a suspirar con pesadez. Soy consciente de la enorme carga que debo ser para él y que seguramente esté deseando que me largue de una maldita vez. Pero otra parte de mi, piensa que a él le vino bien mi llegada aquí. Cambio, es evidente. Hasta Jay me lo ha dicho, Mingi no estaba viviendo la mejor etapa de su vida y lo oculta todo. Todo se lo guarda para él y solo se abre cuando explota y ya es tarde para que los demás lo ayuden. Aunque no lo admita, se que le gusta sentirse necesitado, le gusta que las personas lo necesiten. Sentir que él hace falta y por así decirlo, ser el protector de los demás. Esto le pasa con Kook, con Jay aunque no lo admita. Con Yeon, adora a ese chico pero por vergüenza se lo guarda y le habla con indiferencia. Suerte que Yeon le entiende y sabe que Mingi lo quiere y aprecia muchísimo. También le pasó con Kyree, por mucho que él lo niegue, se que le gusta estar con él pequeño y hasta se enfada cuando los otros dos chicos se encargan de él. Y luego estoy yo, que no sé exactamente cuál es nuestra relación. No le he visto interactuar con otras mujeres, más que con su madre. Así que no puedo deducir nada, no se si también es así con otras chicas. No parece el típico chico coqueto, como el caso de Jay. Pero a veces las personas nos sorprenden y no son como aparentan ser. Una de sus manos se acomodó en mi espalda, con ella empezó a dar pequeñas palmaditas, justo como cuando Kyree debe soltar los gases. Espero que no esté intentando eso, porque no eructare. — Se que no estás yendo a terapia… –soltó acompañado de un ligero suspense al final. Levanté un poco la cabeza, para poder mirarlo. No contaba con la cercanía entre nosotros. No pude aguantar mirarlo a los ojos, tuve que bajar un poco la mirada y eso me llevó directamente a sus labios. — Yo no… Yo lo siento. — Necesitas ir, para superar todo esto. La salud mental es importante Haelyn, te lo digo como persona que lo ha sufrido o sufre aún. — Pero es que no quiero olvidarlo, no quiero olvidarme de Kenan. — No vas a olvidarlo, él siempre estará en tus recuerdos, literalmente siempre te perseguirá por Kyree. Jamás podrás olvidarlo, porque cada vez que mires a Kyree, le recordarás… la diferencia es que con la terapia lo recordarás de una forma no tan dolorosa. Pero si no vas a la terapia, recordarlo siempre dolerá. — Tengo miedo… –confesé aún concentrada en sus labios. No contaba con que él mismo se encargará de levantar mi barbilla para que lo mirara a los ojos. Trague en seco al mantener su mirada. No podía moverme o alejarme porque su brazo en mi espalda me lo impedía. — Es lógico tenerlo, pero ya te dije que nosotros te ayudaremos… como veo que no eres capaz de ir tú sola, me veo en la obligación de llevarte yo mismo hasta la puerta. No argumente nada, porque no tenía nada que decir. Aunque me negara, él no me haría caso. Su vista bajo a mis labios, noté como se relamió antes de continuar hablando. — En cuanto a lo sucedido anoche, espero que no vuelva a pasar. Evita el alcohol, si no sabes controlarlo. Esperaba un sermón más fuerte, pero no fue así. Él estaba tranquilo y lo dijo más como consejo, que reclamo. Note que la cercanía entre nosotros cada vez era más corta… Pero todo se vio interrumpido por el llanto de Kyree, quien nos asustó. Tuve que levantarme y atenderlo, salí de la habitación con él en brazos. Cuando volví a la habitación con el biberón de Kyree, el chico ya no estaba y la cama estaba hecha. Me acomode en esta, mientras le daba el biberón a Kyree y recordaba lo sucedido. ¿Él me iba a besar?
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