Me encontraba tranquilamente en mi habitación, sacándome el pelo. Me había dado una buena ducha, muy necesaria. Me sentía muy sudada y para qué negarlo, muy sucia por la cantidad de pensamientos impuros que tuve.
No estoy contenta con lo sucedido ¿Y si él pensó que soy una buscona o algo así? Me deje llevar demasiado con las bromas subidas de tono y esperaba que él no lo hubiera malinterpretado. Más después de las indirectas extrañas de su madre.
Admito que eso me hizo gracia, la mujer fue amable conmigo en todo momento y Mingi se pasó sonrojado toda la estancia allí.
— Haelyn ¿podríamos hablar?
Me giré hacia la puerta de la habitación, Mingi estaba en el marco de la puerta vistiendo un poco formal. Llevaba puestos unos pantalones de vestir, pero en la parte de arriba llevaba una camiseta básica blanca. Lo que me llamaba la atención era que llevaba gafas, normalmente solo se las pone para trabajar, por lo que deduzco que estaba trabajando.
— ¿Necesitas algo?
— Si, hoy tuve una videollamada con mi terapeuta. Si, yo también recibo sesiones de vez en cuando, suele ser cuando estoy abrumado… y me siento así desde que pasó lo de la gala el otro día.
El chico tomó asiento en mi cama, se quitó las gafas para sobar su nariz y volvió a colocarse las.
— Comprendo…
— Me ha dicho que debo ser directo con mis emociones, ya que nunca lo soy.
No sabía exactamente a donde quería llegar, pero él se veía muy nervioso.
— ahm… te escucho.
— Veras, no quiero que pienses cosas que no son… Pero tengo una horrible obsesión contigo en mis sueños. –Hizo una pausa para recapacitar sus palabras, al ver mi cara. – No es lo que crees… osea si lo es, tengo sueños húmedos, pero no estoy orgulloso de ello… No sé por qué mierda hago caso al doctor, en serio no soy un depravado o un pervertido.
Se llevó las manos a la cabeza con frustración. Debía admitir que la situación me estaba pareciendo muy cómica. No me era incómodo, todos tenemos fantasías o sueños que se escapan de nuestros cabales.
— Lo entiendo… a todos nos pasa.
— También quería hablar de lo sucedido durante la gala, siento si te incomode en algún momento bebí de más y no supe controlarme.
— No te preocupes, fue gracioso… De verdad, no me incomodaste.
Me tense un poco cuando él agarró mi mano.
— Siento que no estás siendo del todo sincera… Estás rara desde esa noche.
Agaché la cabeza, porque era cierto lo que él decía. Estoy distante con él.
— Si, estuve distante… No fue por ti, fue por mi.
— Con esa frase me siento rechazado… –Bromeó – Ahora en serio, ¿Qué pasa Haelyn?
Respire profundamente mientras apartaba con delicadeza su mano de la mía.
— Sentí cosas que me hicieron sentir culpable. –levanté la cabeza, soltando un leve suspiro – Las veces que me besaste recordaba a Kenan y me sentía culpable, lo siento.
— Ah… dios soy un estúpido, lo siento yo, no debí haber sido más cuidadoso.
— No, no, la culpa es mía… Debo superarlo ¿no?
Se hizo un silencio bastante tenso, ninguno hablaba, y él no parecía tener ganas de irse.
— ¿Podemos salir?
Levanté la vista ante su pregunta. El se tocaba el labio inferior con los dedos, estaba nervioso, era muy obvio.
— Salir a dar una vuelta, podemos cenar fuera.
— ¿Cenar fuera? ¿Nosotros solos?
Nunca salimos juntos para algo que no sea ir a terapia, al club de madres o a comprar. Era raro que quisiera que saliéramos.
— Si… creo que a ambos nos vendría bien salir un poco.
— Está bien, podría ser una buena idea.
La verdad es que no me gustaba estar distante con él, necesitaba volver a estar como antes.
— Bien, ponte algo casual y te espero en la entrada. Kyree ya está listo, él vendrá con nosotros.
Salió de la habitación dejándome en claro que desde que entró tenía pensado comentar lo de la cena. Sonreí negando con la cabeza, para después dejar lo que estaba haciendo y cambiarme de ropa por algo más abrigado y arreglado.
Cuando estuvimos los tres listos, salimos del apartamento. Coincidimos con las tres vecinas, esas señoras siempre cuchichean.
Siempre que las encuentro, me hacen sentir mal. Sé que dicen muchas cosas malas de mí y me miran como si fuera la última mierda. Mingi tiraba de mi mano, mientras yo las miraba con cierta rabia.
Bajamos en el ascensor hasta la salida principal y comenzamos a caminar en el atardecer. Me asegure de poner bien mi mascarilla, ahora siento que me persigue la gente desde lo dicho en la gala. Algunos de los estudiantes ya me reconocieron y me acosan pidiendo fotos, algo a lo que no puedo negarme o revelarán donde trabajó temporalmente. Esos niñatos son horribles. Y aún no se lo dije a Mingi, me da miedo que me obligue a dejar el trabajo y aún no quiero dejarlo.
Esta semana empezaré a trabajar con Mingi, pero aún no tuve el valor de comentarle que no dejé el trabajo en la tienda. Ahora trabajaré principalmente los fines de semana en la tienda y la semana en la empresa haciendo de ayudante.
Lo hice al no saber que cobraría, los aprendices o ayudantes suelen cobrar bastante poco y yo tengo demasiadas cosas que pagar.
La brisa fría me daba en la cara, tenía demasiado frío. Este año las temperaturas andaban bien raras y el frío de la Navidad venía fuerte.
Mingi debió notar que tenía frío y decidió que entraríamos en un café, concretamente en un Coffee Puppies. Me gustan los cafés de perritos.
Tomamos asiento en una de las mesas alejadas, él siempre elige las más alejadas de todas o pide que pongan un separador pagando un extra. En esta ocasión no lo hizo, prácticamente le dio igual. Se quitó la mascarilla y la guardó en su bolsillo.
— Ya no hay mucho motivo para llevarla, ya solo es cuestión de higiene y protección del frío.
En eso tenía razón, ya no hay motivos de llevarla para ocultarnos, ya solo por higiene. Teniendo un bebé en casa es bastante importante la higiene.
Me quité la mascarilla y también la guarde en mi abrigo. Imite la acción del chico y también me quite el abrigo, dejándolo en el respaldo de la silla.
No tardaron nada en atendernos, con una evidente sorpresa. Pero estamos en Seúl, y la gente suele ser respetuosa. La joven que nos atendió pidió una foto con nosotros, pero Mingi tuvo que negarse por contratos de la empresa al ser un personaje público.
Pero en mi caso no vi motivos para negarme y esa chica fue agradable conmigo. Se perfectamente que ella prefería mil veces una foto con el chico que conmigo, ya que no soy nadie.
Pero me alegro ver su cara de felicidad cuando acepte. Me hice una foto con ella, pero con las pautas que opuso Mingi. La chica podría hacer pública la imagen cuando nosotros ya no estemos en el café, para evitar que nos persiguieran las famosas sasaengs.
Ella no puso ninguna queja. Lo entendió perfectamente, en cuento nos atendió nos dejó solos para no molestar.
— Hacía tiempo que no salía a tomar un café –comentó con su vista pegada al café, con su manos rodeaba el vaso, para mantenerlas calientes.
— La verdad yo también añoraba poder salir a pasear, pero era algo difícil estando sola con Kyree.
Ambos tomamos un sorbo del café caliente. El suele tomarlo con hielo, pero el clima lo impide un poco.
— Quiero preguntarte algo… Es acerca de mi comportamiento la otra noche.
— Mingi de verdad todo está bien.
Su vista fue al carrito de Kyree, al ver movimiento en este. Pero solo acomodó bien la manta que cubría al pequeño y volvió a centrarse en mí.
— No es para disculparme en sí, es una pregunta para saber lo que realmente puede llegar a incomodarte… Esa noche hicimos muchas bromas con doble sentido y no se si eso fue incómodo para ti.
No, nunca me incómodo. Más que nada porque estoy o estaba acostumbrada a las bromas con doble sentido que solíamos hacernos Kenan y yo.
— No lo fue, estoy acostumbrada a ese tipo de humor… Yo tengo ese tipo de humor, solo que después de lo que pasó lo abandoné un poco.
Intente evitar nombrar a Kenan, no quiero que piense que soy una pesada y que siempre que estoy con él, recuerdo a Kenan.
— Entonces en ese ámbito ¿todo bien?
Asentí con la cabeza. Él me sonrió de forma amable.
— Creo que ya entre nosotros no puede haber nada que nos incomode, quiero decir, tú me has visto los pechos más que yo estos últimos meses, luego te desnudaste delante de mí y por último me hablaste de tus sueños húmedos conmigo…
— Eso es cierto… Creo que ya me es más complicado avergonzarme de algo, estando contigo.
Sonrió mostrando sus encías, mientras volvía a mirar el café. Se sentía extraño, es como si fuéramos dos amigos que llevaban mucho sin verse.
Hablamos por un buen rato de cosas de trabajo, él adora hablar de trabajo. Yo también le comenté algunas anécdotas que tuve en la tienda y fui capaz de confesarle que había un estudiante que me daba un poco de miedo. El me miró un poco confundido, creo que le preocupó un poco lo que le comenté.
— Suerte que ya no trabajarás ahí.
— Amh… creo que aún tenemos cosas que hablar.